¿Contamina el alumbrado navideño de las ciudades?
Con los años, las urbes han tendido a adelantar el encendido, que tradicionalmente se hacía en el puente de la Constitución, para hacerlo coincidir con el Black Friday
Las ciudades que aún no han encendido su alumbrado navideño lo harán este puente de la Constitución, momento en el que muchas personas optan también por adornar sus hogares. Lo cierto es que este momento se ha ido adelantando en los últimos años en gran parte de las urbes españolas, en la mayoría de casos para hacerlo coincidir con el Black Friday, un día que concentra muchas compras, gran parte de ella para los regalos de Navidad y Reyes.
Esto hace que las luces permanezcan encendidas un mes y una semana, aproximadamente. Millones de bombillas que adornan cada rincón y, como consecuencia, incrementan la factura de la luz en estos meses. Por eso muchos se preguntan qué impacto ambiental puede tener esta práctica tan extendida en todo el mundo por estas fechas.
Los alumbrados navideños, aunque embellecen las ciudades y fomentan el espíritu festivo, generan un aumento significativo en el gasto energético, ya que suelen estar encendidas desde las seis de la tarde hasta medianoche durante más de un mes. Dado que gran parte de la electricidad todavía proviene de combustibles fósiles, este incremento también conlleva emisiones adicionales de dióxido de carbono (CO2), salvo cuando la energía utilizada procede de fuentes renovables.
La falta de datos concretos sobre el consumo energético de los alumbrados, proporcionados por ayuntamientos y entidades públicas, dificulta calcular su efecto contaminante exacto. Sin embargo, estimaciones como las del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) señalan que cada kilovatio-hora de luces LED genera aproximadamente 340 gramos de CO2.
El problema de la contaminación lumínica
Más allá de las emisiones de carbono, la contaminación lumínica es otra consecuencia importante de las luces navideñas. La iluminación excesiva en las ciudades atrae insectos y altera el comportamiento de animales nocturnos, como los murciélagos. También interfiere en los ciclos de sueño humanos al reducir la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el descanso, según un estudio publicado en Science Advances.
Investigadores de la Universidad de Exeter en el Reino Unido han advertido que el exceso de luz está provocando «impactos biológicos sustanciales» en Europa, afectando desde los comportamientos individuales de las especies hasta la funcionalidad de los ecosistemas.
Luces LED: avances y desafíos
La tecnología LED ha ayudado a disminuir el consumo energético, ya que estas bombillas consumen entre un 50 % y un 80 % menos que las tradicionales y tienen una vida útil más larga, reduciendo los costos de mantenimiento. Sin embargo, su fabricación también tiene un coste ambiental, y es que estas bombillas contienen metales pesados y tierras raras, cuya extracción y procesamiento son altamente contaminantes, emitiendo toneladas de CO2.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ya alertó en 2019 que, a pesar del ahorro energético, el uso masivo de LED había incrementado la contaminación lumínica global en un 49 % en las últimas dos décadas.
Aunque las luces navideñas tienen un impacto ambiental, estudios como el realizado por el grupo GUAIX-UCM en Madrid revelan que otras fuentes, como los campos deportivos, generan más contaminación lumínica. Sin embargo, algunos casos particulares, como la iluminación del Real Jardín Botánico de Madrid, han provocado impactos ambientales significativos, especialmente en áreas que normalmente deberían permanecer oscuras.
Con iniciativas como la red de fotómetros TESS de la Universidad Complutense, que monitoriza la iluminación nocturna en más de 300 estaciones, se ha evidenciado que las zonas iluminadas aumentan un 2,2 % al año en todo el mundo. Esto refuerza la necesidad de equilibrar la belleza de la iluminación navideña con prácticas más sostenibles y responsables.