Leyendas de Cataluña
La leyenda del hombre que abofeteó a Jesucristo y acabó como esclavo en la Cataluña romana
Cuentan que Malco, el hombre a quien san Pedro hirió con su espada, acabó sus días en una montaña de Cataluña
Era de noche. En el cielo de Judea se distinguía, entre las nubes, la luna. ¡Qué triste era aquella hora! La naturaleza entera parecía estremecerse como previniendo el triste drama que iba a suceder. Junto al torrente Cedrón, puesto de rodillas y con las manos juntas, oraba Jesús. De repente, se vio una luz, y él se acercó: era Judas Iscariote, el discípulo traidor, seguido de más gente.
Al llegar, Judas se acerca a Jesús y le da un beso en la mejilla. Pedro, al ver que la gente se acercaba a Jesús, les cerró el paso y sacando su espada les dice: «¡Infame esclavo! ¡Hijo de raza maldita! No eres digno de tocar a mi Maestro». Y asestándole un golpe en la cabeza, que tuvo la suerte de apartar a tiempo, le cortó una oreja.
Jesús reprendió a Pedro por su viveza, y tomando la oreja cortada la volvió a su lugar y curó a aquel hombre. Los hombres se apoderaron de Jesús, y atado, lo condujeron a casa del Pontífice. Cuenta la tradición que el esclavo a quien Jesús curó era Malco, y que les siguió tras el incidente, con intención de vengarse por la afrenta de Pedro.
Presentado Jesús ante el gran sacerdote y preguntándole éste por su doctrina, le contestó Jesús: «He hablado públicamente a las turbas, ¿por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, y te dirán lo que yo les he enseñado». Malco vio que se le presentaba la ocasión favorable para vengarse y acercándose a Jesús le dio una bofetada:
«¿De esta manera respondes al pontífice?», gritó Malco. Jesús le miró. De sus ojos saltaban lágrimas. De su nariz y de su boca manaba sangre: «Si he hablado mal, ¿por qué no me lo advertiste? Si he hablado bien, ¿por qué me hieres?».
Malco en Cataluña
Los años pasaron. En un monte de Iberia, en la comarca llamada Marca Hispánica, Favencia o Layetana —hoy Cataluña— tres patricios de familia romana subían, riendo, la cuesta de un monte. Estaban de broma, y la alegría de los patricios romanos, a veces, podía ser cruel. Junto a ellos iba un esclavo judío: era Malco que, cargado con un cesto de provisiones, subía jadeante la cima del monte, no pudiendo con el peso que llevaba.
Malco fue vendido por su dueño y comprado por diferentes personas hasta que lo adquirió una romana que lo trajo a Iberia y lo regaló, después, a un amigo suyo, que lo utilizaba para su diversión, complaciéndose en atormentar al esclavo, a quien odiaban todos por ser judío. Aquella noche Malco había soñado que se le aparecía Jesús con la mejilla amoratada y que oía una voz que decía: «Diste una bofetada y las darás continuamente hasta el fin del mundo».
Malco se despertó aterrorizado. Aquel día su dueño debía hacer una comilona con dos amigos en la cima de un monte, y cargaron al infeliz como si fuera una bestia, con ánforas llenas de vino. En la cima empezó la comida que servía el esclavo, blanco de las burlas de los alegres jóvenes. Casi ebrios, uno de ellos pronunció al oído de los demás, mirando a Malco, unas palabras que les hicieron reír.
«Judío, sube a la cumbre», le dijo su dueño. Malco subió. Después miró abajo y cerró los ojos con horror. Entonces los jóvenes dijeron: «¡A la una, a las dos, a las tres!», y corriendo hacia el esclavo le dieron un empujón y le precipitaron desde lo alto al abismo, profiriendo carcajadas. Al bajar la montaña, contaban con deleite los pucheros que haría el judío, mientras su cuerpo, despedazándose contra las rocas, rodaba hacia el fondo.
Hay en Cataluña una creencia y es la siguiente. El tomillo que se arranca durante el Jueves Santo, mientras se guardan los sagrados Cuerpos y Sangre de Jesucristo en el sagrario o monumento, tiene una virtud particular. Las mujeres que han ido a buscarlo cerca del monte donde Malco perdió la vida, aseguran que han oído golpes como de una persona que abofetea las rocas, y que salía del abismo una voz que decía con acento de desesperación: «¡Todavía dura el mundo! ¡Todavía dura el mundo!».
Es la voz del que dio la bofetada a Jesucristo. Voz que sale del infierno y que dará bofetadas y gritará mientras dure el mundo.