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Pecados capitalesMayte Alcaraz

La hora de Bolaños

Oportunidad de oro para que aclare por qué una funcionaria que fichó él, como secretario general de Presidencia, apoyó negocietes indebidos mientras cobraba 3.600 euros mensuales como directora de programas del Gabinete de la Presidencia del Gobierno

Actualizada 01:30

Es el momento de que Félix Bolaños haga algo por la justicia en España, de la que es ministro, que no sea torpedearla e insultar a los jueces que osan investigar el turbio entorno del presidente del Gobierno. El instructor Peinado va a acudir hoy al despacho del todopoderoso Bolaños, que ha tenido el detalle de mandarle coche oficial, para que conteste a una pregunta bien sencilla de aclarar: ¿por qué se contrató a Cristina Álvarez como asesora de Moncloa para asistir a Begoña Gómez y, sin embargo, su tiempo generosamente retribuido con fondos públicos lo dedicó sobre todo a hacer negocios para la pareja de Pedro?

Bolaños es el ministro bombero con más poder que las tres vicepresidentas juntas. Lo que pasa es que vestía más al «Gobierno feminista» nombrarlas a ellas que al que de verdad manda, con su tupé pretendidamente descuidado. En 2021 ganó a Iván Redondo y se hizo con los mandos en Moncloa a cambio de perder el último reducto de dignidad para defender a su jefe y las tropelías de sus cercanos. Lo mismo sirve para sacar a Franco del Valle de los Caídos que para hacer de chico de los recados entre Pedro y Carles. Es el escudo humano de su señor y la víctima más sonada del poder argumental de Cayetana Álvarez de Toledo que le deja hecho papilla cada vez que le cuestiona en el Congreso. En el colmo de la auto profecía cumplida, el titular de Justicia bromeó ante la diputada popular sobre el bulo de que iba a ser llamado a declarar: «Usted —dijo Bolaños— sueña con que me salpique algún procedimiento judicial, lamento decirte que va a seguir soñando muchos años». Solo tuvieron vigencia esas palabras diez días, hasta que el juez del 'caso Begoña' le citó como testigo. Por eso, Álvarez de Toledo le recordó, ante el bochorno del ministro, que «he tenido un sueño lúcido».

Félix es parte de la enfermedad de la democracia que padecemos. Pero él nos intenta convencer de que la salud es una ensoñación pasajera y transitoria en la patología sanchista. Es decir, que cuando los medios publican las irregularidades de Begoña y su secretaria, realmente a quien hay que cuestionar es a los periodistas que indagan y no a las investigadas. Bolaños es especialista en colarse en las fiestas y en repetir, como si fuera un mal alumno, cien veces lo de la «ultraderecha». Hoy tiene oportunidad de cambiar el registro que ya nadie se traga y pasar de las musas al teatro, de la frase hecha de que quiere colaborar con la justicia, a hacerlo de verdad. No como Begoña y Cristina, que se negaron a explicar qué diantres hacían la una y la otra convirtiendo la sede del Gobierno de España en una oficina mercantil de una falsa catedrática.

Oportunidad de oro para que aclare por qué una funcionaria que fichó él, como secretario general de Presidencia, apoyó negocietes indebidos mientras cobraba 3.600 euros mensuales como directora de programas del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Constan numerosos correos de la asesora vinculados a la actividad lucrativa de la esposa de Sánchez, incluidos unos cuantos para pedir fondos a firmas privadas. Aunque oficialmente llevaba la gestión de la agenda y la administración de las comunicaciones de la mujer del socialista, además de asuntos de protocolo y seguridad, Álvarez actuó como miembro del equipo privado de Gómez. Y lo sufragamos todo; este ha sido todo un detalle de Bolaños hacia nuestro erario. Cómo olvidar el mensaje de Cristina dirigido al patrocinador de Begoña, Reale, que rezaba así: «Me dice Begoña que te traslade que le encantaría que sigáis como patronos de la cátedra, aunque sea con una cantidad inferior. Dispuestos a colaborar con vosotros en lo que necesitéis». Blanco y en botella, que diría Bolaños…

Hora de que hable Bolaños; está claro que se arriesga a la imputación. Luego vendrá lo de García Ortiz y quién le pidió al fiscal general el expediente tributario del novio de Ayuso, que debería haber sido protegido por el Ministerio Público. Ahí igual el ministro de Justicia también consigue cumplir otro sueño de Cayetana Álvarez de Toledo.

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