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18 de mayo de 2024

Ignacio Cruchaga, con barba, en el centro de la imagen

Ignacio Cruchaga, con barba, en el centro de la imagen

Estuvo recluido en Neuengamme y Dachau

Ignacio Cruchaga, el único religioso español preso en la Alemania nazi

El hermano de Lasalle fue detenido en 1944, obligado a trabajar en condiciones inhumanas y terminó sus días como misionero en África

Por el brutal sistema carcelario de la Alemania nazi pasaron varios miles de religiosos de las diferentes confesiones, sobre todo católicos. Miles de sacerdotes, seminaristas y monjes que procedían de Francia, Alemania y Polonia fueron encerrados en los campos de exterminio. De nuestro país solo hubo un religioso –que se haya documentado– que padeció la misma suerte: el lasallista Ignacio Cruchaga. «Fue el único religioso español prisionero en la Alemania nazi», explica el profesor de Historia de la UNED Juan Pedro Rodríguez Hernández en un artículo publicado en la revista Estudios de Historia de España.
Cruchaga, que en su congregación recibió el nombre de hermano Miguel Rafael, explicó su periplo en un escrito que publicó en 1999 –pocas semanas antes de fallecer– y que ha recogido el profesor Rodríguez Hernández. Natural de Villatuerta (Navarra), comenzó su formación religiosa en 1927 en el noviciado lasallista de Premiá de Mar (Barcelona). En 1933, los superiores le enviaron a Bettange sur Mer (Luxemburgo), –lo que supuso, probablemente, que salvara la vida, al evitar la Guerra Civil española– para estudiar Magisterio. Allí fue profesor en el noviciado y, posteriormente, en varios colegios franceses.
El religioso español, con barba, en la isla africana de Reunión

El religioso español, con barba, en la isla africana de Reunión

En Murat, una localidad de la Francia de Vichy que fue invadida por Alemania en 1944, fue detenido junto a otros religiosos lasallistas y varios profesores seglares del colegio. Fueron llevados al campo de concentración de Neuengamme, junto a Hamburgo. «Tres días de viaje en vagones para caballos. En medio de la noche, el vagón se abre y nos cuentan… no falta nadie. Antes se habían oído tiroteos: habían abierto un vagón y se escaparon 17. No se hablará más de ellos… Se supone que les cogieron los alemanes y los fusilaron. En otro vagón habían conseguido abrirlo. Los 60 más los 43 del primer vagón, un total de 103, fueron encerrados desnudos al llegar a Neuengamme. Escenas atroces: unos llegaron muertos, otros perdieron el juicio. Uno de ellos, loco, estuvo uno o dos días en la misma barraca que yo. Luego, desapareció», rememoró años después el religioso español.

El preso número 36219

En diciembre de 1944, Cruchaga fue trasladado, junto a otros religiosos, a Dachau. «Al llegar al campo de concentración, ducha, pero antes nos afeitan todo el cuerpo. Todos los efectos personales los dejan en un saco con nuestro número. El mío es el 36219. Nos vistieron de una manera ridícula y calzados con una especie de sandalias con suela de madera. Y para ir al barracón hay que ir al paso militar; uno, dos, tres…», prosiguió.
Las condiciones de vida de los presos eran, como se sabe, espantosas. «Sopa de pescado; ¡si no es más que sal! Y aunque no era más que sal yo me la comí porque con el hambre que tenía, a mí me parecía pescado. Minutos después apenas sí pude llegar hasta la cama, porque me temblaban todos los miembros de mi cuerpo», recordaba el religioso de Lasalle. «Se castigaban los robos, las camas mal hechas. Nos pegan los jefecillos prisioneros como nosotros, capos, capataces. Los SS, de una manera general, estaban lejos de nosotros y no se metían en el trabajo. A mí me han pegado los jefecillos del trabajo en el barracón varias veces: al volver un día al barracón a medianoche, después de haber descargado una barca de carbón, nos castigaron por tener las camas mal hechas», señalaba.

Destinado a África

La liberación del campo de Dachau tuvo lugar el 29 de abril de 1945 por tropas norteamericanas. Unas semanas después, el hermano Cruchaga fue repatriado a Francia. «En Murat recibí una acogida triunfal. Entre los frailes que arrestaron los nazis, dos no habían vuelto de Alemania», lamentaba.
Para el religioso comenzaba una nueva etapa de su vida. En 1949 fue destinado a África. En Madagascar, Yibuti y Reunión se dedicó a la enseñanza en diferentes noviciados y colegios. Falleció el 14 de octubre de 1999. Está enterrado en el cementerio de Saint Denis, en la isla de Reunión.
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