El Debate ha navegado en una inmersión a cota profunda en el nuevo submarino S-81 de la Armada española

El Debate ha navegado en una inmersión a cota profunda en el nuevo submarino S-81 de la Armada españolaKindelán

Defensa española | El Debate, a bordo del primer S-80  Inmersión a cota profunda en el S-81, el submarino sigiloso y más avanzado de la Armada

«Motor en Avante 2, pasando por el 1-3-0»...

... «rumbo 1-2-0»…

Desde la vela del submarino de última generación S-81 Isaac Peral de la Armada española, el experto comandante Manuel Corral Iranzo da indicaciones precisas mientras supervisa la lenta maniobra de salida desde el histórico Arsenal de Cartagena.

«...7-9, largamos retenida»...

... «toma la voz el teniente de navío Simón»…

... «estribor 1-3-5»

La proa brilla en la soleada mañana mientras corta el oleaje, creando una sensación hipnótica. Hay algo de mar de fondo, que se nota sobre todo al contemplar un velero que navega por las proximidades. Dejamos a un lado la inconfundible silueta del Arsenal y el contorno de la costa se va difuminando.

«Estribor 1-5-0»…

En este momento el S-81 se asemeja a una nave espacial a punto de despegar. La comparación puede parecer exagerada pero, para justificarla, bien podría alegarse que la construcción de este submarino siguió patrones tecnológicos de la NASA. La vela es un lugar privilegiado, como un privilegio es para El Debate ser el primer periódico, digital o impreso, en entrar a bordo de este gran hito de la tecnología española y escudriñar sus interioridades. La bandera de España ondea orgullosa junto al espectacular periscopio. No en vano, España es uno de los diez países del mundo capaz de diseñar y construir submarinos.

«Babor 1-5-5»

Toca abandonar la cubierta y prepararse para la inmersión. A través de la escotilla nos encaramamos a una de las escalas y bajamos por el estrecho acceso para meternos de lleno en las entrañas del sumergible. Nos dirigimos enseguida a la Cámara de Mando y Control, altamente automatizada gracias al Sistema Integrado de Control de Plataforma (SICP), que permite ser operado por una tripulación reducida. Todo está preparado para la inmersión.

La tripulación del S-81 forma para recibir al comandante a bordo del submarino S-81

La tripulación del S-81 forma para recibir al comandante a bordo del submarino S-81Miguel Pérez Sánchez

Imagen del flamante submarino S-81 a su salida del Arsenal de Cartagena

Imagen del flamante submarino S-81 a su salida del Arsenal de CartagenaArmada Española

El comandante del S-81 Manuel Corral Iranzo supervisa la maniobra de salida desde la vela del submarino

El comandante del S-81 Manuel Corral Iranzo supervisa la maniobra de salida desde la vela del submarinoMiguel Pérez Sánchez

El agua inunda la cubierta del submarino S-81 y comienza la inmersión a cota periscópica

El agua inunda la cubierta del submarino S-81 y comienza la inmersión a cota periscópicaMiguel Pérez Sánchez

Inmersión a cota periscópica en el S-81, poco antes de la inmersión en profundidad

Inmersión a cota periscópica en el S-81, poco antes de la inmersión en profundidadMiguel Pérez Sánchez

La navegación de un buque es observada desde el periscopio del submarino S-81

La navegación de un buque es observada desde el periscopio del submarino S-81Miguel Pérez Sánchez

La sala de mando está presidida por una imagen de la Virgen del Pilar que, junto a la de la Virgen del Carmen, protegen a la dotación en sus singladuras e inmersiones. «Patrona del Arma submarina, protégenos», reza una pequeña placa al pie de la vitrina. La Virgen del Pilar es la patrona del Arma Submarina, que integra la flotilla de submarinos, desde 1946. Los submarinistas españoles se encomiendan a ella y a su otra patrona, la Virgen del Carmen, para que les proteja en las profundidades. Esta última imagen, que también se encuentra a bordo, fue entregada en la Iglesia castrense de Santo Domingo de Cartagena en febrero de 2022.

Imagen de la Virgen del Pilar dentro del submarino S-81 Isaac Peral de la Armada que fue bendecida en la Basílica de Zaragoza

Imagen de la Virgen del Pilar dentro del submarino S-81 Isaac Peral de la Armada, que fue bendecida en la Basílica de ZaragozaMiguel Pérez Sánchez

La Virgen del Pilar está situada entre sensores, pilotos y luces para proteger a los tripulantes en sus siempres peligrosas travesías

La Virgen del Carmen está situada entre sensores, pilotos y luces para proteger a los tripulantes en sus siempre peligrosas travesíasMiguel Pérez Sánchez

Nos dirigimos a una zona con una profundidad estimada de unos 2.000 metros. Aquí cualquier fallo puede convertirse en un grave problema. Como indica el comandante, «no hay que obviar que el riesgo inherente en un submarino es mucho mayor que en cualquier otra unidad». A través de una de las pantallas vemos cómo el agua se adueña de la cubierta y la escotilla es barrida por las olas, hasta que un manto de agua nos arropa por completo. La inmersión comienza. El ambiente en la sala de mando es de concentración máxima. Al poco tiempo, y bajo la supervisión del comandante, el S-81 alcanza con suavidad una inclinación de 15 grados y comienza la inmersión. 30 metros, 50, 70… los instrumentos registran al detalle cada movimiento… 90 metros… ¡pasando por cota 100! Y bajando. La sala adquiere una tonalidad verdosa por el reflejo de las pantallas. 110, 130 metros… el submarino se adentra en las profundidades como una gigantesca ballena electrónica, capaz de desplazar en inmersión unas 3.000 toneladas.

Un momento de la inmersión en la sala de mando del submarino S-81 Isaac Peral

Un momento de la inmersión en la sala de mando del submarino S-81 Isaac PeralMiguel Pérez Sánchez

Uno de los paneles desde los que se controla la propulsión del S-81

Uno de los paneles desde los que se controla la propulsión y baterías del S-81Miguel Pérez Sánchez

Nuestro excelente «guía» durante la inmersión es el teniente de navío Guillermo Gilabert Gamboa. Nos explica que a proa del casco resistente hay dos tanques de lastre; y a popa, otros dos. En superficie, permanecen llenos de aire y tienen lo que se denomina «flotabilidad positiva». Simplificando, en la maniobra de inmersión se abren unas válvulas que los tanques tienen en la parte superior; el aire sale al exterior mientras que, por la parte inferior, entra agua. Se pierde flotabilidad positiva y el submarino efectúa la inmersión. Por último, se procede a un ajuste fino para estabilizarlo.

Allí en las profundidades del Mediterráneo no hay móvil que valga, ni tablet, ni 5G, ni wi-fi, ni redes sociales, ni mensajes. La comunicación con la superficie se pierde por completo y se apodera de nosotros una sensación única de desconexión del mundo. Entramos en otra dimensión, con reglas propias, donde nuestras rutinas se volatilizan. Curiosamente el S-81, que está aún en pruebas, tiene hoy entre sus misiones comprobar el funcionamiento de un sofisticado teléfono submarino.

El teniente de navío Guillermo Gilabert Gamboa, junto a la bandera de España en el interior del submarino S-81

El teniente de navío Guillermo Gilabert Gamboa, junto a la bandera de España en el interior del submarino S-81Miguel Pérez Sánchez

Detalle de uno de los monitores durante la inmersión del S-81, que marca una profundidad de 114 metros

Detalle de uno de los monitores durante la inmersión del S-81, que marca una profundidad de 111,4 metrosA.G.

Los laterales de la Cámara de Mando y Control están habilitados con los puestos clave del buque: sónares, radares, sistema de combate... cada espacio está aprovechado al máximo, cada puesto de trabajo está pensado al milímetro. Cada interruptor, cada botón, cada luz, tiene una función concreta que los miembros de la tripulación manejan como quien se bebe un vaso de agua. Las pruebas de capacitación son muy exigentes, y todos conocen el submarino como la palma de su mano, antes incluso de entrar por primera vez, gracias a los potentes simuladores para adiestramiento.

El S-81 se divide en tres alturas. Nosotros nos encontramos en el nivel 1, en la zona de habitabilidad, situada en la proa. Debajo se encuentra la cámara de torpedos. Y ya en el nivel 3 están alojadas las baterías. Existen cuatro situaciones de emergencia principales a bordo: incendio, hombre al agua, hundimiento y abandono del buque. En cualquiera de estas circunstancias la consigna es clara: «Lo más importante es mantener la calma». Nos han asignado un lugar al que acudir si saltan las alarmas. Si se desata un incendio, el humo se expande de una manera muy rápida al encontrarnos en una atmósfera cerrada. En ese caso tendríamos que dirigirnos a nuestro camarote. A los pies de la cama hay una taquilla que contiene una máscara. Hay que conectarla en cada camarote a un circuito de aire respirable, respirar y esperar instrucciones. La máscara tiene un pulsador, se hincha y dispone de unos «pulpos» que se agarran automáticamente a la nuca. En función de las circunstancias, el comandante decide cuáles son las prioridades. Una de las posibles decisiones que podría tener que tomar, por ejemplo, es si ir a buscar a alguien que pudiera encontrarse en peligro o «atacar la incidencia»... la decisión es solo suya.

Un cartel de "Todo por la Patria" en uno de las paredes del pasillo de habitabilidad del submarino S-81

Un cartel de «Todo por la Patria» en uno de las paredes del pasillo de habitabilidad del submarino S-81Miguel Pérez Sánchez

Uno de los tripulantes nos muestra cómo se colocan las máscaras de oxígeno en caso de emergencia

Uno de los tripulantes nos muestra cómo se colocan las máscaras de oxígeno en caso de emergenciaMiguel Pérez Sánchez

El pasillo de habitabilidad del S-81 Isaac Peral, en cuyos laterales se encuentran los camarotes

El pasillo de habitabilidad del S-81 Isaac Peral, en cuyos laterales se encuentran los camarotesA.G.

Litera de uno de los reducidos camarotes del submarino S-81

Litera de uno de los reducidos camarotes del submarino S-81Armada Española

En caso de hundimiento, se informará por megafonía a dónde acudir: a proa o a popa, en función de dónde se encuentre la entrada de agua. Si el submarino se quedara en el fondo del mar, dispone de determinados sistemas para ayudar a su localización. Hay una zona intermedia llamada cofferdam, con elementos de rescate y salvamento como comida, agua y unos trajes especiales para salir en un momento dado. Pero lo normal sería esperar a que llegara un equipo de rescate, con la misión de acoplarse al submarino e intentar sacar a las personas atrapadas. «Y siempre encomendarse a la Virgen», enfatiza el comandante.

En caso de abandono del buque, se baraja un escenario en el que el submarino estaría en la superficie. Los responsables deben evaluar la situación. Si consideran, por ejemplo, que no puede controlarse la entrada de agua, y que el sumergible acabara hundiéndose, se tocara voz de abandono del buque. Para ello, hay unas rutas establecidas. Nosotros tenemos asignada una «estación», la de popa. Y dos balsas, la 5 y la 6. En los camarotes, cada cama tiene una tarjeta pegada con estos datos.

En el interior del submarino, no se permite fumar, hay detectores de humo y calor, y se controla la atmósfera para que no se deteriore. Se vigila el Co2, el hidrógeno... Tiene tres baños y dos duchas. Y algo importante que hay que saber a bordo: no arrojar nunca toallitas. Aquí ni los baños ni los camarotes están separados para mujeres y hombres. «Se come cuando se puede y se duerme cuando se puede», comenta espontáneamente un tripulante mientras le dejamos paso por el estrecho pasillo, la vía clave del tránsito interno.

El comandante del S-81 en la pequeña sala de reuniones, al fondo, un retrato de la Princesa de Asturias, y un fragmento de un cómic de Tintín

El comandante del S-81, Manuel Corral Iranzo, en la pequeña sala de reuniones; al fondo, un retrato de la Princesa de Asturias, madrina del submarino, y un fragmento de un cómic de TintínMiguel Pérez Sánchez

Un submarino no es apto, sin duda, para personas con claustrofobia. Ni tampoco para rencillas. De hecho, la sargento María Aguiar hace hincapié en la importancia de que no haya roces entre la tripulación. «El compañerismo en las Fuerzas Armadas es nuestra piedra angular. Pero en el submarino, lo es todavía más, porque esto es una plataforma especial. Ya lo habéis podido comprobar. El hecho de que el espacio sea tan reducido hace que tengamos que, a la fuerza, llevarnos lo mejor posible entre todos. Hay que intentar ser lo más tolerante posible y decir: «pelillos a la mar» cuando pasa algo. Luego se habla y se aclara la situación».

La sargento María Aguiar, a bordo del submarino S-81 de la Armada

La sargento María Aguiar, a bordo del submarino S-81 de la ArmadaMiguel Pérez Sánchez

Una de las salas más secretas es la de torpedos, a la que accedemos bajo los parámetros de la información clasificada. Aquí se custodian, almacenan y lanzan los enormes torpedos de color anaranjado. El teniente de navío Jorge Jiménez Ayala, jefe de operaciones, nos indica que tanto la instalación, como la eyección y el filoguiado del arma se puede controlar de forma remota. Esto significa que el torpedo se puede teledirigir a través de un cable de fibra óptica mientras se sigue su detección en las consolas. «No necesitaríamos a nadie para la eyección del arma. El llenado del tubo, la apertura de la compuerta, la eyección y el equilibrado con la presión exterior se puede hacer totalmente en remoto», subraya. Los torpedos yacen sobre unas plataformas metálicas que lo deslizan y lo sitúan antes sus respectivas compuertas. Cada una de estas lleva el nombre de un miembro de la tripulación: son los «pioneros» que practicaron las primeras pruebas en este recinto, «blindado» incluso a prueba de ciberataques. Asimismo incorpora un sistema de combate desarrollado por Navantia Sistemas en colaboración con la empresa estadounidense Lockheed Martin, con capacidad, única (para OTAN y UE) entre submarinos convencionales de características similares, de lanzar misiles tácticos de ataque a tierra.

El teniente de navío Jorge Giménez Ayala explica el funcionamiento de la sala de torpedos

El teniente de navío Jorge Jiménez Ayala explica el funcionamiento de la sala de torpedosArmada Española

Vista general de la sala de torpedos del submarino S-81

Vista general de la sala de torpedos del submarino S-81Miguel Pérez Sánchez

Un lugar particularmente impresionante es la cámara de máquinas, donde se encuentran los motores diésel. El sargento primero Francisco Girón Reyes nos descubre lo que parece el corazón de un cohete. Tres grupos diésel generadores de 1.200 kw para alimentar eléctricamente al motor principal, manteniendo la siempre esencial discreción. «No tenemos nada que envidiar a ningún submarino convencional», subraya rodeado de un laberinto de tubos envueltos en aluminio. «El trabajo que hago yo ahora, lo hacía antes en un S-70 con cinco personas más. Ahora me basta un ordenador. La automatización es brutal», remarca.

Sargento primero Francisco Girón Reyes, en el S-81

El sargento primero Francisco Girón Reyes, en la cámara de máquinas del S-81Miguel Pérez Sánchez

Lo cierto es que durante nuestra estancia en el S-81 nos metemos hasta en la cocina. Se trata más bien de un reducto de reducidas dimensiones en las que el cabo primero José Ángel Ginoris Delgado y la cabo primero Yurani Gutiérrez Echeverry se afanan por ofrecer un esmerado y nutritivo menú a la dotación. Hoy toca ensalada y pollo al ajillo. Bajo el suelo hay una despensa a la que se accede por unas pequeñas escalerillas. Pese a sus reducidas dimensiones, los víveres están perfectamente ordenados en los estantes y a mano de los cocineros. «El día que los tengas que sacar, si no lo tienes bien organizado te da la risa» dice con jovialidad el cabo primero.

El cabo primero José Ángel Ginoris Delgado y la cabo primero Yurani Gutiérrez Echeverry, cocineros en el S-81

El cabo primero José Ángel Ginoris Delgado y la cabo primero Yurani Gutiérrez Echeverry, cocineros en el S-81Miguel Pérez Sánchez

Hemos pasado unas doce horas de viaje submarino en el Mediterráneo. Es el momento de efectuar la maniobra de superficie. Consiste en meter aire que está acumulado en botellas de alta presión en los tanques de lastre. «Al llenarlo conseguimos que el submarino obtenga una flotabilidad positiva que nos convierte en un barco de superficie», indica el teniente de navío Gilabert. El comandante da la orden de superficie, el timonel adopta la inclinación adecuada de subida y el operador de seguridad en inmersión da la orden de introducir aire de alta presión en los tanques de lastre. El submarino sube de forma casi inmediata. La escotilla se abre y nos devuelve de golpe al mundo exterior. El oficial de guardia se dirige a la vela para tomar el control de la navegación, como si del puente de mando de un buque se tratara. A lo lejos se divisa el perfil de la costa. El S-81 enfila el regreso.

Espectacular imagen del S-81 en maniobra de superficie tras casi doce horas de inmersión en cota profunda

El S-81 en maniobra de superficie tras una inmersión en cota profundaArmada Española

No puede dejar de decirse que este submarino ha supuesto uno de los mayores retos para la construcción naval española hasta la fecha, a nivel industrial y tecnológico. Sus 80 metros de eslora y 7 metros de diámetro encierran un salto tecnológico sustancial frente a su predecesor, con sus modernos sistemas integrados de control de la plataforma, de combate y de comunicaciones. Con el tiempo incorporará el sistema AIP, que permite reformar el bioetanol, evitando así la necesidad de tener hidrógeno a bordo. Un sistema que proporciona a los submarinos de la clase S-80 una gran autonomía independiente de la atmósfera de hasta tres semanas y contribuye a su carácter sigiloso.

La bandera de España ondea en la cubierta del S-81 durante la aproximación al Arsenal de Cartagena

La bandera de España ondea al atardecer en la cubierta del S-81 durante la aproximación al Arsenal de CartagenaMiguel Pérez Sánchez

Pero, sin duda, lo que distingue al S-81 es la gran profesionalidad, capacidad humana y de servicio a España de su formidable tripulación, a quien va dedicada este reportaje. Que la Virgen del Pilar y la Virgen del Carmen la proteja en sus misiones en las profundidades de los mares.

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