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En primera líneaGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

Chamartín: el distrito de Taylor Swift

Siendo seguidor del Real Madrid he asumido estoicamente que en mi zona ya no puedo transitar tranquilamente las jornadas en las que hay partido

Actualizada 01:30

Debo confesar que no me sé ninguna canción de Taylor Swift. Yo soy más de Andrés Calamaro, Saul Huenchul y de música clásica. Y eso, me imagino, debe de ser un gran pecado estos días si tenemos en cuenta la enormidad de «swifties» que han asolado con sus risueñas caras las calurosas calles de Chamartín. Ha sido un poco lata hablar con la gente, la verdad. Todo el mundo parecía saber muchísimo más de ella que yo, que no sabía absolutamente nada.

Pero ahora, eso sí, les confieso que mi mujer, mi hijo, los gatos que viven debajo de mi casa, el mendigo que duerme en el cajero de la esquina, todos mis vecinos de Chamartín y yo ya sabemos quién es. Estas jornadas de parálisis total de nuestras vidas cotidianas han servido para que nos demos cuenta del gran cariño que siente el público de Madrid por este prodigio de la música global.

Taylor

Lu Tolstova

Y no es que esté indignado con nadie en concreto por todo lo que ha pasado estos días tan cuquis. Siendo seguidor del Real Madrid he asumido estoicamente que en mi zona ya no puedo transitar tranquilamente las jornadas en las que hay partido. Y eso es mucho asumir si tenemos en cuenta que los blancos juegan, y suelen ganar, Liga, Copa y Champions. Hagan cuentas.

Como también he aceptado con benevolencia que el estadio Santiago Bernabéu haya pasado de ser un estadio colosal a una especie de gigantesco crucero metalizado atracado en mitad del Paseo de la Castellana. Pero claro, deben tener en cuenta que yo soy una persona conocida sobre todo por su humanidad y espíritu deportivo. Y además no vivo justo al lado del estadio. Vivo unas pocas manzanas más arriba. Por eso, no sé si la risueña indulgencia con la que yo tolero el corte de calles, los vómitos y basura y el vaivén de hinchas poseídos por licor y otras sustancias tres días por semana es la misma que la de aquellos vecinos que tienen que soportar lo mismo, pero multiplicado hasta el infinito por vivir pegados a la nave intergaláctica de Florentino Pérez.

Es ciertamente inusual que en una ciudad como Madrid haya personas que no puedan aparcar en su calle porque alguien está tocando la guitarra o que no puedan dormir porque no pueden engañar a los decibelios ni con un palé de lexatín. Pero es lo que hay, ¿no les parece?

Un buen amigo mío, gran fanático del Real Madrid, también vive cerca del estadio. Pero su tragedia es aún mayor que la mía porque a él sí le importa el resultado de los partidos. Y es triste sobre todo porque el pobre hombre lleva sin ver un gol en directo desde que se compró la casa hace unos diez años. El rugido violento del estadio siempre le avisa antes que su televisión. Siempre pienso que Dios castiga sin piedra ni palo.

Me imagino que todo el tema de licencias y tal estarán perfectamente en regla. Solo así me explico que esta catarsis del capitalismo haya tenido lugar en mitad de una ciudad. Y yo que me alegro, oiga. No se vayan a creer. Pero hombre, digo yo que Florentino Pérez podría dar un poco más de sí, y eso que ya da mucho, e idear un sistema que permita que nuestros hijos no tengan que recurrir al vodka para dormir sus ochos horas reglamentarias. Para nosotros ya es tarde, pero los chavales también deben tener su oportunidad.

Por lo demás, pues bueno, si usted es propietario de una casa muy cerca del Bernabéu y donde antes veía un futuro prometedor ahora solo ve oscuridad, qué le voy a contar…Muchos pugnamos porque el sector inmobiliario se regule por las leyes del libre mercado, cosa difícil hoy en día, y ya sabemos que bajo esas condiciones justas unas veces se gana y otras se pierde. En este caso, usted pierde. Siempre puede malvenderla o irse a otra y poner la del Bernabéu en alquiler turístico. Obtendrá rentabilidades muy atractivas. Estoy seguro de que, aunque no pueda vivir con su familia donde siempre ha querido, algún ruso pagará un buen dinero por ver a Taylor Swift o a Pedro Sánchez cantando y bailando en sus próximos conciertos.

Lo dicho, unas veces se gana y otras se pierde. ¡Halá Madrid!

  • Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista
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