En una iglesia de Roma se encuentran las huellas de las almas del purgatorio
El museo reúne un gran número de reliquias, paños, breviarios, tablillas de madera y biblias en las que aparecían huellas que, según sus estudios, habían dejado las almas de los muertos
Hay una iglesia en Roma conocida como el Piccolo Duomo, porque es de estilo neogótico y se parece, en versión reducida, a la famosa fachada de la catedral de Milán. Está situada en el Lungotevere y paseando junto al río destaca entre todos los demás edificios históricos que la rodean. Su construcción es bastante reciente, del siglo XIX, pero lo que distingue a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de las otras mil iglesias de Roma es lo que contiene en su interior.
Se dice que es un edificio «habitado» por las almas del Purgatorio, y en su interior, junto a la sacristía, se encuentra el «Museo de las Almas del Purgatorio».
Entre las dimensiones del Más Allá, el Purgatorio se considera el lugar donde el espíritu humano se limpia de pecados, para entrar finalmente en el Paraíso. Por esta razón, su forma, según la imaginación común, es la de una montaña: una ardua cima que escalar para los que aspiran al Reino de los Cielos. En la pequeña iglesia romana se conservan huellas concretas del paso de las almas.
Una señal del purgatorio
En aquella época, entre la iglesia actual y la rectoría, había una pequeña capilla dedicada a la Virgen del Rosario. La pequeña capilla se incendió el 15 de septiembre de 1897 y, cuando se extinguió el fuego, sobre uno de los pilares del altar apareció grabada la cabeza de un hombre (aún puede verse una fotografía de la misma). Se pensó que era la imagen de un alma del purgatorio. El sacerdote francés Victor Jouet, que unos años antes, en 1890, supervisó la construcción de la iglesia con la aprobación del Papa Benedicto XV, afirmó que la imagen era una «señal» de un alma del purgatorio. El rumor empezó entonces a circular, y muchos empezaron a creer que aquel rostro era efectivamente la señal de un alma, que regresaba por unos instantes para recordar a los vivos que rezaran por su sufragio.
Manos y dedos de fuego
El padre Jouet decidió dedicarse a estudios específicos sobre el tema, recorriendo el mundo en busca de documentos y testimonios que pudieran recordar la idea de un verdadero Purgatorio.
Reunió así un gran número de reliquias, paños, breviarios, tablillas de madera y biblias en las que aparecían huellas que, según sus estudios, habían dejado las Almas de los Muertos.
El material recogido se expuso en la sacristía de la iglesia y la colección recibió el nombre de Museo Cristiano del Inframundo, actualmente Museo de las Almas del Purgatorio.
Entre las reliquias conservadas, la más curiosa es sin duda el camisón de Joseph Leleux de Wodecq. La nítida huella de una mano en la manga parece ser la de su madre, fallecida hacia mediados del siglo XVIII. El suceso sobrenatural, que tuvo lugar cuando la mujer ya estaba muerta, nos dice que se apareció a su hijo para reprocharle su vida disoluta e inducirle a rezar más.
Entre las huellas de manos y dedos de fuego en ropas, libros y objetos, cada una tiene una historia. Está la de las «huellas dejadas en una tabla de madera, en el paño de la manga de la sotana y en el paño de la camisa de la venerable madre Isabella Fornari, abadesa de las Clarisas de Todi, por las manos del difunto padre Panzini, abad olivetano de Mantua, el 1 de noviembre de 1731».
Y de nuevo las «Huellas de fuego de un dedo dejadas por la piadosa hermana María de San Luis Gonzaga, que se apareció a la hermana Margarita del Sagrado Corazón la noche entre el 5 y el 6 de junio de 1894»; las «huellas de fuego dejadas en un libro de Margarita Demmerlé de la parroquia de Ellingen, en la diócesis de Metz, por su suegra que se le apareció treinta años después de su muerte, 1814-15».
Qué dice la Iglesia
Inquietante es el relato de «la huella ardiente dejada por el difunto Joseph Schitz tocando con el extremo de los cinco dedos de su mano derecha el libro de oraciones en alemán de su hermano George el 21 de diciembre de 1838 en Stralbe (Lorena). El difunto pidió oraciones de sufragio para reparar su falta de piedad en vida».
También existe el testimonio de una aparición de un alma del Purgatorio: «Aparición en 1875 de Luisa Le Sénéchal nacida Chanviers, fallecida el 7 de mayo de 1873, a su marido Louis Le Sénéchal en su casa de Ducey para pedirle oraciones y dejándole como señal la impresión de fuego de cinco dedos en su gorro de dormir».
Naturalmente, la Santa Sede ha mantenido una actitud prudente y nunca se ha pronunciado sobre la autenticidad de este material recogido por el padre Jouet, que ha creado un museo que a lo largo de los años ha despertado cada vez más la curiosidad de los visitantes y turistas de Roma.