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18 de mayo de 2024

en primera líneaGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

Pedro Sánchez, el gran farsante

A Sánchez su mujer le da exactamente igual. La ha utilizado a ella para sus oscuros fines políticos al igual que siempre nos utiliza a todos nosotros. Pero que carezca de cualquier tipo de moral no quiere decir que no tenga inteligencia

Actualizada 01:30

Cuando el jueves 24 de abril un amigo me preguntó qué opinaba sobre la posible dimisión de Pedro Sánchez, mi mensaje de contestación fue el siguiente. Y cito textualmente: «Yo creo que no va a dimitir ni de coña. Esto es un teatrillo que ha organizado para recabar apoyo cimentándose en la pena y en los sentimientos de la gente (cosa que ya está consiguiendo) para apuntarse un tanto importante de cara a las próximas elecciones catalanas y europeas. El lunes va a salir diciendo que ha pensado seriamente en dimitir por las afrentas injustificadas a su mujer pero que, dado el apoyo de la ciudadanía y la responsabilidad que conlleva el cargo, va a continuar como presidente del Gobierno. Acto seguido nos va a dar una reprimenda moral a los españoles diciendo que esto no se puede tolerar, que la política se ha convertido en un circo, etc. Terminará amenazando de alguna forma a la oposición y a sus medios afines y después se ira tan pichi a echarse unas canastas a la Moncloa con Ábalos y Óscar Puente y a preparar las maletas para pasar un puente cojonudo. Este tipo es así. Es un genio de los tiempos».
Premonitorio, ¿verdad? Y no, no es que yo sea una especie de Nostradamus con dotes adivinatorias, es que conozco al personaje. Y la verdad es que da mucho miedo.
Ilustración Pedro Sánchez teatro

Lu Tolstova

Pedro Sánchez ha jugado con nosotros una vez más y le ha vuelto a salir bien. Y si alguno se engaña pensando que el asunto de su mujer ha tenido algo que ver con la sesión de magia matutina que nos preparó el pasado lunes, se equivoca, ¿O es que acaso queda alguien que crea que este señor va a dejar el poder por su mujer? A Sánchez su mujer le da exactamente igual. La ha utilizado a ella para sus oscuros fines políticos al igual que siempre nos utiliza a todos nosotros. Pero que carezca de cualquier tipo de moral no quiere decir que no tenga inteligencia.
Esto, además, tal y como se encargó de recordarnos en su bronca televisada a todos los españoles, no es «un punto y seguido. Es un punto y aparte». Y es precisamente en esta frase donde se esconde su auténtico objetivo. Todo este paripé lacrimógeno de Romeo enamorado tiene como único propósito distraernos para establecer un nuevo régimen sin que nos demos cuenta. En su mente dañada comienza una nueva era en la que los límites ya no existen y en la que solo él maneja el timón. A partir de ahora él es el líder indiscutido e indiscutible de España y todos, si sabemos lo que nos conviene, deberemos rendirle pleitesía.
No se extrañen si dentro de poco articula una norma cuya única finalidad sea acabar con la libertad de prensa. Lo hará probablemente de la misma manera en la que ha orquestado el disparate irresponsable de la no dimisión. Primero nos dirá (con esa cara compungida de mal actor de telenovela) que «los bulos» y la «ultraderecha» no pueden seguir campando a sus anchas por los medios y las redes sociales, que los españoles nos merecemos algo mejor. Continuará aliviando nuestro sufrimiento diciéndonos que la nueva norma es por nuestro bien para «regenerar la democracia». Y finalizará su lacrimógeno discurso aseverando que, por nuestra seguridad y bienestar, va a perseguir a todas aquellas personas que esparzan mentiras infundadas. Y para reforzar el mensaje solo tendrá que azuzar una vez más a sus voraces perros de presa mediáticos (Óscar Puente, Silvia Intxaurrondo o Iñaki López, por ejemplo), para que ladren al son de sus silbidos y lancen espumarajos rabiosos por la boca contra todo aquel que ose criticar la medida.
Y así va a ser como, de repente, y sin que nos demos mucha cuenta, nos vamos a quedar sin democracia.
Pero no solo se va a ocupar de la prensa, ya verán. El poder judicial también está en su punto de mira. ¿O es que acaso creen que Pedro Sánchez es una de esas personas que olvida y perdona fácilmente? Nuestro amado líder sabe que los jueces son la última barrera de contención para su «proyecto de país». Sánchez piensa que hasta que los jueces no claudiquen a sus deseos seguirán apegados a ese anticuado principio del imperio de la Ley.
¿Y la Monarquía? Bueno, de eso ya mejor ni hablamos. Sólo hay que meterse un poco en la cabeza de Pedro Sánchez para comprender que el Rey es su peor enemigo. Una persona con semejante problema de egolatría no puede tolerar que siempre haya otro por encima. Es algo patológico. La Monarquía será sin duda el broche final de su plan. Estoy convencido. Un programa que, por otro lado, lleva maquinando casi desde el mismo día que llegó a la Presidencia.
No hay que ser un experto para darse cuenta de que se avecina un cambio de régimen. Aunque no lo llamarán así, será algo parecido a «saneamiento democrático con perspectiva de género plurinacional», eso es exactamente lo que va a pasar en España. Un día nos despertaremos y nos daremos cuenta de que todo aquello que dábamos por seguro simplemente se ha esfumado. Lo más grave de todo es que, mientras todo esto sucede, muchos españoles aplaudirán y derramarán lágrimas de alegría.
Mi único consejo es que se preparen bien para todo lo que viene. La farsa continúa.
  • Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista
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