Debate en el Reino Unido
«Se avergüenzan de Dios»: la crítica a la tibia respuesta de los anglicanos ante la eutanasia
Cargan contra el arzobispo de Canterbury por no aportar ni un solo argumento teológico contra el suicidio asistido: «Es el líder de una Iglesia en rápida disminución»
La Iglesia de Inglaterra ha alzado tímidamente su voz contra el proyecto del Gobierno británico de legalizar la eutanasia en el país. Esta tibieza contrasta con la actitud mucho más decidida y contundente que han mostrado numerosos obispos católicos en contra de la ley, llegando a tildarla de nazi.
El arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Justin Welby, acaba de publicar una carta en la que muestra su oposición a la eutanasia que ha sido criticada por muchos por su falta de firmeza. «Fue reconfortante escuchar la contribución del arzobispo de Canterbury al debate sobre la muerte asistida, pero en su entusiasta elogio faltó por completo cualquier referencia a esa figura oscura y arcana que algunos de ustedes recordarán: Dios», ironizó Rod Liddle, un conocido columnista de The Times. Abundando en su ironía, el periodista se refirió también «a ese famoso libro sobre Él del que a veces leen fragmentos en la iglesia».
Efectivamente, en la breve misiva –apenas cuatro párrafos– de Welby sobre el suicidio asistido a raíz del nuevo proyecto de ley presentado en la Cámara de los Comunes el pasado 16 de octubre, el arzobispo de Canterbury habla de compasión, de sufrimiento, de seres queridos, de morir con dignidad, de financiación y de buenas intenciones, pero esquiva cualquier referencia trascendente. «Al escuchar a Justin, a veces me preocupa que esté un poco avergonzado de Dios y que, tal vez, estuviera deseando que lo dejaran arrinconado en un banco, como una especie de Jack Grealish (un jugador de fútbol británico) ectoplasmático», prosigue Liddle. La actitud del prelado anglicano, para el columnista, es «perfectamente razonable para un humanista y, pensándolo bien, para el líder de una Iglesia en rápida disminución que carece de cualquier vestigio de rigor teológico o intelectual».
Contundencia de los obispos católicos
La actitud del primado anglicano contrasta con la de numerosos obispos católicos ingleses, como el de Portsmouth, monseñor Philip Egan, quien ha asegurado a sus fieles que «su fracaso a la hora de movilizarse contra el proyecto de ley equivaldría a capitular ante la misma ideología contra la cual Gran Bretaña luchó en la Segunda Guerra Mundial», en una referencia clara al nazismo. «Si cedemos y permitimos que sigan matando, cruzaremos una línea de la que no habrá vuelta atrás», vaticinó. Monseñor Egan, en su carta que fue leída en todas las parroquias de su diócesis el pasado domingo, añadía que el suicidio asistido pondría «una presión intolerable sobre los más vulnerables, los enfermos, los ancianos, los discapacitados, los moribundos». A su juicio, «les tentaría a sentirse una carga cada vez mayor y una carga financiera para su familia».
No ha sido el único obispo católico del Reino Unido en alzar su voz. Según recoge el Catholic Herald, en una carta pastoral de principios de este mes, el cardenal Vincent Nichols, de Westminster, y presidente de la Conferencia Episcopal, escribió que el suicidio asistido precipitaría un «cambio del deber de cuidar al deber de matar».
El arzobispo Mark O'Toole, de Cardiff-Menevia, también ha expresado su preocupación por el peligro real de que el suicidio asistido sea imposible de controlar. «La historia de este tipo de legislación muestra que, una vez que se concede permiso para un conjunto de circunstancias, pronto se ampliará», aseguró. «Les insto a que escriban o envíen un correo electrónico a su diputado local para expresar sus inquietudes sobre el proyecto de ley», invitó a sus feligreses.
El obispo Mark Davies, de Shrewsbury, afirmó que el proyecto de ley amenazaba con «un cambio trascendental para la sociedad, tanto en su atención como en su actitud hacia los enfermos y los ancianos». Él también pidió a sus diocesanos que «escriban a los diputados para pedirles que se opongan al camino oscuro y siniestro hacia una sociedad en la que se pedirá a la profesión médica que colabore en el asesinato de sus pacientes». «Este es un momento especialmente peligroso para que los políticos abran la puerta a la eutanasia: el asesinato médico de enfermos, discapacitados y ancianos», advirtió. «Ya se habla de la obligación social de terminar con la vida cuando nos convertimos en una carga para los demás. No es ésta la clase de sociedad en la que desearíamos envejecer o volvernos vulnerables», concluye monseñor Davies.