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Bruselas vigilará con lupa la gestión económica de Sánchez.

Bruselas vigilará con lupa la gestión económica de SánchezLu Tolstova

La semana económica

A Sánchez solo puede echarle la troika

Junto con la acción de la Comisión Europea, la presión de Estados Unidos y China fue la que acabó con Zapatero, y podría también terminar con Sánchez

A muchos les parecía imposible que cayera Zapatero como ahora se lo parece con Sánchez, pero el expresidente socialista finalmente cayó, y antes de hacerlo tuvo que tomar algunas medidas económicas sorprendentes por imposición de la Unión Europea, Estados Unidos y China.

Como recordarán algunos lectores, Zapatero presentó en el Congreso de los Diputados en diciembre de 2010 un plan anticrisis que podría haber firmado Mariano Rajoy. De hecho, lo apoyó. El plan se componía de una rebaja en el impuesto de sociedades, la privatización del 30 % de Loterías y Apuestas del Estado, la agilización de la privatización de los aeropuertos de Madrid y Barcelona y la finalización a los tres meses de la ayuda de 426 euros a los parados, entre otras medidas. Antes, en la sesión plenaria del 12 de mayo de 2010, Zapatero había congelado las pensiones y rebajado un 5 % el sueldo de los funcionarios para el año siguiente con el voto a favor del diputado Pedro Sánchez.

España había alcanzado en 2011 una prima de riesgo de 300 puntos por primera vez en catorce años. Había sido advertida por otros países y por la Comisión Europea de la necesidad de actuar sobre las finanzas públicas del país para salvar el euro, y de hecho entonces la Comisión celebró las medidas «nuevas y concretas» que había tomado el Gobierno para atacar una crisis de deuda que afectaba especialmente a países que hoy están ostensiblemente mejor que el nuestro, como Irlanda.

España entonces tenía un déficit público del 6,4 % según las cifras oficiales (luego se comprobó que era más), bordeaba los 5 millones de parados (4,9 millones, según la EPA) y tenía una deuda sobre el PIB del 69,9 %. Zapatero aumentó la deuda en algo más de 350.000 millones en sus dos mandatos.

La situación crítica de la economía del país se llevó por delante a Zapatero tras la presión de Estados Unidos y China y la actuación de la Comisión Europea, y está por ver si ocurre lo mismo con Sánchez, en caso de que la situación de nuestras finanzas públicas se mantenga o empeore. En ambos casos estaría muy lejos de los requisitos que en principio nos pedirá Europa a partir del año que viene. Nuestro 4,7 % de déficit sobre el PIB supera ampliamente el 3 % que solicita Bruselas, y ninguna institución salvo el Gobierno piensa que pueda reducirse próximamente a esa cifra. Aún más remoto queda el objetivo de deuda del 60 % sobre el PIB que requiere Europa: nuestro 111,2 % lo rebasa con creces. Sánchez y Zapatero han conseguido aumentar la deuda en una cifra parecida (el actual presidente lo ha hecho en 400.000 millones), solo que el primero ha sido capaz de lograrlo en dos años menos que el segundo. Entre los dos han creado 753.000 millones de deuda pública, la mitad de la que actualmente tiene España.

Desde luego, la lupa y la actuación de los hombres de negro parece ser la única vía capaz de desalojar del poder a Sánchez, como lo hizo con Zapatero. El expresidente tuvo que empezar a tomar medidas contrarias a las requeridas por sus votantes, y Sánchez podría tener que comenzar a incumplir lo que le piden sus socios o sus votantes si se lo exige Bruselas.

Como bien han explicado en nuestro podcast de esta semana los economistas José María Rotellar y Lorenzo Bernaldo de Quirós, «Bruselas puede mandar a la troika y empezar a imponer una serie de recortes, y ahí el Gobierno puede resquebrajarse». Si Sánchez hiciera caso omiso, como está haciendo con la petición del Parlamento Europeo de facilitar la lista de cien principales beneficiarios de los fondos europeos, el Banco Central Europeo podría tener que intensificar sus medidas. Podría excluir a España del Mecanismo Antifragmentación, que implica la compra de deuda pública de cualquier país. Hacerlo dispararía nuestra prima de riesgo, y, con ello, el pago de intereses de la deuda y la obligación de medidas para recortar el gasto.

La situación empieza a ponerse emocionante. La economía global, incluida la española, se desacelera, y países como Italia ven cómo su bono puede caer a la calificación de bono basura en breve. Si esto sucede, como señala Bernaldo de Quirós, las agencias de calificación empezarán a poner el foco sobre otras economías con una situación parecida a la de Italia, y ahí España pasará a la primera línea. De hecho, Moody's ya ha avisado a nuestro país de que los acuerdos con ERC y Junts pueden afectar negativamente a su calificación. Nuestro déficit y nuestra deuda están disparados, y la combinación entre desaceleración económica, subida de tipos de interés y el crecimiento cada vez menor de la inflación repercutirá en el consumo y en la recaudación fiscal, que ya están empezando a descender. El panorama puede repercutir en un mayor desequilibrio de las finanzas públicas españolas en un momento en el que Bruselas quiere poner orden, y por ese motivo puede actuar. Su acción ya ha demostrado ser más eficaz, aunque desde luego es compatible con la que ya está realizando el resurgir de la sociedad civil.

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