Un 'nuevo tiempo político' para el Parlamento Europeo
De acuerdo con las estadísticas internacionales se aprecia que los jóvenes asiáticos ven el futuro con mucho más optimismo que los europeos, y según el informe Pisa se observa la pérdida de posiciones en educación en casi todos los ámbitos
En una interesante mesa organizada el pasado 18 de junio por el Instituto Elcano se planteaba el futuro del Parlamento Europeo (en adelante PE), tras las elecciones del 9 de junio. El panel pecaba de monocorde, hubo ausencia de elementos de crítica, y con el planteamiento del oficialismo de lo que preocupa en Europa es el «auge de la derecha y ultraderecha». Lo que parece indudable es que se inaugura un 'nuevo tiempo político', con un deslizamiento probable hacia el conservadurismo dados los resultados electorales.
El período parlamentario de 2019-2024 ha sido muy afectado por varios hechos imprevistos, especialmente la pandemia del coronavirus, y la «acción militar especial» de Putin en Ucrania. Y como reacción a estos dos mazazos se ha abierto barra libre en los déficits de los estados en una política de gasto hasta entonces desconocida en la UE. Simultáneamente se ha producido la trasformación del modelo energético europeo, con el corte, al menos por el momento, de los suministros de gas ruso a Alemania y la progresiva transformación energética hacia fuentes renovables alejadas del petróleo y del gas.
En las elecciones se han digerido algunas novedades (la desaparición de los representantes británicos) pero hay constantes como la baja participación, la ausencia de los problemas generales en provecho de temas nacionales, y la elección de «outsiders» que traen propuestas originales o radicales para 'turbar' la tranquilidad del PE, acostumbrado a sus privilegios y a la falta de intervención en las decisiones importantes. Un gran elefante muy costoso en los últimos tiempos, ansioso de legislar profusamente, y a menudo, alejado de la realidad. El problema más grave que afecta al PE es su desconexión con el electorado. Estas elecciones se consideran siempre en los países miembros como de 'segunda', y a menudo acceden políticos 'amortizados' a los que hay que colocar en posiciones bien remuneradas (el caso contrario fue el de Fernando Suárez, recientemente fallecido, a quien el PP colocó en Europa porque estorbaba en política nacional)
El período 2019-2024 ha estado caracterizado por la 'gran coalición' entre los representantes de los partidos populares, socialistas, y liberales. Hay, además, una pléyade de bloques políticos y otros no incluidos en agrupaciones (como es el caso del AfD alemán) y los no inscritos (como Puigdemont). Quedan por cubrir los cuatro puestos trascendentales de la UE, presidente del Consejo, presidente de la Comisión, presidente del Parlamento y Alto Representante para Asuntos Exteriores. La probable confirmación del socialista moderado portugués Antonio Costa y la estonia revelación Kaja Kallas en la troika dirigente (junto con Von der Leyen) vigorizará, sin duda, las instituciones con la sustitución del 'desaparecido' Charles Michel y del demasiado indulgente con las dictaduras latinoamericanas José Borrell.
En el referido panel del Instituto Elcano se afirmaba que el centro había «aguantado» pero... el PSOE está en el centro? Observando cómo se está desmantelando el Estado de derecho es difícil afirmar que el Gobierno español ocupe posiciones centristas.
Pero es que además, la UE ha sido incapaz de afrontar la verdadera problemática que afecta al continente, singularmente: baja demografía, pérdida de competitividad, ausencia de una política eficaz para combatir el «tsunami» de la inmigración ilegal, e incapacidad de financiar un Estado de bienestar, demasiado costoso. A estos problemas habría que añadir la política agraria que se ha metamorfoseado en política medioambiental, con un burocratismo excesivo que ahoga a las empresas del sector. En definitiva, un montón de desafíos. Aunque no se puede acusar al PE por los fallos políticos cuya responsabilidad principal corresponde al Consejo Europeo y a la Comisión. El «nuevo tiempo político» se inaugura con la presidencia húngara, donde Viktor Orban hará valer su proximidad con los líderes de Rusia y de la China Popular, y esto, quizá, nos depare sorpresas. Y en el horizonte próximo está la elección presidencial de los EE.UU. que puede alterar los equilibrios en las relaciones atlánticas.
Otros retos que no cabe olvidar son:
1. La ampliación planteada de seis países balcánicos, más las de Moldavia, Georgia y… Ucrania.
2 La creación de un fondo anticíclico que sea capaz de hacer frente a turbulencias financieras.
3 La reforma del programa de inmigración y asilo, considerada insuficiente por 15 países miembros.
4 La definición de un marco presupuestario plurianual y la vuelta a la ortodoxia financiera.
Europa ha perdido la iniciativa innovadora que tuvo cuando creó Airbus, o cuando empresas como Nokia o Siemens estaban a la vanguardia en móviles. Se dice que de las 60 grandes empresas más innovadoras en el mundo, 50 son asiáticas, 10 norteamericanas y ninguna europea.
De acuerdo con las estadísticas internacionales se aprecia que los jóvenes asiáticos ven el futuro con mucho más optimismo que los europeos, y según el informe Pisa se observa la pérdida de posiciones en educación en casi todos los ámbitos. El PE seguirá funcionando con elevada dosis de inercia, y quizás contribuyendo al descontento que alienta posiciones extremistas a la derecha y a la izquierda (por poner dos ejemplos en este ámbito, el nuevo «Front populaire» francés y la coalición de izquierdas en Finlandia). Pero, ojalá, en esos cinco años el viento vuelva a soplar en la buena dirección, y el PE se «reencuentre» con su electorado.
- Gonzalo Ortiz es embajador de España