Mazón

No conozco a Carlos Mazón. Nada espero de él y nada me ha pedido él, pero creo de justicia escribir esta carta en el día en que presenta el Informe de Diagnóstico del Plan de Recuperación Económica y Social de la Comunidad Valenciana, tras la aprobación del proyecto de ley de presupuestos de 2025, que tanto nerviosismo ha provocado entre los acosadores de su lado izquierdo.

Que Mazón erró gravemente en el verano de 2023 con su precipitación para los pactos de gobierno, trampa a la desesperada que tendía Sánchez después de las elecciones municipales y autonómicas, es claro. También la pifió quién lo permitió. Y volvió a equivocarse en las primeras horas de la maldita dana. Pero de ahí a ser el único que debiera soportar la responsabilidad en exclusiva, media un abismo. No tengo espacio para extenderme en otras responsabilidades flagrantes y de sobra conocidas.

Pero hoy toca hablar del fin de la presunta debilidad política de Mazón. El «fuego enemigo» ha caído en vacío, aunque persistirá.

Con presupuestos para la reconstrucción y el formidable equipo al frente dirigido por Gan Pampols, ha llegado el tiempo del facta et non verba. Realizaciones muy bien definidas, y peticiones claras y perfectamente medidas al gobierno central. Es momento de conocer quiénes son unos y quiénes los otros. Y a los del fuego de prensa presuntamente amiga y conservadora que tanto han insistido en su dimisión unilateral, sería bueno que explicasen qué pretendían. ¿Dejarlo muerto a los pies de los caballos y a Valencia en las manos de Compromis, la CUP y ERC? Por favor, háganselo mirar.