Fundado en 1910
En primera líneaJavier Rupérez

La puerta de la Casa Blanca está de nuevo abierta

Pero de aquí al 5 de noviembre la narración es distinta y, como ya perciben los republicanos, las posibilidades de unos y de otros han cobrado nueva forma. Sobre todo, la que no excluye otra derrota electoral de Donald J. Trump

Actualizada 16:21

La renuncia de Joe Biden a la candidatura presidencial americana para las elecciones que tendrán lugar el 5 de noviembre de 2024 ha reabierto una posibilidad que hasta el 21 de julio, momento del anuncio de la retirada, parecía definitivamente cerrada: que un candidato demócrata ganara las elecciones. O, dicho de modo alternativo, que estuviera de antemano garantizada la llegada de Donald J. Trump a la Casa Blanca.

Kamala

Lu Tolstova

Las evidentes carencias físicas del todavía presidente de los Estados Unidos habían encontrado un momento irreversible durante el debate que el 28 de junio había mantenido en la CNN con el pretendiente republicano. Que, como él mismo, Trump, bien apuntaba, recibió como un milagro la supervivencia tras el atentado criminal que estuvo a punto de terminar con su vida. Datos que abiertamente explotados por la maquinaria republicana y dolorosamente encajados por la demócrata parecían apuntar a un resultado preestablecido: Trump era ya el indudable ganador de la contienda. Sin que en el camino estorbaran las numerosas causas penales abiertas por la justicia americana contra su persona –entre las cuales queda pendiente la derivada del golpe de Estado por él propiciado el 6 de enero de 2021 para impedir que el colegio electoral ratificara su derrota en las elecciones de 2020– o la peligrosa tendencia ya mantenida cuando fue presidente hacia un país marcado por el nacionalismo aislacionista del monroviano «América para los americanos». Bajo la nueva formulación del «Make America Great Again». Como si en algún momento en tiempos contemporáneos hubiera dejado de serlo.

Pero de aquí al 5 de noviembre la narración es distinta y, como ya perciben los republicanos, las posibilidades de unos y de otros han cobrado nueva forma. Sobre todo, la que no excluye otra derrota electoral de Donald J. Trump. Claro que para ello es indispensable que los demócratas aprovechen el limitado tiempo disponible para consagrar cuanto antes la candidatura a la presidencia –que sin duda alguna debería recaer en Kamala Harris– y articulen su oferta sin vacilaciones, con claridad, contundencia y alcance nacional. Ya que no es solo el lugar del presidente el que sale a concurso sino también el tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes, junto con la miríada de puestos estatales y locales que serán elegidos el mismo 5 de noviembre. Y para todos ellos el mensaje demócrata debería ser contundente, como el que ya formulara Madeleine Albright cuando en sus años como Secretaria de Estado bautizó al país como «la nación indispensable».

Para continuar siéndolo, en beneficio de sus propios ciudadanos y de todos aquellos que en el mundo quieren compartir un programa de paz, libertad, democracia y prosperidad, sería harto necesario que el nacional populismo que lleva la firma de Trump, delincuente convicto y confeso por lo demás, no siga alimentando las profundas simas de polarización que el país experimenta. Y a las cuales, como se observa en el terreno internacional, prestan cuidadosa pleitesía los siervos de la causa, como el húngaro Orbán o la francesa Le Pen. Y recordar conviene que cuando se trata de utilizar la desinformación a la que los rusos putinitas son tan aficionados, el beneficiado es siempre Trump. O es el separatismo catalán. Porque para Moscú todo sirve con tal de alentar la destrucción de la coherencia occidental y democrática.

En esto de las elecciones, como bien sabemos, nada está escrito y todo puede ocurrir. Hasta que Trump pierda. Posibilidad que hoy, muy a diferencia de ayer, ya existe. Porque la contienda que desde la otra orilla del Atlántico contemplamos no es la habitual entre republicanos y demócratas sino la terminal entre los que, con todos sus errores, siguen creyendo en el sistema constitucional que da vida a la ciudadanía y los que tienen como único objetivo destruir la arquitectura existente en beneficio de sus propias aspiraciones de poder. Dicho de otra manera: si no queremos que Putin se siente en el vestíbulo de nuestra comunidad y acabe por controlar nuestras vidas y haciendas, es importante que Trump no gane las elecciones que en los Estados Unidos de America tendrán lugar el 5 de noviembre de 2024. Amen.

  • Javier Rupérez fue embajador de España ante la OTAN
comentarios

Más de En Primera Línea

tracking