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Análisis económicoJosé Ramón Riera

En la cuenta corriente del Banco de España solo quedan telarañas

Desde que está este Ejecutivo, este es un mal endémico, generalizado y habitual: al final del año, la caja queda como la temperatura de Madrid a finales de diciembre, bajo cero

Actualizada 04:30

Aunque aún tardaremos más de dos meses en saber cómo se cierra el año en la Administración General del Estado, hoy he querido analizar cómo está la caja del Gobierno de la nación, y la verdad es que en las cuentas que el Tesoro mantiene en el Banco de España apenas queda nada, están llenas de telarañas.

La verdad es que, desde que está este Ejecutivo, este es un mal endémico, generalizado y habitual: al final del año, la caja queda como la temperatura de Madrid a finales de diciembre, bajo cero, tanto sin cambio como con cambio climático.

Afortunadamente, los mercados financieros todavía nos miran con buenos ojos, pues la venta que ha hecho internacionalmente el Ministro de Economía, de que nuestra economía es una máquina de crecer, le está sentando bien a la prima de riesgo. El día que los mercados se den cuenta de que el crecimiento está siendo sostenido con el dinero que nos prestan, veremos qué pasa.

No hace falta recordar que hay dos motivos por los que nuestro PIB crece: el primero, y muy importante, es el Consumo Público (es decir, el Gasto Público), que ha hecho que el 56 % del crecimiento venga de esta parte. El segundo es que nuestras exportaciones de servicios crecen un 14 %, gracias a que los ingresos por turismo aumentan un 18 % y representan el 75 % del crecimiento de las exportaciones de servicios. Mientras tanto, las exportaciones de productos no está nada claro que lleguen a los 400.000 millones (cifra máxima de 2022) y la Inversión está en negativo.

Así que el Tesoro, de momento, aunque haya cerrado con 11.756 millones, no debemos olvidar que esto es gracias a que, a primeros de agosto, nos llegaron 9.900 millones de Bruselas procedentes del cuarto pago de los fondos Next Generation, que conseguimos en el último minuto.

Pero veamos cómo están nuestras finanzas que, si fuesen las de una gran empresa cotizada en Bolsa, estarían haciendo un «Grifols»: cambiar a todos sus directivos para no hundirse totalmente.

Como podemos ver, a cierre de enero de 2023 se produjo un hecho casi histórico: el Gobierno tuvo que tirar del dinero del Banco de España y dejó las cuentas en negativo en 15.489 millones. A partir de ahí, se puso a pedir dinero prestado y arregló la situación hasta terminar diciembre con solo 2.481 millones. El segundo peor mes, después de enero, fue julio, con apenas 11.708 millones.

No hay que olvidar que, a finales de marzo de 2023, llegaron 6.000 millones de los fondos Next Generation –en concreto, el tercer pago–, sin los cuales habríamos terminado con la caja en negativo.

En 2024 hemos ido poco a poco empeorando nuestra situación de caja en comparación con 2023. Solo estuvimos mejor en el primer trimestre y, desde entonces, cada mes la situación se ha ido deteriorando.

A cierre de noviembre, y a pesar de los 9.900 millones, tenemos una caja de 11.756 millones, pero son 4.224 millones menos, y aunque ni siquiera Bruselas conoce los datos de cómo están realmente los fondos, parece ser que de los 37.000 millones que hemos recibido se han pagado 26.000 millones y quedan por pagar 11.000 millones, prácticamente la misma cantidad que tenemos a cierre de noviembre. La cifra exacta no creo que la sepa ni el ministro Cuerpo, que ya ha tirado la toalla y reconoce que la aplicación que montó nada más llegar solo sirve a título informativo y cada día sirve para menos.

El desmadre generalizado, la burocracia existente hoy en la Administración y la incapacidad de nuestros políticos en materia de gestión, nunca han gestionado ni siquiera un puesto de pipas (se puede ser abogado, economista o técnico comercial del Estado, pero eso no significa saber gestionar) hacen que cada día sepamos menos de las finanzas del Estado. De hecho, empiezo a dudar de que haya alguien que de verdad lo sepa.

La red de interventores generales contabiliza lo que les llega y paga lo que les dicen que debe pagarse, pero no pueden contabilizar lo que no les llega, ni pagar lo que no se les ordena pagar.

Pero como los fondos Next Gen, en lugar de ser administrados por un organismo único, los manejan 22 ministerios y, dentro de estos, pueden estar involucrados hasta 70 organismos públicos. A eso hay que añadir las 17 comunidades y sus 5.400 organismos dependientes, los 8.132 ayuntamientos y sus más de 20.000 organismos (o más), las 47 diputaciones y cabildos, y ya me he perdido en cuántos organismos dependen de ellos. Aquí no hay quien sepa de verdad qué ha pasado con esos 37.000 millones.

Lo que sí sabemos es que los fondos no han servido para nada, que la caja a cierre de noviembre es de 11.756 millones, que cubren como mucho un tercio de los gastos de diciembre, y que ese dinero podría ser lo que tenemos pendiente de pagar a los proyectos generados con los Fondos Next Gen. Quizás lo sepan algunos de los 40.000 cargos ejecutivos en la Administración que tenemos hoy, una Administración que se come 160.000 millones de euros en gasto político. Así que, caja real, lo que se dice caja real, cero o casi cero, vamos las arañas, tejiendo su tela.

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