
Mosaico gigante de latas y botellas de plástico
El material clave que podría reemplazar al plástico en los envases
Hay empresas que intentan suprimir el plástico y sustituirlo por otros materiales que sean menos dañinos para el medio ambiente o que, al menos, se degraden de forma más rápida
La gestión de envases de plástico comienza a ser complicada en los diferentes países del mundo debido a que un alto porcentaje de los alimentos que compramos en el supermercado vienen contenidos en este material. El reciclaje del mismo, además, no está calando del todo en la población, y países como España ya estudian alternativas como el sistema de depósito, devolución y retorno —que consiste en gravar los envases con un extra que se devuelve si lo reciclas— para paliar esta situación.
Pero hay empresas que directamente están intentando suprimir el plástico y sustituirlo por otro tipo de materiales que sean menos dañino para el medio ambiente o que, al menos, se degraden de forma más rápida. Para ello, investigadores intentan dar con la tecla para que sea una alternativa viable, pero también económica, y que de esta manera se pueda expandir a todos los sectores.
Es el caso de Bpacks, una start-up que busca revolucionar el mundo del packaging sustituyendo el plástico por una tecnología basada en corteza de árbol. Han desarrollado un material compuesto mediante una fórmula propia que puede ser producido utilizando equipos estándar de fabricación de plásticos y tecnología de moldeo de pulpa.
El material incluye un 80 % de subproductos de desechos de madera y tiene un alto índice antibacteriano, lo que prolonga la vida útil de los productos. El envase ecológico puede extender la vida útil de productos perecederos como carnes y vegetales hasta en siete días, lo que ayudaría a los minoristas a reducir el desperdicio de alimentos.Según cuenta Lev Bolshakov, cofundador de Bpacks, a Forbes, la corteza de árbol ya es el «envase natural» de los árboles, lo que inspiró a la empresa a utilizarla como alternativa al plástico. Además, destacó que el material creado por la compañía es biodegradable y compostable.
Asimismo, la compañía trabaja para utilizar este material en la fabricación de pélets, que podrían emplearse en productos como bandejas para alimentos, tazas de café y envases para cosméticos, así como en otros productos domésticos y en diversas industrias.
Su producción es altamente versátil, ya que puede producirse utilizando equipos estándar de producción de plásticos y tecnología de moldeo de pulpa, que consiste en moldear pulpa de papel o materiales orgánicos, como la corteza de árbol, en formas personalizadas, lo que facilita la creación de envases resistentes y ecológicos sin necesidad de moldes complejos ni altos costos de producción.
Bolshakov también indicó que la producción se centrará en España y que, aunque inicialmente se enfocarán en los mercados europeos, tienen planes de expandir sus operaciones a América del Norte para 2026.
Algas como materia prima
Pero esta no es la única iniciativa para reemplazar el plástico por otros materales. Notpla es otra start-up que utiliza algas como materia prima para crear envases biodegradables y compostables y ha creado productos como Ooho, una burbuja comestible que puede contener líquidos. La idea surgió al inspirarse en la cáscara de fruta, buscando un diseño natural perfecto para embalajes sostenibles.
En la actualidad, trabajan en nuevas aplicaciones, como películas biodegradables para lavavajillas y cubiertos sostenibles. Con la meta de expandirse a América del Norte en 2026, Notpla continúa apostando por soluciones que transformen la industria del embalaje.
Por su parte, la start-up Bio2Coat ha desarrollado un recubrimiento comestible para frutas que alarga su vida útil sin plástico. Usando una fórmula basada en ingredientes naturales, este recubrimiento se aplica directamente sobre las frutas, preservando sus características durante más tiempo. Ambas iniciativas, junto a otros proyectos como Bpacks, están liderando el cambio hacia una economía circular, donde los envases y productos de consumo se convierten en parte de un ciclo sostenible, evitando el desperdicio y reduciendo la huella ecológica.