Ucrania en su camino hacia la OTAN

Se dice que mientras exista un conflicto abierto en Ucrania, su acceso a la Alianza Atlántica, como miembro de pleno derecho, no es posible ya que eso significaría la entrada inevitable de la Alianza en el conflicto, en aplicación directa del tan conocido Artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte.

En dicho artículo se establece que «Las partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la parte o partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte».

El proceso de adhesión se regula por el Artículo 10 del mismo tratado que exige la unanimidad de los países miembros, estableciendo que «Las partes pueden, por acuerdo unánime, invitar a ingresar a cualquier Estado europeo que esté en condiciones de favorecer el desarrollo de los principios del presente tratado y de contribuir a la seguridad de la zona del Atlántico Norte».

Ucrania comenzó su largo itinerario de adhesión a la OTAN en 1992, poco después de la desactivación formal del Pacto de Varsovia, que se produjo en julio de 1991. Desde entonces, en el marco de los distintos avatares experimentados por el país, ha habido períodos de mayor o menor fervor atlantista por parte de los ciudadanos, encontrándose, en estos momentos, en su punto más alto, en el entendimiento de que su adhesión a la OTAN antes de 2022 les habría librado del ataque por parte de Rusia en febrero de 2022. Lo cierto es que ese paso no se dio, como sí lo dieron, en cambio, otros países vecinos como Polonia, la República Checa, Hungría o las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) y ahora nos encontramos en otro estadio diferente en ese proceso, que, como es sabido, no está cerrado, ni en un sentido ni en otro.

El último proceso de adhesión, que se ha sustanciado en tiempo récord, porque las condiciones de ambos candidatos así lo permitían, ha sido el de Finlandia y Suecia, el segundo de los cuales, Suecia, ha visto aplazado su proceso, en casi un año, con respecto a Finlandia, como consecuencia de la falta de unanimidad protagonizada por Turquía y Hungría. Finalmente, ambos forman parte efectiva de la Alianza.

En lo que se refiere a Ucrania, los países de la Alianza Atlántica se encuentran firmemente comprometidos con el apoyo a Ucrania en la defensa de la integridad territorial de su país, brutalmente agredida por Rusia el 24 de febrero de 2022, como continuación a la ocupación de Crimea, por la vía de los hechos, en 2014 y el mantenimiento de un conflicto de baja intensidad perenne en la región este del país.

En este marco, los ministros de Defensa de los países de la Alianza Atlántica se reunieron los pasados 13 y 14 de junio en Bruselas con carácter previo a la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que tendrá lugar los próximos 10 y 11 de julio en Washington, cumbre en la que se conmemora, igualmente, el 75 Aniversario de la firma del Tratado del Atlántico Norte el 4 de abril de 1949.

Durante la citada reunión de los ministros de Defensa, se mantuvieron, igualmente, reuniones del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, del Consejo OTAN-Ucrania a nivel ministerial y del Grupo de Planeamiento Nuclear, también a nivel ministerial.

Las reuniones de los ministros se centraron en tres ámbitos esenciales; el apoyo predecible y coordinado a Ucrania (incluyendo la coordinación de los países aliados para la asistencia en seguridad y el adiestramiento hasta crear un nuevo Mando en la Estructura de Mandos de la OTAN, bajo el mando de un teniente general, con este fin, así como la financiación a largo plazo), la defensa y disuasión de la Alianza (mediante la puesta en práctica de nuevos planes de defensa de la OTAN, de un nuevo compromiso industrial para la defensa y de la adaptación al momento de la postura nuclear de la OTAN) y por último de la respuesta a las acciones hostiles de Rusia hacia los aliados.

En relación con la senda de aproximación de Ucrania a su integración en la Alianza Atlántica, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, resaltó, durante el encuentro ministerial, que él esperaba que el cuarto asunto que adquiriese relevancia durante la próxima cumbre en Washington fuese el de «asegurar que movemos a Ucrania hacia la integración». Aseguró que se trata de «un asunto de terminología que está siendo negociado, pero también que todo lo que hacemos en beneficio de la mejora de las capacidades de Ucrania, aproximándolas a las de la OTAN, permitirá que cuando se produzca la integración, ello les permitirá convertirse en un aliado de la OTAN más pronto y más rápido». De entrada, los aliados mantendrán el apoyo a largo plazo a Ucrania en la defensa de su integridad territorial, de acuerdo con la legalidad internacional, hasta que logre su victoria final.

Preguntado por los periodistas, manifestó que no dependía de él entrar en detalles sobra la terminología precisa a emplear, pero esperaba que «el lenguaje sea, incluso, más claro en nuestro compromiso con Ucrania en que se convertirá en un miembro de la Alianza».

Todo parece indicar que, por parte de los aliados, en aplicación de la política de «puertas abiertas», a la que la OTAN no renuncia, existe la voluntad de que, cuando se den las condiciones que no conduzcan a una escalada bélica de consecuencias imprevisibles, se producirá la apertura definitiva a Ucrania en su camino hacia la OTAN.