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Cartas al director

El sistema autonómico, una lacra para el ciudadano

La división administrativa del país, surgida con la Constitución del 78, ha supuesto un caballo de Troya para los ciudadanos. Se planteó la autonomía –es decir, «el ir por libre»– para unas supuestas comunidades históricas cuya única justificación era que en ellas se hablaba, además del español, un idioma distinto. Fuimos ajenos o ignorantes de que la diversidad de idiomas dentro de un mismo país es habitual. Ciertamente en estas regiones, hoy comunidades autónomas, se ha ido construyendo un relato que nada tiene que ver con la realidad histórica. En realidad, no se trata más que de un anhelo romántico surgido en el siglo XIX, en paralelo a la eclosión de los nacionalismos racistas, y que ha explosionado realmente en el XX. La realidad es que la historia secular de estas regiones ha estado siempre unida a la del resto de la Hispania romana, por citar una referencia temporal. Y, si aquellas autonomías iban a disfrutar de privilegios por ser supuestamente históricas, todas las demás regiones quisieron subirse al mismo carro autonómico que ellas.

Pero aquel caballo de Troya ha ido supurando abusos, agravios, despotismo, excesos, deslealtades, e injustas diferencias, en fin, entre unos españoles y otros. El sistema de salud pública es distinto en cada una de las comunidades autónomas. La atención médica de los especialistas se hace difícil, si no imposible. La extracción de medicamentos en una farmacia que se encuentre fuera de tu comunidad puede convertirse en una odisea difícil de superar.

El sistema educativo es diferente en cada una de las comunidades autónomas. Cada una establece los contenidos que se han de aprender. Se omite la historia y la geografía del país para centrarse en lo más propio de la comunidad para inculcar apego a lo regional y desinterés, cuanto menos, por lo español. Si existe un idioma local se potencia a toda costa, llegando a la imposición, al tiempo que se menosprecia el español hasta llegar paulatinamente a la prohibición. Ni se estudia lo mismo ni los exámenes son equiparables.

Así podríamos continuar indefinidamente, hablando de diferencias y más diferencias entre unos españoles y otros. Salir de nuestra comunidad puede convertirse en una aventura tan ardua o más como viajar a un país extranjero.

José Manuel Contreras Naranjo

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