Luigi Giussani: buscaba la Belleza y encontró a Cristo
Se cumplen cien años del nacimiento del sacerdote italiano, un hombre que vivió el cristianismo como encuentro y, fruto de ello, fundó el movimiento de Comunión y Liberación
«¿Se puede vivir así?». Esta pregunta persiguió a Luigi Giovanni Giussani (15 de octubre de 1922 – 22 de febrero de 2005) a lo largo de toda su vida. Nacido en Desio, un pequeño pueblo de la Brianza, al norte de Milán, creció con sencillez: su padre, Beniamino, fue delineante y tallista, y su madre, Angelina Gelosa, obrera del sector textil. Él socialista y ella católica, ambos fueron fundamentales para la formación humana y religiosa del joven Giussani.
Con solo 11 años, tocado especialmente por esa relación que sería constitutiva para él, entró en el seminario y se ordenó como sacerdote en 1945. En el liceo la literatura fue una de sus grandes pasiones: en especial, el poeta Leopardi se convertiría en un gran compañero de camino: «Pensé que Leopardi era, mil ochocientos años después, un mendigo de ese acontecimiento que ya había tenido lugar, y que san Juan anunciaba: El Verbo se hizo carne».
La pasión por la belleza y el cuidado por los gestos cotidianos fueron dos de los rasgos de su personalidad que más llamaron la atención de aquellos que frecuentaron su compañía. «Si la belleza es el resplandor de la verdad, entonces el gusto, la estética, el gusto estético, es el modo en que el hombre percibe la verdad», decía. Tras su ordenación sacerdotal, permaneció en el seminario para proseguir los estudios, y en 1954 se doctoró en Teología. Sin embargo, en esos años Giussani empezó a advertir que en la aparente buena salud de la vida del catolicismo italiano, con las iglesias llenas y millones de votos para la Democracia Cristiana, se atisbaba una crisis profunda: el divorcio entre fe y vida, la tradición en contraste con la mentalidad común, la moral reducida a moralismo. Aun conociendo la doctrina y los dogmas, los jóvenes permanecían profundamente «ignorantes» de todo lo que era la Iglesia.
Movido por esta percepción, empezó a dar clases de Religión en un liceo. El contenido de sus clases por aquellos años se centró en los temas que en los que incidió a lo largo de su itinerario humano y educativo: el sentido religioso y la racionalidad de la fe, la hipótesis y la realidad de la Revelación, la pedagogía de Cristo al revelarse, la naturaleza de la Iglesia como continuidad de la presencia de Cristo en la historia hasta hoy. Su presencia en la enseñanza dio un nuevo impulso a Gioventù Studentesca (el nombre de la Acción Católica italiana en la enseñanza superior) y le proporcionó el carácter de un verdadero Movimiento. Así nacía Comunión y Liberación.
Un camino de fe compartida
En 1964 Giussani comenzó a enseñar Introducción a la teología en la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán, cátedra que mantendrá hasta 1990. La síntesis orgánica de esta enseñanza se publicará entre 1986 y 1992 en los tres volúmenes del Curso Básico de Cristianismo: El sentido religioso, Los orígenes de la pretensión cristiana, Por qué la Iglesia. En 1968 Gioventù Studentesca, arrastrada por el vendaval de la revolución, vio cómo muchos de sus miembros se adherían al Movimiento estudiantil, abandonando la experiencia cristiana. En este mismo año Giussani sentó las bases para una renovación de la experiencia original del Movimiento, y al año siguiente nacía el nombre Comunión y Liberación. En los 70 creció en todos los ámbitos, motivo por el que Giussani recordó la «verdadera naturaleza» de CL como experiencia de camino en la fe, indicando insistentemente las «derivas» en sentido intelectualista, organizativo y político.
En los años siguientes se consolida el Movimiento, y Giussani entra en relación (y amistad) con Juan Pablo II, el cardenal Ratzinger y el reverendo Shodo Habukawa, una de las figuras destacadas del budismo «Shingon». Aunque comienza a estar muy enfermo, en los años 90 escribe sus grandes meditaciones: Reconocer a Cristo, El tiempo y el templo y Está porque actúa, expresiones de una excepcional etapa creativa centrada en los temas del acontecimiento cristiano y del misterio de Dios. Publica ¿Se puede vivir así? y Crear huellas en la historia del mundo, dos textos fundamentales para comprender su concepción del cristianismo, y empieza la colección «Los libros del espíritu cristiano» y la colección de música clásica Spirto gentil.
En 2004 obtiene del Arzobispo de Madrid, cardenal Antonio Rouco Varela, el permiso para que Julián Carrón se traslade a Milán para compartir con él la guía de Comunión y Liberación. Es del nuevo milenio el extraordinario intercambio epistolar con el Papa Juan Pablo II, entre 2002 y 2004, que culminará con una carta en la que don Giussani escribe: «No solo no pretendí nunca ‘fundar’ nada, sino que el genio del movimiento que he visto nacer consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de volver a los aspectos elementales del cristianismo, es decir, la pasión por el hecho cristiano como tal, en sus elementos originales y nada más». El 22 de febrero de 2005, muere en su habitación de Milán.