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tribunaAntonio Bascones

¿Puede la escritura y la lectura mejorar nuestra forma de pensar y actuar?

El periodista, en otro orden de cosas, es lo mismo. Trata de inmiscuirse en los problemas de la actualidad, sumergirse en ellos, mezclarse con las soluciones, expresar sus juicios, tratando de agavillar conceptos e ideas que aclaren las dudas que afectan a las personas. De su buen hacer depende la bondad del intento

Actualizada 10:36

Estamos en el momento del desarrollo de la sociedad en que, actividades como leer y escribir nos alejan de los problemas de la cotidianeidad y nos sitúan en un plano diferente, por no decir superior. Vemos los problemas desde otros ángulos de vista, con perspectivas distintas que hacen que no nos agobie la realidad que nos envuelve, el vacío que nos rodea. En los tiempos que corren esto es una cura que viene bien a nuestro confort psíquico.

Escribir significa liberarse, exponer algo que quieres contar de una manera sencilla pero también inteligente. Contar cosas que lleven al lector a confundirse con los personajes y con las ideas expuestas. El autor debe mezclarse con ellos y tratar de emocionarse al contar algo. Sin emoción no hay un buen escritor. Cuando la palabra escrita ve la luz, algo de nosotros vuela y huye para dejar de ser nuestro. Se distancia y se eleva para ser de otros, de aquellos que nos leen, de aquellos para los que fue escrita. Ése es el secreto de la escritura y ése es el núcleo central sobre el que pivota nuestra razón de ser.

Escribir no es fácil. Requiere mucho trabajo, tesón y horas de lectura. El iniciar y terminar una historia, un artículo, un reportaje es, en mi opinión, lo más complicado. La trama, muchas veces, se desarrolla sola según va avanzando el ritmo de la novela. El fenómeno de la emoción, es para mí, lo fundamental en el arte de la escritura. Si no te emocionas con lo que haces difícil será que cumplas con el objetivo. Es obligado transmitir esta emoción al lector, hacerle partícipe de nuestro pensamiento, tratar que se identifique con la lectura de lo que hemos escrito y que su forma de pensar revolotee con nuestras palabras hacia cotas insospechadas.

Es necesario «expulsar» lo que tenemos en nuestro interior. Para ello hay que ensimismarse, como decía Zubiri, y buscar nuestro yo más profundo; pedir respuestas a nuestras preguntas, a nuestro ser más íntimo y seguro que nos las da si buceamos en nuestro interior.

Desde siempre, a lo largo de los tiempos hemos visto médicos y personas relacionadas con la salud que escriben y cuentan historias. Son sujetos proclives a tener una relación médico- paciente, que los lleva a buscar lo más profundo de los seres, de aquellos que sufren, de aquellos que presentan patologías relacionadas con la angustia vital, con la ansiedad. En definitiva, con los problemas diarios con los que nos toca deambular. El periodista, en otro orden de cosas, es lo mismo. Trata de inmiscuirse en los problemas de la actualidad, sumergirse en ellos, mezclarse con las soluciones, expresar sus juicios, tratando de agavillar conceptos e ideas que aclaren las dudas que afectan a las personas. De su buen hacer depende la bondad del intento.

Por ello, creo que el sentarse en la mesa del despacho ante una cuartilla en blanco y volcar nuestros pensamientos, es una actitud positiva que nos va a ayudar a desarrollar nuestra forma de vida de una manera más acorde con el espíritu humanístico que debe imperar en todas nuestras acciones. Además, hay que señalar que el escribir exacerba también la necesidad de la lectura, con lo que tenemos ya dos bondades: leer y escribir. Y si además tratamos de compartir nuestros conocimientos habremos conseguido una tercera fortaleza: una cualidad para poder ser útiles a los demás.

La escritura no solo nos ayuda en la vida en general, en el contacto con otras personas, sino también en nuestro ejercicio profesional para entender mejor a los mortales con los que nos relacionamos.

Un buen lector, sabe cómo encauzar un debate, una forma diferente de ver la vida, un contraste de pareceres. Si en las discusiones políticas, tan de moda en los tiempos actuales, los interlocutores fueran instruidos, la mayor parte de lo que dicen no lo dirían, pues sus frases son mentiras, mal construidas y llenas de un nihilismo y relativismo ayuno de comportamientos correctos. La lectura es lo que nos aporta, pensamiento, valores, principios que hacen que nuestra forma de actuar, pensar y decir sea distinta y siempre hecha con contribuciones positivas.

Estamos en el día de San Jorge, el día que se celebra el libro. Regalamos libros, estimulamos la lectura. Es un día grande. Sería importante que aprovecháramos para cambiar nuestra actitud y nos propusiéramos leer. Zambullirse en un libro, abismarse en lo que dice, es un ejercicio sano. Estoy seguro que nuestro nivel de ver los problemas adquiriría un plano superior y distante. Se verían las cosas de manera diferente.

  • Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de Doctores de España
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