
Castillo de la Pobla de Claramunt
Leyendas
El milagro de San Procopio en La Pobla de Claramunt
La leyenda se mezcla con la realidad en la época en la cual Cataluña estuvo bajo el dominio de los
musulmanes. Esto ocurrió en una población de la cuenca del Ódena y un joven santo nacido en Jerusalén.
El castillo de Claramunt se levanta sobre una colina, que domina la cuenca del Ódena. Su historia, marcada por los conflictos bélicos, está colmada de destrucciones y reconstrucciones pero, a pesar de todo, ha conservado hasta hoy su estructura y el impresionante aspecto de fortaleza. Fundado en la segunda mitad del siglo X, formaba parte de una densa red de castillos que marcaban la frontera entre el condado de Barcelona y Al-Ándalus, con la función de proteger y organizar el territorio.
El castillo fue encargado al linaje de Claramunt, que ostentó el dominio hasta el siglo XI. Posteriormente, se integró en los dominios de la casa de Cardona, que lo convirtió en el centro administrativo del dominio señorial de los Cardona-Medinaceli, sobre las tierras de la cuenca del Ódena a excepción de Igualada. Claramunt, junto con otros castillos cercanos permaneció bajo la jurisdicción de este linaje hasta la extinción de los señoríos.
Testimonio de múltiples guerras, la fortaleza ha sido derribada y reconstruida en varias ocasiones desde que, en 1463, durante la guerra entre Joan II y la Diputación del General, quedó dañada por primera vez. Después de la guerra, Joan Ramon Folc III de Cardona ordenó la reconstrucción del castillo, que se prolongó hasta el siglo XVI. Sin embargo en 1714, a raíz de la guerra de Sucesión, el castillo fue derribado parcialmente y quedó deshabitado para siempre.
En el castillo de la Pobla de Claramunt estuvo situado el tribunal de justicia de la baronía de la Cuenca de Ódena. Entre 1575 y 1628 se ahorcaron 18 personas, 13 condenas a galeras, 2 exílios, 10 azotes y varias penas de prisión. Las disposiciones abolicionistas de las Cortes de Cádiz y las leyes de desamortización, con que se abolieron los señoríos jurisdiccionales, fueron recurridas judicialmente por los duques de Medinaceli, que desde 1697 se habían emparentado con los duques de Cardona, que siguieron cobrando tributos hasta 1898, 30 años después del fin de los señoríos.La fortaleza conserva la estructura clásica de un castillo del siglo XII, dividido en dos recintos que separan la parte residencial, con la sala y la torre del homenaje, y el recinto inferior, donde se reunían los servicios necesarios para el mantenimiento del castillo, que hoy presenta el aspecto de un gran patio rodeado de murallas.
Es patrón de La Pobla de Claramunt San Procopio, que desde niño se había mantenido en castidad y había practicado todas las virtudes. Había domado su cuerpo hasta convertirlo, por decirlo así, en un cadáver; pero la fuerza que su alma encontraba en la palabra de Dios, daba vigor a su cuerpo. Vivía a pan y agua; y sólo comía cada dos o tres días; en ciertas ocasiones, prolongaba su ayuno durante una semana entera. La meditación de la palabra divina absorbía su atención día y noche, sin la menor fatiga. Había nacido en Aelia (Jerusalén), pero residía en Escitópolis (Betsán), donde desempeñaba tres cargos eclesiásticos. Leía y podía traducir el sirio, y arrojaba los malos espíritus mediante la imposición de las manos. Enviado con sus compañeros de Escitópolis a Cesárea, fue arrestado en cuanto cruzó las puertas de la ciudad. Aun antes de haber conocido las cadenas y la prisión, se encontró ante el juez Flaviano, quien le exhortó a sacrificar a los dioses. Pero él proclamó en voz alta que sólo hay un Dios, creador y autor de todas las cosas.
Esta respuesta impresionó al juez. No encontrando qué replicar, Flaviano trató de persuadir a Procopio de que por lo menos ofreciese sacrificios a los emperadores. Pero el mártir de Dios despreció sus consejos. «Recuerda, le dijo, el verso de Homero: No conviene que haya muchos amos; tengamos un solo jefe y un solo rey». Como si estas palabras constituyesen una injuria contra los emperadores, el juez mandó que Procopio fuese ejecutado al punto. Los verdugos le cortaron la cabeza, y así pasó Procopio a la vida eterna por el camino más corto, al séptimo día del mes de Desius, es decir, el día que los latinos llaman las nonas de julio. Es el primer mártir de Palestina. El pueblo de La Pobla de Claramunt le dedicó un goig (gozo) a San Procopio. Este dice...
Pues que en crestallinas aguas / Tu nombre es copiado: /Sois mártir San Procopio / En esta Poebla abogado.
En Palestina nacisteis / De un idólatra linaje; / Y en el martirio a Dios vio / Por su gran constancia; / Aquí vos con fe dijisteis / En mi corazón vos ha esmaltado.
...
Vuestras santas reliquias / Que la Pobla posee / Otras están circuidas / Que vuestra gloria merece; / Y en el altar de Cristo unidas / Por usted el más exaltado.
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De grandes santos y del Santo Cristo / Estáis bien acompañado: / Sois mártir San Procopio
Es el santo de La Pobla de Claramunt y alrededor de él se construyó otra leyenda que contaremos a continuación...
A principio de la Edad Media los sarracenos atacaron la actual comarca de la Anoia, queriendo sitiar el castillo de Claramunt. A pesar de ser más los sarracenos que los vecinos de La Pobla de Claramunt, decidieron que no serían conquistados por estos. Por eso le rezaron a San Procopio. El santo reunió un rebaño de bueyes con antorchas atadas en los cuernos. El santo y los vecinos esperaron a la medianoche y enviaron a los animales contra los sarracenos. Estos, al ver la columna de llamas en la oscuridad, pensaron que un ejercito numeroso iba a atacarlos y decidieron retirarse.