Manchester City 1-1 (3-4 penaltis) Real Madrid
El Real Madrid escribe otro capítulo de su gloriosa historia y elimina en Manchester al City
El Madrid se clasificó en penaltis tras un partido donde empezó muy bien pero acabó pidiendo la hora
Los aficionados del Real Madrid llenan las calles de Manchester en las horas previas al partido
Cuanto más ganas, más cerca estás de perder el próximo partido. Las previas del encuentro habían apuntado a los diferentes Everest que tendría que escalar el Real Madrid en Manchester: que si cinco años sin perder el City de local en Europa, que si con Rodri no pierden nunca, que si los de Guardiola recuperaban a tres titulares respecto a la ida... todo apuntaba a victoria inglesa. Pero la estadística no miente. Cada futbolista que escucha el himno de la Champions League vestido de corto en un miércoles de primavera ha sido ganador no muchas, sino muchísimas más veces de aquellas en las que fue vencido. Dicha circunstancia presenta dos axiomas que, anexionados, dan origen a la Copa de Europa y su dificultad: la calidad media es extraordinaria y existe un carácter colectivo latente que, en el momento indicado y bajo las condiciones ideales, puede emerger para forjar un candidato a la victoria.
Guardiola, otrora conocido por un fútbol alegre y sin complejos, se ha ido transformando en la última década (conforme la Champions le daba la espalda) en un obseso del detalle y del control. Mete a centrales de laterales y opta por poner extremos de poco regate y mucha retención en sus intentos de que nada se descontrole. Todo para que no le monten contraataques. Pero Bellingham, Vinicius y Rodrygo, compartiendo actuaciones asombrosas, escribieron otra página más en la gloriosa historia europea del Real Madrid. Cuanto más ganas, más cerca estás de perder.
Con el pitido inicial, tocaba mostrar las cartas. Repetía Ancelotti el planteamiento de la ida, con Vinicius como delantero centro buscando dañar por dentro y dándole a Rodrygo la banda izquierda y, por consiguiente, el exigente reto de medirse a Walker. Por parte inglesa, Guardiola invertía su decisión de la ida y apostaba por Bernardo Silva por dentro, buscando el control y la pausa del portugués, y Foden por fuera para poder encontrarle más arriba y que sus acciones hicieran más daño.
La siguiente cuestión que aclarar era a qué altura iba a querer presionar el Real Madrid. Ancelotti ha tomado la lesión del mejor portero del planeta como motivo para adelantar el bloque defensivo del equipo. Abajo ya no hay un superhéroe que te mantenga, así que toca pasar el menor tiempo posible ahí. El Madrid salió al Etihad dispuesto a presionar muy arriba y de manera muy agresiva la salida de balón rival.
Explicada la postura sin balón del equipo blanco (vestido de negro), las intenciones con el mismo no iban a distar mucho de lo visto en la ida en el Bernabéu. Esto es, encontrar a Vinicius y Rodrygo en situaciones a campo abierto. La diferencia, esta vez, fue Jude Bellingham. El inglés, desparecido hace una semana, realizó un control exquisito, zidanesco y se inventó una ocasión donde no había nada. Rodrygo la culminó, tras su segundo disparo en el área. El Real Madrid siempre había pecado en Manchester de empezar los partidos algo perdido y encajando un gol. Esta vez la historia era diferente y el atronador rugido de los desplazados madridistas correspondió a sus jugadores.
Buscando responder, el City se enfocó en encontrar a su mejor jugador, aquel que no estuvo en la ida: Kevin de Bruyne. Y lo lograron, generando un par de ocasiones y especialmente una clarísima que Haaland envió al larguero. Pero el encuentro seguía siendo del Real Madrid.
Y lo era porque, con Bellingham poniendo a correr al resto, cada contraataque era una estampida imposible de controlar para los ingleses. Walker, la pieza que recuperaron y llamado a marcar la diferencia, además estaba siendo el más señalado. Cada vez que los brasileños del Madrid cogían el balón, Guardiola contenía el aliento.
Conforme pasaban los minutos los de Ancelotti fueron perdiendo altura defensiva y, por tanto, amenaza ofensiva. El City les encerró en su campo y los citizens tenían ataques de balonmano en los que el balón iba de lado a lado continuamente buscando un hueco por el que percutir.
Tras el paso por vestuarios, iba a intentar abrir el cerrojo a partir de buscar constantemente los desmarques por dentro de Bernardo y De Bruyne, generando muchas situaciones a balón parado en las que Lunin se mostraba tremendamente inseguro.
Llegada la hora de partido, necesitando soluciones, Guardiola optó por volver a invertir las posiciones de Bernardo y Foden, buscando recepciones del inglés a la espalda de Camavinga. Posteriormente dio entrada al eléctrico Doku buscando un extremo que encare y rete constantemente a su rival, que era un Carvajal que sirve como hombre del tiempo: cuando es primavera, él te avisa rindiendo como uno de los mejores del mundo en su puesto.
A la enésima que el City se plantó en las inmediaciones del área, el despeje de Rüdiger no fue lo acertado que cabía esperar y el balón le cayó a quien menos se deseaba: De Bruyne no perdonó e igualó la eliminatoria,.
A esas alturas, el Madrid no podía hacer otra que achicar agua, con el equipo muy hundido en su campo, Camavinga casi como un central más persiguiendo las rupturas rivales y Bellingham cada vez más atrás, dejando a Vinicius como único descolgado y en soledad ante la adversidad. Reaccionó Ancelotti dando entrada a Modric para retener y descansar con balón y a Brahim para incrementar la amenaza tras robo pero, estando tan atrás, dañar era verdaderamente difícil.
Prórroga
Más allá de sustituir a un Haaland desaparecido, la prórroga siguió la misma tendencia, con el Madrid sin posibilidad de desplegarse y sufriendo las embestidas de un City que, liderado por la energía de Doku, se acercaba una y otra vez a la portería de Lunin. Tras la lesión de Vinicius, reajustó el entrenador italiano con Lucas Vázquez de extremo, Valverde metiéndose dentro y Brahim descolgado para significar la esperanza en mitad de la tormenta.
La tuvo Rüdiger, clarísima, en una de las escasas ocasiones en las que el Madrid se sacudió el asedio y pudo plantarse en campo rival. Tras la lesión de Carvajal, completamente acalambrado tras un partido de muchísima exigencia, dio el último giro de tuerca Ancelotti colocando a los suyos en un 5-3-2 con Lucas y Mendy de carrileros para aguantar los últimos ataques.
Tras el esfuerzo realizado, las piernas le pesaron al City y concedió peligrosos contrataques del Real Madrid, pero los blancos tampoco llegaban frescos a posiciones de remate y el encuentro se encaminó a una tanda de penaltis que parecía la única manera justa de resolver una eliminatoria de este calibre. Allí, Modric erró en primera instancia y acecharon los fantasmas de la noche del Bayern hace 12 años, pero Lunin se erigió en héroe inesperado para meter al Madrid en semifinales de la Copa de Europa una vez más.
El Real Madrid fue peor durante el transcurso del encuentro pero, importante, nunca se sintió inferior. La grandeza del Rey de Europa. El Madrid puede jugar peor, pero nunca se siente menos que su rival. Y ahí radica el secreto de su éxito. En saber jugar los momentos de la competición que nadie logra entender. Porque la única forma de impedir que un inferior crezca sobre la idea de que hoy es su momento radica en sentir que tu momento es siempre.
Ficha técnica
Real Madrid: Lunin; Carvajal (Militao, 110´), Rüdiger, Nacho, Mendy; Valverde, Camavinga, Kroos (Modric, 79´), Rodrygo (Brahim, 83´); Bellingham, Vinicius (Lucas Vázquez, 102´)
Goles: 0-1 Rodrygo (12´); 1-1 De Bruyne (75´)
Penaltis: 1-0 Julián; 1-1 Bellingham; 1-2 Lucas; 2-2 Foden; 2-3 Nacho; 3-3 Ederson; 3-4 Rüdiger