
El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, y la vicepresidenta María Jesús Montero, en Sevilla (2023)
Senado
El delegado andaluz de Sánchez rompe con la 'táctica Montero' y se desmarca de otro asesor vinculado a la trama
Pedro Fernández, representante de la ministra de Hacienda en Granada, ha comparecido, este jueves, en la Comisión de Investigación de la Cámara Alta sobre el caso PSOE
El delegado del Gobierno de Pedro Sánchez en Andalucía y responsable de los socialistas en Granada, Pedro Fernández, ha preferido desmarcarse de la 'táctica' acuñada por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que puso la «mano en el fuego» por su asesor directo, salpicado en el 'caso PSOE', y podría terminar quemándose.
Fernández ha admitido su amistad con Antonio «Toño» Fernández, su «amigo» de Baeza al que contrató como mano derecha durante 18 meses y que fue figura en conversaciones intervenidas por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil con Koldo García para, presuntamente, amañar contratos públicos a cambio de comisiones irregulares.
Sin embargo, a diferencia de Montero que defendió a su escudero, Carlos Moreno –a quien el cabecilla de la trama, Víctor de Aldama, asegura que entregó 25.000 euros en efectivo, tras intermediar en el aplazamiento de la deuda tributaria de una de sus empresas– el delegado andaluz ha marcado distancias con su alto cargo.
Pedro Fernández ha afirmado, una y otra vez, que «no conocía» las relaciones de su amigo y asesor con la trama, y ha rechazado que su cese tras año y medio en el puesto de confianza para el que le eligió fuese el resultado de los supuestos tratos opacos. «Se debió a motivos personales», ha asegurado.Lo que sí ha quedado acreditado es que situó a una persona que Koldo García y Rubén Villalba, el guardia civil de la trama, consideraban «de los nuestros», tal y como señala la UCO, por ser su «amigo» y que, después de su cese, no le ha reemplazado nadie en ese puesto. Esto es, Fernández ha reconocido el supuesto 'enchufe', pero se ha lavado las manos frente a las posibles irregularidades que su amigo hubiese podido cometer prevaliéndose de la posición en la que estaba.
Hasta tal punto ha querido desvincularse de lo ocurrido, que ha descartado dimitir incluso si el que fuera su coordinador acaba siendo imputado. Una estrategia que comparte, en esta ocasión sí, con la vicepresidenta Montero con respecto a su escudero Moreno o del propio Sánchez con el que fuera su hombre fuerte en el partido y en el Gobierno, el imputado ex ministro de Transportes José Luis Ábalos.