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En primera líneaEduardo Coca Vita

La loba Ribera, una candidata de tercera

Como cuando casi reclamó que la llamasen perra, por ser los perros seres de fidelidad probada y ciega lealtad. ¿Se podrá ser más necio mientras el Diccionario relaciona esa voz con 'despreciable', 'indigna' u ofensas aún peores para la mujer?

Actualizada 01:30

«Tercera» es adjetivo numeral que determina el sitio ordinal de una persona, animal o ser vivo del sexo femenino, así como el lugar de un objeto o palabra del mismo género. También este adjetivo a secas denota una desfavorable condición, como en 'tercera edad', 'tercera división', 'tercera mano'... Pero la locución adjetiva coloquial «de tercera» solo posee el significado de algo o alguien con poca categoría, calidad e importancia. Y ahí voy.

Cuando tildo a la airada Ribera de aspirante de tercera, afirmo con explicitud que es la pancista que busca rematar su vida política, labrada a la sombra de lealtades y parentescos, en un regalado destino con privilegios curialescos tras su ascenso encadenado —«bacigalupear» lo llamó con gracia un comentarista de este diario— subiendo de unos a otros cargos por la filiación ideológica que, al tiempo y año a año, engrosaba el peculio conyugal con las ayuditas al esposo, como en tantos casos más, bajo el postulado matrimonial del tanto monta.

La loba Ribera

Lu Tolstova

Escandaliza consultar en internet (¡y hay donde escoger!) las prebendas de los eurodiputados, sus chollos, momios, gangas, bicocas, exenciones, licencias, tolerancia en ausencias, cómputo de jornada, compatibilidades, derechos sociales, dietas, indemnizaciones, jubilación, descontrol de rendimiento, etc. Les aconsejo que no indaguen demasiado —y menos escarben en laxitudes de aplicación de reglamentos—, si no quieren ponerse de la peor de las leches ante el uso del escaño comunitario como anticipo de la gloria para quienes tengan la suerte de salir elegidos. Y en concreto para Teresa Ribera como fina furtiva que copia el modo lobuno de atrapar y apresar buenas piezas sin desperdiciar la ocasión. Siento indignación cuando veo proteger a esta intervencionista dañina para la agricultura, ganadería, caza, toros, pesca, mar y campo en general. Una prenda de mujer volcada a lo social.

Y qué bien queda nuestra loba junto a la cabra loca que la flanquea en sus puestas de largo con entrada de invitación. Hablo de esa logorreica lozana andaluza, verbosa y mímica, médica especialista en implantes de arbitrios y trasplantes de fondos, que contorsiona, bota y bracea más que casca —¡ya es decir!— y a la que tomé por numen cuando registré lo de «quien mucho habla, poco dice y menos sabe», por más que rebulla, menee la chola y retoce escenificando patéticos sainetes de inculta suprema e ignorante enciclopédica; una redomada tonta del bote que sonroja hasta a su prole con payasadas de ridículo humor para circo de pedanía o carpa de arrabal. De ahí que muestre más aspavientos que una catarata salvaje, pero con menor provecho que las torrenteras de alcantarilla vertiendo toallitas y tampones en el océano. Es como el mono que no cesa de muequear y nunca acaba en nada, solo piruetas, mohines sin fuste o alguna trastada u obscenidad. Así las elige el gran jefe, como monas de títere para guiñol.

Nada más reiterativo que los discursos de Ribera en que cada vez que abre el pico provoca abandonos o deserciones. Sus pláticas parecen exámenes de conciencia a los suyos y en tono de reprimenda a sí misma, pues censuran incitar a la violencia, atacar al contrario, injuriar al rival, acosar institutos democráticos que apetece manejar, usar del mando y la subordinación para causas propias, etc. Si no se viera a Ribera gritando en el tablado, creeríamos que disertaba su oponente de campaña señalando la paja ajena y no viendo la propia viga.

Como cuando casi reclamó que la llamasen perra, por ser los perros seres de fidelidad probada y ciega lealtad. ¿Se podrá ser más necio mientras el Diccionario relaciona esa voz con 'despreciable', 'indigna' u ofensas aún peores para la mujer así motejada? Claro que por tal fecha competíamos en Eurovisión con la hermosa y delicada balada Zorra cantada con culos al aire y sin entusiasmo callejero, que es como quedará la Ribera pese a Tezanos, su perrita faldera. Valga Dios, reivindicar el epíteto «perras» para las feministas integradas en el Comité Federal. ¿Pero tiene sesera esta muchacha de Madrid que va de cabecera por todo el país?

Aunque consiga una credencial (por capitanear la lista y prohibirse tachar nombres), no se confunda esta altanera sobre su impopularidad por donde deambule a pelo. Una feligresa más del credo populista que jamás paseará sin escolta o dará entrevistas libres. Y que no pisará un mercado, gran almacén o feria sin el casco contra huevos y tomates. Ribera es alguien carente de respetabilidad y empatía con nadie, ni siquiera con los de su clase. Ciudadana estirada, distante y lejana, ni en su barrio o comunidad de vecinos la quieren vendiendo lana. Obtendrá su acta por regalo del padrino, no por confianza del pueblo. Y la historia la juzgará como otra enchufada más. Le deseo el peor resultado en la España rural que masivamente no la apoyará. Es una «ecologeta» de moqueta. Un fruto seco rancio de ciudad. La pita clueca sin fertilizar que el gallo alfa mantiene en su corral para cacarear y distraer al averío de un alborotado y mugriento gallinero. Una joya. La pava real que hace resaltar la túnica cromática de su galán.

  • Eduardo Coca Vita pertenece al cuerpo superior de Administradores Civiles del Estado
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