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Villa Teresita

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Villa Teresita, un hogar para la mujer que quiere dejar la prostitución

El Debate visita Villa Teresita en Madrid y conversa con las religiosas que hoy se están jugando el tipo, a causa de las amenazas de proxenetas y mafias

¿Cómo ayudar a una mujer, obligada por la fuerza o circunstancias, a vender su cuerpo? Si bien la industria del sexo en España es una de las más importantes del mundo, apenas hay datos oficiales. El Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CITCO) del Ministerio del Interior cifró en aproximadamente 45.000 mujeres víctimas de la trata en 2012.

Según sociólogos, este dato corresponde solo a las mujeres que están en situación de trata. Se calcula que, en total, hay entre 100.000 y 120.000 mujeres dedicadas a la prostitución en nuestro país. De ellas, el 20 por ciento son españolas.

Estas mujeres están encontrando un hogar, gracias al cariño y acogida de las religiosas de Villa Teresita, que conforman el instituto religioso de las Auxiliares del Buen Pastor.

El Debate ha visitado Villa Teresita en Madrid, y podido conversar con las religiosas que hoy se están jugando el tipo, a causa de las amenazas de proxenetas y mafias. Evitamos, por este motivo, a petición expresa, ofrecer dirección, y nombres, en especial, de las mujeres que aquí han encontrado un refugio, una comunidad y esperanza para una nueva vida.

«Recibir a las mujeres como un tesoro»

La hermana que dirige esta casa nos revela en qué consiste su vocación: «Recibir a las mujeres como un tesoro».

«Nosotras intentamos ayudarlas como si de una familia se tratase, ofreciéndoles una atención integral –sanitaria, educativa, psicológica, laboral, jurídica, social...– pero sabiendo que lo afectivo es siempre lo más efectivo».

Por eso, los vínculos creados con las mujeres van más allá del puro asistencialismo: «Se trata de relaciones de amistad que perduran a lo largo de los años».

«Todas inmigrantes, se van de su país, creyendo que vienen a trabajar, pero luego se encuentran con las mafias, les quitan los documentos y las ponen a prostituirse. Les da miedo irse, ya que las mafias, ejercen presión a la familia, ya que hay deudas de dinero»

Cuando una mujer entra en las casas de «Villa Teresita» no tiene fecha de salida, es decir, «acompañamos en procesos personales que pueden durar años, que tiene altibajos, idas y venidas…».

Las mafias nunca han llegado a nuestras casas, ellas no dan pistas a la familia de donde se encuentran

La responsable de esta comunidad reconoce que acogen a cada mujer como «tierra sagrada» y confiesa que con frecuencia son las religiosas las evangelizadas: «merece la pena con creces vivir así».

Así empezó todo

Todo comenzó en 1942, cuando una muchacha joven, Isabel Garbayo, atendiendo a niños tuberculosos en el hospital, oyó unos gritos de mujeres. Al preguntar por ellas, se enteró de que eran mujeres enfermas de sífilis, que se encontraban en un pabellón aparte, cerradas bajo llave, a las que nadie podía visitar.

Tras insistir, la dejaron pasar y a partir de ese día acudía todos los días a verlas, crearon lazos de amistad. De esta manera surgió la primera casa de «Villa Teresita» y la andadura de una comunidad de mujeres consagradas a Dios y a los más pobres.

Las mujeres de Villa Teresita

Las mujeres de Villa Teresita

Un hogar

Actualmente, disponen de una red de casas de acogida y proyectos de atención global e integral entre los que se realiza una asistencia social, asesoría jurídica, atención sanitaria y psicológica, formación laboral y alfabetización. Están presentes, además de Madrid, en Valencia, Sevilla, Las Palmas y Pamplona.

Una ayuda decisiva a «Villa Teresita» la ofrecen los voluntarios, que salen a la calle para buscar a mujeres que puedan estar en peligro. Antes de empezar su misión, se busca que adquieran experiencia para saber a lo que se enfrentan. «Van a encontrar mujeres que han pasado por las peores realidades y tienen una sensibilidad extremadamente diferente a la de cualquier otro ser humano», «al principio tienen miedo y no se abren, luego cando van entendiendo la lengua nos van contando. Las mujeres africanas tienen itinerarios larguísimos. Muchas no saben ni la ciudad en la que están, las que han pasado por Libia o Marruecos, llegan maltratadas y violadas. Hay varios casos de mujeres que han llegado, que nos han contado que venían con su hijo y falleció en el camino» ,explica la religiosa.

Cada mujer es «tierra sagrada»

En las casas no todas las mujeres acogidas son católicas, explica la responsable de «Villa Teresita» en Madrid. «Muchas son creyentes, especialmente las inmigrantes, pero también hemos compartido nuestro hogar con ateas o de otras confesiones, y nunca hemos tenido problemas porque el lenguaje del amor lo entiende todo el mundo».

La vida comunitaria de las religiosas es también un testimonio natural para las acogidas. «Nosotras solo proponemos, respetando siempre los ritmos de cada mujer».

Todas sus casas son fraternidades, pequeños hogares, en las que conviven como familia con mujeres y niños procedentes de contextos de exclusión. Todas se llaman «Villa Teresita», el nombre de santa Teresita de Lisieaux. Buscan hacer vida su espiritualidad: la centralidad del amor, el abandono confiado en el Dios de la misericordia, la importancia y el cuidado de lo pequeño.

Isabel Garbayo resumía con estas palabras la misión de «Villa Teresita»: «Que todas sepan que el hogar que se les brinda es la casa de Dios, en la que todas están invitadas, acogidas con gozo y gratitud por las hermanas que las aman, y miren estas su entrada en la casa como si entrara un tesoro».

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