Ni PP ni Vox: España
Ya lo dijo Pérez-Reverte en una de sus entrevistas: «Pedro Sánchez es un pistolero de la política, un asesino, un tipo que no repara en nada». Y vaya si tenía razón el capitán Alatriste
Cometer los mismos errores que la izquierda ha cometido tendrá sus consecuencias, ya verán. Históricamente sus envidias, sus rencillas, sus luchas de poder y, sobre todo, sus egos siempre han beneficiado a la derecha. Lo moqueta ha sido siempre una frontera que, una vez pisada, todo líder socialista ha sido incapaz de dejar atrás por sí mismo. Ese anhelo voluptuoso de perennidad en el poder ha sido invariablemente el causante de sus divisiones y descuartizamientos para regocijo de sus contrarios que, alegres, han visto una y otra vez cómo sólo había que dejarlos vivir en un mismo corral para que ellos mismos acabasen devorándose.
Pero eso era antes. Hoy es Pedro Sánchez el que, aprendida la lección, es consciente de que en esa misma división radica su debilidad. Y actúa en consecuencia. Su última víctima se llama Yolanda Díaz. La supuesta reina de la izquierda, que tantos aspavientos ha hecho durante esta legislatura, ha sido literalmente deglutida por el paciente y poderoso Pedro.
A Pablo Iglesias le sucedió lo mismo. Su gran pecado, por el que fue quemado en la hoguera de las vanidades, fue decir siempre, o casi, lo que pensaba. Y claro, tener principios y valores, aunque no se compartan, es algo que nuestro presidente ni comprende ni muchos menos defiende.
Yolanda ha tenido el mismo final, solo que ella eligió otro camino muy diferente por el que acabar cayendo por el precipicio. La buena de Yoli pensó, y hasta creyó, que traicionando a Podemos y siguiendo a Pedro Sánchez hasta el paraíso socialista podría arrebatar a la formación morada su espacio electoral y erigirse como la nueva dama sagrada de la izquierda, relegando a Montero y Belarra a la oscuridad. Y el plan no era malo, la verdad. Salvo por el mismo detalle con el que tropiezan una y otra vez todos estos chicos revolucionarios: confiar en Pedro Sánchez.
Ya lo dijo Pérez-Reverte en una de sus entrevistas: «Pedro Sánchez es un pistolero de la política, un asesino, un tipo que no repara en nada». Y vaya si tenía razón el capitán Alatriste. Cuando eres necesario para sus planes, Pedro te acurruca entre sus brazos, te hace sentir importante, pero cuando ya no le resultas útil y tú empiezas a darte cuenta, te has quedado sin escaños, sin poder y sin partido. Porque Yolanda sigue de vicepresidenta, sí, pero sin legitimidad alguna. Está acabada y ella lo sabe muy bien. Al igual que Iglesias ella también ha sido deglutida por el Saturno de La Moncloa.
Mientras tanto, Pedro Sánchez está, poco a poco, asentando a toda la izquierda bajo su liderazgo. Él es paciente y lo ha demostrado. Su pesca en las aguas del comunismo ha sido todo un ejemplo de sagacidad política.
Es un genio que volverá a ganar las elecciones, no les quepa la menor duda. Si albergan alguna esperanza en la imputación de Begoña Gómez, desestímenla como se hace con los pensamientos absurdos y pecaminosos. Solo un cataclismo interplanetario puede sacar a este señor de su sillón. Háganse a la idea de que lo que han visto hasta ahora solo es el principio. Antes que renunciar al poder Pedro es capaz de muchas cosas más. Sepan que el joven Anakin por fin se ha hecho mayor…
¿Y qué pasa en la derecha? Pues nada, que donde antes había dos partidos ahora ya hay tres. Porque no se engañen, Alvise Pérez puede que sea una nube de verano, pero hay que recordar que hay nubes que duran más que otras. Y no todas ellas cuentas con 800.000 mil votos, eso seguro.
Ustedes y yo sabemos que si la derecha se presenta dividida en tres partes en las próximas elecciones generales las habrá perdido antes de empezar a votar. Es un hecho. Las escasas oportunidades de éxito de la derecha contra Pedro Sánchez pasan irremediablemente por una unión de, al menos, PP y Vox.
No sirve de nada henchirse de orgullo cuando metes tu papeleta en la urna si sabes que vas a perder. «Ya, pero ganan mis valores» pensarán algunos. Pues muy bien entonces, así se sentirán muy tranquilos, pero por lo menos entenderán que esos valores individuales de los que se jactan no arreglan el paro, ni la situación de Cataluña, ni pagan pensiones, ni mucho menos dan de comer a sus familias.
La política consiste en llegar a acuerdos y en ser prácticos, en negociar y en renunciar a cosas por un bien mayor. Y si de lo que se trata ahora es de proteger a España de las garras de este lord oscuro lo más inteligente que pueden hacer Abascal y Feijóo es hablar, negociar y llegar a acuerdos para presentarse juntos a las siguientes elecciones. La hora de los complejos se ha terminado.
No me gustaría pensar en que la derecha ha caído en la misma enfermedad que consume a la izquierda desde tiempos pretéritos. No querría creer que es la moqueta la que tiene atrapados al señor Abascal y al señor Feijóo. Y, por encima de todo, no me gustaría suponer que, como les ha sucedido a Yolanda Díaz y a Pablo Iglesias, los líderes de la derecha han caído en la tela de araña que Pedro Sánchez les tendió a sabiendas hace bastante tiempo para que se enfrentasen y dividiesen. Me los imagino más inteligentes, la verdad…
Hablen señores de la derecha. Háganlo, aunque «solo» sea, por España.
- Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista