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Cartas al director

Don Quijote y la telebasura

Salman Rushdie en su novela Quijote se apoya en la figura del hidalgo de La Mancha para describir nuestro tiempo. El protagonista, Ismail Smile, no ha caído enfermo de la lectura de libros de caballerías, sino de algo más propio de ahora: la telebasura. La telebasura es el «conjunto de programas televisivos de contenidos zafios y vulgares» (RAE). El impacto de la basura en el ecosistema equivale al impacto de la telebasura en la cultura. Esta última tiene un inconveniente añadido: no se recicla.

Los productores de telebasura hablan de autenticidad e hiperrealismo, sin más base que buscar personas que en el plató se muestren tal como son, vulgares. Las televisiones justifican este tipo de programas en nombre de la libertad de expresión y de satisfacer la demanda de la audiencia. Difundir contenidos éticamente dañinos para todo tipo de público no es aceptable ni responsable, aunque lo demanden determinados televidentes. Me parece una argumentación muy pobre alegar que eso lo ve la gente porque es lo que le gusta. Lo que no gusta inicialmente, acaba gustando, debido a que el paladar se adapta.

Numerosos estudios han demostrado que los contenidos televisivos afectan de modo especial a los niños y es habitual que estos imiten los modelos que diariamente ven en la pequeña pantalla. Los niños que consumen telebasura pueden tener problemas de identidad y de socialización. Corresponde a los padres educar a sus hijos para el buen uso de la televisión predicando con el ejemplo. Hay padres que condenan la telebasura, pero la ven a escondidas. Este comportamiento es una contradicción lógica y moral.

Gerardo Castillo Ceballos

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