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en primera líneaJosep Miró i Ardèvol

Por qué Sánchez perdería el Gobierno en Cataluña

El discurso de Sánchez constituye una muestra clara de las líneas de fuerza de su estrategia; es esta y no dispone de otra

Actualizada 01:30

El discurso de Pedro Sánchez en su debate de investidura nos ofrece el juicio desde el que habla: él es la referencia del todo. Él define lo que es España, su bien, quién es demócrata y quién no. Solo él puede trazar las líneas de los que están dentro del espacio político y quiénes quedan fuera. Por esa razón se atreve a alzar «muros» ante otras fuerzas parlamentarias y excluir de todo diálogo y pacto a los representantes parlamentarios de ¡11 millones de votos! Es una mentalidad peligrosa.

Es también sumamente peligroso presentar como derechos universales aquellos que lo son solo en España y en unos pocos países, y declarar contrarios a la democracia a quienes se oponen a ellos. Es el caso –para nada único– de los derechos legislados para la definición LGBTQ. En estas condiciones resulta evidente que la democracia es imposible, porque solo son demócratas quienes son certificados como tales por el caudillo de turno.

El discurso de Sánchez constituye una muestra clara de las líneas de fuerza de su estrategia; es esta y no dispone de otra. Se basa en tres ejes:

Primero, y es el grueso del planteamiento. Desacreditar ad hominem al PP, directamente y de la mano de Vox. Infamarlo en todo significa hurgar en el pasado, examinar con lupa el presente hasta el más recóndito de los pueblos, no tener remilgos en el falseamiento, la exageración y el embuste y proyectar todo ello para dibujar una fuerza maligna que quiere el mal de la mayoría de los españoles.

Segundo eje, la carta a los Reyes Magos. Las promesas de Sánchez en su discurso al electorado son extensas y amplias (con la notabilísima excepción ideológica de la familia y la natalidad) y culminan con un prudente corolario: «¡Vamos a ser una de las naciones más prósperas del mundo!». Es de un cinismo insultante o una egolatría irresponsable, cuando durante su mandato nos hemos alejado de la convergencia con la Unión Europea y hemos retrocedido mucho en aquello que es más significativo: el ranking de países de la UE según su producto interior bruto (PIB) per cápita 2021 en Estándar de Poder Adquisitivo (PPS). Porque ahora España ocupa el lugar 18 entre los 27 países de la Unión, y se ha visto superada por Malta, Chequia, Eslovenia, Chipre, Lituania y Estonia. La distancia que nos separa ahora de la media de la Unión es de 14 puntos porcentuales.

A estas promesas en sede parlamentaria, deben unirse las contraídas en sus pactos multipartidos. Todo ello configura el compromiso de gasto más grande que nunca ha formulado un candidato a la presidencia del gobierno. A su vez, ha enviado papeles a Bruselas en los que se afirma el control del gasto y reduce el déficit.

Tercer eje. Enmascarar la amnistía y diluir los compromisos con el independentismo bajo el fragor de la guerra cultural y política al PP.

Pero toda esta arbitrariedad tiene un límite y lo marca la gente.

La semana pasada el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat de Catalunya, el equivalente del CIS, pero sin Tezanos, publicó su último barómetro con unos resultados a primera vista muy favorables a las fuerzas gubernamentales. En unas elecciones catalanas, el PSC ganaba y por mucho, el socio de Sumar mejoraba algo sus resultados y el independentismo perdía la mayoría absoluta. La interpretación rápida y superficial fue buscar la explicación en los pactos.

Cuando se hizo el trabajo de campo ya se había producido la foto de Puigdemont y Santos Cerdán y firmado el acuerdo entre Junqueras y Bolaños. Pero esta explicación chocaba con los resultados que la misma encuesta señalaba para el voto en unas elecciones generales, en la que los socialistas se mantenían en el resultado de julio, En Comú Podem, el socio de Sumar perdía 3,5 puntos porcentuales (p.p.), Esquerra ganaba 4 p.p. y Junts 0,5 p.p., transformando en ganancias sus pérdidas en las autonómicas, atendiendo a los valores medios de la horquilla calculada por el CEO. El único partido que mejoraba en ambos casos era el PP (5,5 p.p. y 2,5 p.p., en las catalanas y en las generales, respectivamente).

Pero lo más interesante de todo es que la gran diferencia en diputados de las elecciones de julio entre el PSC y el PP, 13 diputados, quedaba reducida a 7. Los socialistas empeoraban su posición relativa y este cambio determinaría que, incluso manteniendo Sánchez el resultado de las pasadas elecciones en el resto de España (hipótesis improbable), perdería toda posibilidad de asegurar la mayoría absoluta, por el recorte del PP en Cataluña, al que debería añadirse la merma de 2 0 3 diputados de su socio de gobierno

La encuesta no señala tanto la caída del independentismo como la pérdida de la mayoría del Gobierno de Sánchez. Junts y ERC pierden en las autonómicas, a causa sobre todo del antiguo voto a Ciudadanos, que se concentra en el PSC y el PP, un hecho que no tiene relevancia en las elecciones generales de julio, dado que Cs ya estaba extinguido.

Sánchez debe aferrarse al Gobierno como sea, pero Junts a la luz de los mismos datos tiene un aliciente claro para derribarlo. Explicar en concreto por qué ya es todo otro tema.

  • Josep Miró i Ardèvol es presidente de e-Cristians
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