La Iglesia entona un emotivo himno de acción de gracias por Benedicto XVI
El Pontífice ha elevado «con conmoción» un Te Deum sin precedentes en la historia de agradecimiento a Dios por el don de Joseph Ratzinger «a la Iglesia y al mundo»
Nadie lo había programado. Joseph Ratzinger falleció en el día que la Iglesia consagra a la acción de gracias. De este modo, la Basílica de San Pedro del Vaticano se convirtió en testigo del Te Deum de fin de año más emocionante que pueda recordarse.
El templo más grande del catolicismo, con una capacidad de acogida de unas 20 mil personas, se llenó para unirse al Papa Francisco en el reconocimiento del servicio de Joseph Ratzinger. Su sucesor no utilizó palabras vacías. Abrió su corazón para confesar lo que más le había tocado en sus años de relación con el Papa alemán: «su gentileza».
«Con conmoción recordamos su persona tan noble, tan gentil. Experimentamos en el corazón profunda gratitud - confesó-: gratitud a Dios por haberlo donado a la iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que hizo; y, sobre todo, por su testimonio de fe y oración, especialmente en estos días de vida retirada. Solo Dios conoce la fuerza de su intercesión y sacrificios, ofrecidos por el bien de la Iglesia».
Escuchaba entre la asamblea las palabras del Papa, Verónica Rossi, enfermera de 41 años de Milán. Tenía libre ese día y logró subirse a un tren de alta velocidad y llegar a tiempo para participar en la celebración: «Benedicto XVI con sus homilías y escritos fue mi verdadero catequista. Tenía que venir», reconoce a El Debate.
«Ojos llenos de amor»
Entre los presentes se encontraba también el cardenal Angelo Amato, quien fue secretario del entonces cardenal Joseph Ratzinger, cuando este era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes ser elegido Papa.
«Fue un santo, su muerte me apena profundamente -logra decir el purpurado entre lágrimas-. Merece ser recordado por el pueblo, porque iluminó a la Iglesia con su cultura. Sin palabras huecas, sino con un pensamiento reflexivo y serio, filtrado por la verdadera tradición cristiana: me alegra poder dar testimonio de ello».
«Le vi hace poco, hace un mes –recuerda el cardenal, hoy prefecto emérito de la Congregación vaticana para las causas de los santos–. Sufría, ya no tenía casi voz, pero estaba muy consciente. Su voz era tan suave que ni siquiera se entendía lo que decía, pero sus ojos estaban llenos de amor. Debo dar las gracias a monseñor Georg Gänswein, que le ayudó hasta el final. Fue él quien me traducía las palabras del Papa emérito que yo no podía entender ni comprender».
Desde el Cielo «nos ve y nos bendice»
El mejor portavoz del sentimiento de los católicos italianos ha sido el presidente de su Conferencia episcopal. El cardenal Matteo Maria Zuppi, ha reconocido cómo «durante años, el Papa emérito Benedicto se asomó a la ventana de la Plaza de San Pedro. Y cuando celebró el funeral de San Juan Pablo II hizo referencia a esta imagen».
«Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora junto a la ventana de la Casa del Padre, nos ve y nos bendice –añadió el cardenal Zuppi, arzobispo de Bolonia–. Sí, ¡bendícenos Santo Padre! Confiamos tu querida alma a la Madre de Dios, tu madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora hacia la gloria eterna de su Hijo».
Fuerza en la fragilidad
El padre Federico Lombardi, quien fue portavoz de Benedicto XVI y ahora es presidente de la Fundación Joseph Ratzinger, constataba antes de la ceremonia: «Por fin llegó el momento de su encuentro con el Señor. Desde luego, no puede decirse que fuera inesperado y que nuestro querido anciano llegara sin preparación. Si su predecesor nos había dado un precioso e inolvidable testimonio de cómo vivir en la fe una dolorosa enfermedad progresiva hasta la muerte, Benedicto XVI nos dio un hermoso testimonio de cómo vivir en la fe la creciente fragilidad de la vejez durante muchos años hasta el final. El hecho de que renunciara al papado en el momento oportuno le permitió –y a nosotros con él– recorrer este camino con gran serenidad».
Peregrinos de todo el mundo para el adiós
Mientras tanto, miles de peregrinos de los cinco continentes se han agolpado en las páginas web de compañías aéreas para buscar en internet un billete a Roma y poder despedirse del Papa Benedicto XVI.
Según el prefecto de la ciudad de Roma, Bruno Frattasi, se espera que entre «30 y 35 mil personas al día» se acerquen a la basílica vaticana para despedirse ante el féretro del Papa Benedicto. «Prevemos que para el 5 de enero, día del funeral, una afluencia aproximada de entre 50 y 60 mil personas», añadió el prefecto.