Fundado en 1910
TribunaGonzalo Ortiz

Por qué no soltará el poder Maduro

La detención esta semana del jefe de seguridad de Machado confirma que la intención de Maduro es conservar el poder a toda costa, sea cual sea el resultado electoral

Actualizada 07:17

El líder bolivariano de Venezuela, Nicolás Maduro, lleva en el poder desde 2013. Antes fue ministro de Asuntos Exteriores, y antes sindicalista y conductor de autobuses. Se enfrenta el próximo 28 de julio a unas elecciones presidenciales, frente al diplomático jubilado, Edmundo González, que nunca hubiera pensado en presentarse a la más alta magistratura del país, si no fuera porque el régimen inhabilitó a María Corina Machado, que había sido votada abrumadoramente en unas primarias como candidata de la oposición.

La detención esta semana del jefe de seguridad de Machado confirma que la intención de Maduro es conservar el poder a toda costa, sea cual sea el resultado electoral. Los regímenes dictatoriales latinoamericanos (los dos más evidentes son Díaz-Cañel en Cuba y Ortega en Nicaragua) siguen el principio del Grupo de Puebla de que una vez conquistado el poder no se suelta en ningún caso.

¿Qué procedimientos va a utilizar (está utilizando) Maduro para asegurarse su continuidad?

1. Interferencias en el proceso electoral.

El Consejo Nacional Electoral está dominado por el régimen. En el censo han desaparecido 7 millones de venezolanos que han huido al exterior, y al ciudadano venezolano en el extranjero se le priva de voto. El voto se compra con premios (beneficiarios de cajitas de alimentos a los tenedores del carnet patriótico), se extienden las pensiones a los partidarios del régimen, o se crean puestos de trabajo en el Estado para los seguidores.

Adicionalmente, se utilizan otras estratagemas como el cierre o desplazamiento de los colegios electorales, se anima a los militantes del partido dominante (el PSUV ) a que voten a primera hora de la mañana (y luego se anticipa su cierre), se intimida los representantes de la oposición en los colegios electorales, o se instrumenta la llamada «operación remolque» para que voten obligatoriamente todos los empleados públicos a sueldo.

Ni qué decir tiene que no quieren misiones electorales (ONU, Centro Carter) y han excluido a la de observación de la Unión Europea. En cuanto al conteo, ya en pasadas elecciones la empresa informática habría reconocido que se habían regalado decenas de miles de votos al autócrata.

2. Fidelidad del Ejército y de la fuerzas paramilitares.

El régimen cuenta con la fidelidad inquebrantable de una extensa cúpula de generales, muy beneficiada económicamente por el régimen. Al frente del Ministerio de Defensa está el general Padrino, muy próximo al presidente. Los generales pueden ganar poco en nómina pero sus emolumentos, en realidad, se multiplican con toda clase de prebendas. Y si faltara motivación se saca una reivindicación territorial sobre la región de Esequibo en Guyana.

Otro tanto cabría decir de las fuerzas paramilitares (especie de Comités de Defensa de la Revolución de Cuba) que fueron especialmente efectivas contra las oleadas de manifestantes en 2017, cuando, motorizados, se lanzaban sobre los estudiantes. Hay que contar, en fin, con los centenares de cubanos que trabajan incrustados en los servicios de seguridad.

3. Control absoluto de las instituciones del Estado.

En Venezuela no hay Poder Legislativo ni Poder Judicial independiente. Cuando el régimen perdió las elecciones legislativas en 2015, se creó en paralelo una «Asamblea Nacional Constituyente» encargada de difuminar o anular cualquier decisión del poder legislativo legítímo. Cuando Antonio Ledezma ganó las elecciones para la Alcaldía de Caracas, Chávez creó un gobierno regional paralelo y le dejó sin presupuesto y sin competencias.

En estos 11 años de madurismo, más los 14 de chavismo, el régimen ha cambiado los jueces e instalado incondicionales en las Fiscalía, la Contraloría, el Consejo Nacional Electoral, el Defensor del Pueblo y todo tipo de instituciones reguladoras encargadas de funcionar como contrapoder en cualquier régimen democrático.

4. Control de los medios de comunicación.

Este control se potencia con nacionalizaciones y subvenciones a periódicos y emisoras amigos, y al contrario, se pone fuera de la ley a los medios críticos (hay infinidad de ejemplos, quizá el más emblemático, el del diario El Nacional de Caracas, expropiado y al que se le aplican además multas millonarias). El chavismo tiene periodistas a sueldo encargados de perseguir todo lo que huela a oposición.

5. El apoyo de «regímenes hermanos» del grupo de Puebla/Sao Paulo.

Junto a los mencionados Cuba y Nicaragua, Maduro goza de la simpatía de algunos vecinos (Lula, Petro, y otros) y la “proximidad“ con Rusia, China e Irán. La Unión Europea se muestra tibia y los Estados Unidos tienen mejores causas en qué pensar (aunque hay negociaciones secretas en marcha). El Vaticano también mira hacia otro lado , a pesar de que el papa negro (el superior de los jesuitas), el venezolano Arturo Sosa, tiene información de primera mano sobre la crítica situación económica y social, y de derechos humanos en la república.

Edmundo González y la libertad van a ganar las elecciones el 28 de julio. Pero Maduro ya tiene preparado los artilugios para inhabilitarlo y/o torcer el resultado electoral. Todos los acuerdos que ha suscrito con la oposición (el último en Barbados con el «excelente» trabajo de José Luis Zapatero) han resultado luego papel mojado. El otro día, el periodista mexicano estadounidense Jorge Ramos, se planteaba la siguiente pregunta: «¿Existe la posibilidad de que deje el poder?» Le contesto con una frase de Guillermo Salas: «El mayor problema para el chavismo será hacer creíble su fraude electoral».

  • Gonzalo Ortiz es embajador de España
comentarios

Más de Tribuna

tracking