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Odisea de Homero

Portada de la «Odisea» de HomeroAlianza Editorial

«Odisea». La obra literaria moderna más antigua que existe, base de la civilización occidental

Poesía, épica, cuentos fantásticos de marineros, aventuras contadas por un rey pirata en primera persona, barbacoas en la playa… Un mundo que se estrena con la sabia e intensa frescura de la infancia.

Si mañana se incendiara nuestra casa, hay cuatro o cinco libros que deberíamos salvar: la Biblia y El Quijote son dos ellos. Algunos incluirán también —y juntas— la Ilíada y la Odisea, pues nadie que ame los libros prescindiría de una de las obras atribuidas a Homero. No sabemos a ciencia cierta si existió Homero, pero —como dice Luis Alberto de Cuenca— creemos en él. Asumimos que la Odisea es quizá la refundición, en el siglo VIII a. C., de una serie de cuentos —por lo general, cuentos fantásticos de marineros— que añadieron fascinante escenario y trepidantes aventuras al nostos —«retorno al hogar»; de aquí nostalgia, o sea, el dolor por estar lejos de casa— de Odiseo, a quien los latinos llamaron Ulises.

Odisea de Homero

TRADUCCIÓN DE CARLOS GARCÍA GUAL / alianza editorial / 528 págs.

Odisea

Homero

Odiseo, rey pirata de la isleña Ítaca, representa a los héroes griegos que asediaron y asaltaron Troya, y también a los navegantes helenos de los siglos oscuros que recorrieron las aguas del Mediterráneo, entonces piélago ignoto. Odiseo es el padre de Occidente; la astucia y la curiosidad son sus rasgos característicos, así como la decisión de abandonar los mundos ilusorios de las ninfas, para regresar con su mujer, su padre y su hijo, mortales de carne y hueso. Homero es el primero y más excelso de los poetas: cantaba la vida en su plenitud, desde el mar rojizo como el vino hasta el juego de unas muchachas, o unos asados de ternera en la playa. Desde la Antigüedad, la Odisea es una obra moderna; gran parte de sus capítulos están narrados en primera persona, los personajes intervienen con sus propias palabras, las mujeres cobran un gran protagonismo, y hay un tono de nítida frescura, de mundo que se está estrenando, como si fuéramos niños.

En español hay varias traducciones muy esmeradas y aconsejables. La más veterana y conocida es la de Luis Segalá y Estalella (1910, Montaner y Simón), que sido reeditada en docenas de ocasiones —sobre todo, en Austral— y que supone un referente inequívoco por su plasticidad y fuerte capacidad de sugestión. También en prosa destacan la excelente de José Luis Calvo (1976, Editora Nacional; y 1990, Cátedra) y la de Carlos García Gual (2013 y 2021, Alianza Editorial), que es la más reciente a cargo de un filólogo español y que se caracteriza por su combinación de fidelidad al texto original, ductilidad, sencillez narrativa y cercanía al lector moderno. Esta edición cuenta con una introducción que aúna precisión académica, concisión y claridad divulgativa; presta adecuada atención a aspectos que el público actual aprecia como más próximos, por ejemplo, la importancia de las mujeres en este rico y complejo relato. Además, la edición de García Gual —que prescinde de notas al pie y glosas— se acompaña de un resumen final de cada canto, así como de un útil índice onomástico.

Por otro lado, también hay en español traducciones que respetan el tono y estilo métrico de Homero, como la de Fernando Gutiérrez González (José Janés; Barcelona, 1951), que se ha reeditado en bastantes ocasiones en sellos de Planeta y que ha empleado también Penguin Clásicos (2015). Mención especial debe hacerse a la veranda traducción verso a verso de José Manuel Pabón, que se publicó póstumamente en Gredos con introducción de Manuel Fernández Galiano (1982), y más tarde con otra de Carlos García Gual (2000). Se trata de una traducción que recrea el tono, la oralidad, el ritmo, la sintaxis y el prurito léxico de Homero de una forma sublime. Le llevó años de conversar con expertos y con gentes del campo, pues Pabón ansiaba alcanzar una intensidad expresiva que sólo se logra cuando se conoce con todos los sentidos aquello de que se habla. Una traducción idónea para quienes desean gozarse con una recreación de resabio añejo, aunque cabe objetarle un detalle: Pabón opta por usar el nombre latino Ulises en vez del helénico Odiseo.

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