Alberto Fernández Díaz durante la presentación de Barcino5G

Alberto Fernández Díaz durante la presentación de Barcino5GEuropa Press

Entrevista

Alberto Fernández Díaz: «Hay que derogar el legado de Ada Colau»

El expresidente del PP y exconcejal del Ayuntamiento en la capital catalana ha presentado la asociación Barcino 5G para recuperar la mejor Barcelona

Alberto Fernández Díaz ha sido presidente del Partido Popular en Cataluña, diputado en el Parlament y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. De hecho, fue candidato a la alcaldía en las elecciones municipales de 2003, 2007, 2011 y 2015. Y en las de 2011 consiguió el mejor resultado popular de la historia, con 9 concejales. También fue el primer Presidente de Grupo Parlamentario que se dirigió en castellano, en la cámara catalana, al entonces Presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Después de años de estar en segunda línea, ha decidido dar un paso adelante para presentar Barcino5G, una asociación que ha puesto encima de la mesa más de doscientas propuestas para intentar darle la vuelta a Barcelona.

¿Qué es esta asociación Barcino5G? ¿En qué consiste? ¿Y qué es lo que qué es lo que pretende?

Es una asociación que se constituyó en 2019, hace ya más de cinco años, con el propósito de motivar a personas comprometidas con la defensa de un modelo de ciudad que se podría identificar desde una perspectiva ideológica del centro-derecha, y de idea conservadora. Quiere ser un foro de encuentro y de propuesta barcelonesa para intentar atraer a personas, que comparten los principios que nosotros defendemos. Nos referimos a la libertad, al derecho a la propiedad, a la colaboración, público- privada, a la recuperación plena del principio de autoridad o la firmeza democrática. También defendemos la puesta por una Barcelona que ejerza su rol de capital de Cataluña y de gran capital de España. Hace cinco años que estamos trabajando discretamente, y el pasado día 15 decidimos presentarnos en sociedad.

¿Y por qué ahora? ¿Creéis que la ciudad necesita algo más? Collboni prometía algo diferente, pero no acaba de desmarcarse de las políticas de Ada Colau.

Ahora tiene más sentido nuestra propuesta, porque las políticas de izquierda extrema que promovía Colau hace 5 años, cuando nos constituimos, se están consolidando y su legado se está arraigando. Hay que derogar el legado de Ada Colau y hay que promover ese modelo de ciudad alternativo introduciendo temas de debate y propuestas sobre Barcelona, que en ocasiones no están en la agenda municipal. Y en otras ocasiones, puede servir de contrapeso a una movilización social, ciudadana y asociativa de la izquierda, de la izquierda extrema y del independentismo que existe en la ciudad de Barcelona. Y ahora hay muy pocos contrapesos y los que hay, están más vinculados a sectores económicos que sociales.

Habéis puesto encima de la mesa más de 200 medidas. ¿Cuáles son las que más necesitaría la ciudad de Barcelona?

Primero, la firmeza diez, la mano dura en la lucha contra la delincuencia y una nueva ordenanza de civismo. En definitiva, la apuesta por la Barcelona respetada. En segundo lugar, se necesitaría un debate ideológico sólido aplicado a la gestión municipal que implica el reconocimiento de la defensa de la propiedad frente al intervencionismo institucional, cuando no agresión, que se está produciendo a la propiedad con el pretexto de la promoción de vivienda social y de una reducción de alquileres. Y hay que tener en cuenta que la máxima responsabilidad de esta realidad, que se debe especialmente a la falta de construcción de promociones de vivienda pública, es del Ayuntamiento y de la Generalitat.

Y en tercer lugar, hay que potenciar la desburocratización del consistorio, que cuenta con más de 500 disposiciones municipales. Y eso, en la práctica, convierte a la burocracia en un impuesto añadido para los emprendedores. También se tiene que producir una mejora de la prestación de servicios desde una atención a las personas y que tiene que ver con la vida pública, como la limpieza o el alumbrado.

Comentaba ahora el tema de la vivienda. En los últimos días, ha habido polémica por la normativa del 30% para vivienda social. Parecía que el Ayuntamiento no la iba a aplicar, aunque eso no está claro, cuando es una medida que se ha demostrado que no ha funcionado.

Es inadmisible que se pretenda trasladar a la propiedad, la culpa del incumplimiento de las administraciones de sus obligaciones, que es construir vivienda pública y promover un alquiler asequible. Pero el Ayuntamiento y la Generalitat culpan a esa propiedad de todos sus males, cuando con sus ideas, con sus normas, su actuación y sus trabas a la actividad económica, lo que están provocando es la indefensión de los propietarios frente a okupas y morosos.

Y claro, eso reduce la oferta de vivienda en alquiler en Barcelona, porque hay muchos propietarios, que no son grandes tenedores, que apenas representan el 1% del parque de vivienda, y que están optando por convertir sus pisos que tienen de alquiler residencial a pisos turísticos o de alquiler temporal. Y otros optan directamente por venderlos y, por lo tanto, abandonan el mercado de alquiler.

El pulso «débil» de Collboni

¿Y qué le parece esta operación que ha hecho el Ayuntamiento con la Casa Orsola?

Además de ser un agravio con el resto de inquilinos, con aquellos vecinos que pagan alquiler con mucho esfuerzo, se crea un precedente que va a disuadir a muchos propietarios de llevar a cabo proyectos de rehabilitación de viviendas. Y hay que tener en cuenta que el parque de viviendas en Barcelona es centenario, es muy antiguo.

Y luego es una cesión del alcalde. Es un claro ejemplo de que Collboni tiene las ideas claras, pero el pulso débil. Dice luchar contra la delincuencia y la multirreincidencia, pero no incrementa suficientemente los efectivos policiales, ni el ayuntamiento aplica mano dura contra aquellos infractores que infringen de forma más grave nuestra convivencia; o en este caso, que ha cedido a la movilización de organizaciones de izquierda extrema.

Y este populismo provocará que haya inquilinos que pidan que el Ayuntamiento también les rescate porque están en peor situación que los de la Casa Orsola. Y creas un precedente, porque tendrás que intervenir en las decenas de Casas Orsolas que pueda haber en Barcelona. Y en este caso, lo que se trataba era de que algunos inquilinos tuvieran unas prerrogativas que pocos ciudadanos pueden tener, como disfrutar de un piso con terraza en pleno Eixample.

Comentaba antes el tema de la seguridad. Precisamente este ha sido uno de los problemas más graves para los barceloneses, año tras año. Se han mejorado algo las cifras, pero no se acaba de revertir la tendencia.

La delincuencia sigue galopante en Barcelona porque está desbocada en máximos. Que se hayan frenado ciertos repuntes no significa que el problema se haya resuelto o deje de ser grave. Y lamentablemente, en Barcelona el delito es capital y la respuesta policial y de recursos judiciales y legales que se están promoviendo, es claramente insuficiente. Nada vaticina que la situación vaya a cambiarse. Y a eso hay que añadir que, sobre el tema del civismo, se prometió una nueva ordenanza, pero meses después sigue sin haber noticias sobre ella.

Y eso ratifica que el ayuntamiento no está dando respuesta a estos problemas. Hay que ser políticamente incorrecto en Barcelona, a la par que responsable. Esto significa tener el coraje necesario para adoptar decisiones contundentes, para luchar con eficacia contra la delincuencia, y también para atajar determinados fenómenos.

¿A qué fenómenos se refiere?

A las ocupaciones ilegales, al incivismo, o a la colonización por parte de entidades de la izquierda extrema en la ciudad de Barcelona, y muchas de ellas subvencionadas por el propio Ayuntamiento.

En clave económica, uno de los objetivos es que la ciudad recupere el pulso, después de años de estar implantada la cultura del No a todo: no al turismo, no a la ampliación del aeropuerto, no al Hermitage.

Hay que pasar a la Barcelona del sí, desde luego. La ciudad de hoy no se puede entender sin aquel ayer del que formaron parte las mejores generaciones de barceloneses y catalanes, que son las que hicieron posible las universidades, los hospitales, el mutualismo, la cultura con El Liceo o el Palau. El emprendimiento, con Ada Colau, y con Collboni, no solo sigue penalizado, sino que tiene certeza de culpabilidad.

Ahí sigue la cultura del no y se descarta cualquier iniciativa que pueda promover un avance social, económico o personal en la ciudad. Y mientras tanto, Barcelona pierde potencial e inversiones que se van a municipios colindantes, del entorno metropolitano o a otras ciudades de España. Y ojo, que en algunos de estos municipios están gobernados por los mismos que las rechazan en Barcelona.

También quería hablar del turismo, que es una actividad económica fundamental para la ciudad, pero se ponen todas las trabas posibles.

A ver, el turismo supone el 15% del PIB barcelonés y, por tanto, es una actividad que genera riqueza y empleo. Y la ciudad tiene que ser tan protectora del turismo, como exigente con los que nos visitan, para que sean respetuosos con la ciudad y sus vecinos. No se trata de ir contra el turismo, sino de promover un modelo de gestión diferente, en el que, más allá de atraer un mayor número de turistas, seamos capaces de atraer mejores turistas, que respeten la ciudad y que dejen más ingresos en Barcelona. Y lo que tienes que hacer es convertir el turismo en una oportunidad, y no en un problema por la equivocada gestión de aquellos que nos gobiernan.

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