El colectivo QWERTY
Breve aproximación a la tontería, que a todos, idiotas y listos, nos hermana
Cuando Julio Llorente escribió su Elogio del vanidoso pensé en que la tontería, o la tontuna –como lo llama mi abuela–, así como la mayor subespecie de la historia de la humanidad que la practica, los tontos, bien nos merecíamos unas líneas sin ser mencionados de rebote o de forma despectiva por los listos. Estos, desde sus atalayas tuiteras, desde sus cátedras de hilos y destacados, desde sus ensayos que calzan sofás de Ikea, siempre nos han tenido en una bajísima estima y, en una singularidad cósmica de difícil explicación, nos consideran un enemigo peligroso porque requerimos muchas atenciones, muchos inputs marquetinianos para hacernos operativos y funcionales a sus nobles propósitos.
Explicar sucintamente cómo hemos conseguido subsistir como bloque cohesionado a todas las catástrofes acontecidas desde el primer tropezón en el Edén hasta el último meme de Ronald Koeman, Pedro Sánchez o el Papa Francisco, no es una tarea fácil. A los listos no les cabe en la cabeza que, al no cumplir con las máximas nietzschianas de ser altos, fuertes, bien proporcionados y rigurosos en nuestros principios, de no tener más tabletas de chocolate que las deglutidas, hayamos conseguido llegar con mayoría absoluta cualificada hasta hoy. Y, visto lo visto, no tiene pinta de que vaya a ser distinto mañana.
Somos los conquistadores del futuro y esto se debe a que no tenemos competencia en lo que a cabezonería y engreimiento se refiere
Sin embargo, a los hechos me remito. Aquí estamos. Somos los conquistadores del futuro y esto se debe a que no tenemos competencia en lo que a cabezonería y engreimiento se refiere. Somos un cóctel de disparates, al más puro estilo del gobernante de Barataria, dispuestos a estar en primera fila de las causas ajenas y abanderar los idearios de turno que, ni entendemos muy bien, ni sabemos tampoco a dónde nos lleva. Podemos presumir de formar parte del colectivo QWERTY y gritar a los cuatro vientos que nuestro género es el único verdaderamente fluido porque no hay órgano colgante que se libre de hacer tonterías. Sabemos mimetizarnos, colarnos en consejos de administración, en equipos de fútbol, en ministerios y hasta en algún que otro púlpito. Somos muy buenos creando expectativas ilusorias y se nos da de perlas soltar chapas inanes e infumables.
Estamos en todos los sitios, distraídos o atentos, esperando nuestra oportunidad para probarnos, para hacer algún drible hacia ninguna parte; como en la primera temporada de Vinícius, como en los últimos años de Isco.
Queremos una oportunidad. ¡Listos, brindádnosla! ¡No os vamos a defraudar! Y si lo hacemos, no pasa nada. Somos legión. Lo que, por alguna razón que no sabemos, Dios ha permitido que sea así. Loado sea.
Ahora, todos, juntos, hermanados en la posibilidad de meter la pata día sí y día también, avancemos con paz, paso firme y corazón, hasta nuestro próximo destino: volver a cagarla y ser perdonados.