España en Irak, gran manipulación
Con aquella retirada de Irak en abril de 2004 comenzaban las frivolidades de un Gobierno que no tenía la menor idea del rigor en las relaciones internacionales
Siento vergüenza ajena cuando se acusa al Gobierno de España, entonces presidido por Aznar, de intervenir en la «ilegal guerra de Irak» y «contra la ONU» Recientemente se ha vuelto a escuchar en el Congreso de los Diputados siguiendo la habitual trampa del Gobierno de hacer oposición a la oposición. ¡Y retrocediendo veinte años! Señalaré hechos que desmontan esa manipulación tan reiterada.
La II guerra de Irak de 2003 era una reedición de la I guerra del Golfo de 1990-1991. Se produjo porque Sadam Husein no cumplió las condiciones impuestas por la coalición vencedora. El paraguas de la ONU estaba vigente durante el periodo 1990-2003. La intervención multinacional en Irak, liderada por EEUU y Reino Unido, estaba recogida en más de sesenta Resoluciones de la ONU. Entre la primitiva Resolución 661 y la Resolución 1510. Las Resoluciones decisivas para pinchar la pertinaz mentira de la izquierda, tan utilizada antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004 y a menudo resucitada, son la 1483 y la 1511. Al tiempo nadie recuerda que la Armada, el Ejército del Aire y efectivos de la Brigada Paracaidista intervinieron en distintas misiones en la guerra del Golfo de 1990-1991 durante el Gobierno de Felipe González.
Aconsejo leer el Informe del catedrático de Derecho Constitucional Carlos Ruíz Miguel, redactado en abril de 2004, que se encuentra en Internet. Está publicado por el Real Instituto Elcano y fue conocido por la ONU. En Internet también se enumeran las naciones que intervinieron en la guerra y se relacionan los países que enviaron tropas tras acabar la guerra. España aparece en el segundo bloque.
La ONU dio por concluida la II Guerra de Irak en la Resolución 1483 del Consejo de Seguridad, de 22 de mayo de 2003. Esta Resolución reconoce a EEUU y Reino Unido como «potencias ocupantes» y como «autoridad» ejerciente de la «administración efectiva» y pide a los Estados miembros contribuir a «la restauración de las condiciones de estabilidad y seguridad que permitan que el pueblo iraquí pueda determinar libremente su futuro de acuerdo con lo prevenido en la Resolución».
La Resolución 1511 del Consejo de Seguridad, de 16 de octubre de 2003, detalla la Resolución 1483. Califica los enfrentamientos producidos tras el derrocamiento de Sadam como «terroristas» y no como «acciones de guerra». Se reconoce, de nuevo, que ya no había una situación de guerra en Irak. La Resolución 1511 señala que «proporcionar estabilidad y seguridad es esencial» a efectos de redactar una «nueva Constitución para Irak y para la celebración de elecciones democráticas». Buscando este objetivo, el Consejo de Seguridad «autoriza una fuerza multinacional bajo un mando único para tomar todas las medidas necesarias». A tal efecto, el Consejo de Seguridad «urge a los Estados miembros a prestar asistencia a la fuerza multinacional» establecida por el apartado 13 de la Resolución «incluyendo fuerzas militares».
Por tanto, la fuerza multinacional presente en Irak una vez terminada la guerra, incluidos contingentes militares, no se hallaba en misión de guerra, sino para conseguir la estabilidad y seguridad de Irak como paso previo a la aprobación de una nueva Constitución y la celebración de elecciones libres, y todo ello bajo el control del Consejo de Seguridad.
Amparándose en el llamamiento de la Resolución 1483 y de acuerdo con la Constitución Española, artículo 97, el Consejo de Ministros dispuso la participación militar española en la misión de estabilización de Irak. Frente a este acuerdo del Consejo de Ministros se llegó a presentar una querella arguyendo que el Gobierno había embarcado a España en una guerra sin respetar las debidas disposiciones constitucionales. ¿Fue ignorancia de la izquierda o mala fe? Esta querella fue archivada ya que las repetidas Resoluciones 1483 y 1511 revelaban que para el Consejo de Seguridad la violencia existente en Irak no podía ser calificada jurídicamente de guerra sino como respuesta a la violencia terrorista.
Zapatero nada más llegar a Moncloa decidió por su cuenta retirar nuestras tropas de Irak sin cumplir el plazo que él mismo había dado a la ONU. No lo decidió en Consejo de Ministros ni llevó la propuesta al Parlamento, como había exigido al Gobierno de Aznar. El envío de tropas a Irak respondió a una petición de la ONU y regresaron, contra las resoluciones 1483 y 1511 de la ONU, por una decisión personal de Zapatero. Él fue quien actuó «contra la ONU» o ignorando a la ONU.
Con aquella retirada de Irak en abril de 2004 comenzaban las frivolidades de un Gobierno que no tenía la menor idea del rigor en las relaciones internacionales. Dejó desguarnecida la zona cuya responsabilidad era de las tropas españolas que en su repliegue sufrieron la mofa de otros Ejércitos. Los aliados consideraron aquella decisión una huida y no una retirada. Nos recuerdan las frivolidades de Sánchez.
Sobre España y la guerra de Irak, esa carta marcada que esgrime cíclicamente la izquierda, lo sorprendente es que una parte de españoles, sin buscar la más mínima constatación, asumiesen entonces –y acaso todavía– como una verdad que España estaba en una guerra, que esa guerra era ilegal, y que no contaba con el paraguas de la ONU. Fue el callejero e inducido «¡No a la guerra!». Más sorprendente es que la izquierda siga empleando la guerra de Irak cuando no encuentra otros argumentos. Nada supondrán estas líneas para quienes no leen ni piensan. Sólo embisten.
- Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.