La planta invasora americana que cubre las aguas del Tajo y trae de cabeza a las autoridades
En España, en apenas 50 años, ha aparecido cada vez en más lugares, principalmente en Extremadura, Andalucía, Castilla y León y Castilla-La Mancha
La lista de especies invasoras es extensa en España. Con este término nos referimos a aquellas que se introducen o establecen en un ecosistema o hábitat natural y que constituyen un agente de cambio y una amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética, según la definición aportada por la legislación española.
Conforme el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, en este momento hay 199 especies y subespecies que constituyen o pueden llegar a constituir una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, la agronomía, o para los recursos económicos asociados al uso del patrimonio natural. Para paliar su presencia, existen planes de acción para cada una de ellas, de manera que las administraciones se vuelcan para erradicarlas.
Una de ellas es la azolla (Azolla filiculoides), también llamada helecho de agua. Tal y como explican desde el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), consiste en pequeños helechos acuáticos procedentes de América que se han extendido por todo el mundo, principalmente por vía antropogénica.
Según el ministerio, en España, en apenas 50 años, ha aparecido cada vez en más lugares, principalmente en la zona occidental de Extremadura, Andalucía, Castilla y León y Castilla-La Mancha, tanto en aguas continentales naturales como en zonas húmedas artificiales.
Esta planta se propaga rápidamente, ya que se pueden reproducir tanto sexualmente como vegetativamente, terminando por cubrir casi en su totalidad las charcas e impidiendo el desarrollo de otras especies animales y vegetales. En sistemas acuáticos eutrofizados crecen compitiendo con la vegetación nativa y formando densos tapetes que, debido a la materia orgánica en descomposición y falta de luz, generan un ambiente anaerobio que reduce la calidad del agua y supervivencia de otros organismos en ella.
Estas alteraciones impactan negativamente en la flora autóctona y pueden desencadenar cambios significativos en las relaciones tróficas del ecosistema acuático. Además, la acumulación masiva de individuos puede causar problemas en infraestructuras hidráulicas, así como en actividades como la pesca y la navegación.
Para hacer frente a la azolla, el Miteco estipula que la prevención de la entrada de las especies invasoras es la estrategia más efectiva para evitar o minimizar riesgos, conlleva un coste mucho menor que la gestión y es la única forma de garantizar el éxito de un plan o actuación.
Asimismo, se ofrecen otro tipo de recomendaciones para evitar su proliferación, como disminuir los vertidos con altas concentraciones de fósforo o formar a los agentes de medio rural para la detección temprana de la especie. También destacan que es necesario formar a los comerciantes y controlar los lugares de venta de plantas ornamentales para evitar la posible comercialización ilegal, así como educar a la ciudadanía, especialmente a los usuarios vinculados a cursos fluviales y al medio natural en general sobre la problemática de la azolla a través de charlas, panfletos y trípticos, señalética, etc.
Posible 'salvadora' de la humanidad
A pesar de los inconvenientes que genera allá donde es invasora, los investigadores consideran a la azolla una planta que podría «salvar a la humanidad» en caso de catástrofe. Esto se debe a que es capaz de duplicar su biomasa en dos días, capturar nitrógeno del aire y alimentar a aves y ganado, por lo que tiene un gran potencial para el consumo humano.
Los responsables del estudio, publicado en Food Science & Nutrition, descubrieron que la cepa Carolina de la azolla es más digerible y nutritiva para los humanos que las variedades de azolla que crecen en la naturaleza y también se cultivan en Asia y África para alimentar al ganado. La investigación demuestra que el contenido fenólico de esta cepa es mucho menor y cocinar la planta lo disminuye aún más.
«La naturaleza fácil y de rápido crecimiento del cultivo de azolla lo convierte en un recurso ideal durante desastres y catástrofes, así como para uso regular en pequeñas granjas y áreas de bajos ingresos», concluyeron los investigadores.