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Playa de Oyambre

Playa de Oyambre

Una casa de ensueño en el paraíso cántabro de Oyambre y una epopeya de película

Una de las playas más hermosas del Norte de España esconde dos pequeños tesoros: la llegada del primer polizón aéreo de la historia y una de las villas de alquiler más deseadas, Rumoroso

Con sus dos kilómetros de fina arena dorada, sus prados siempre verdes, su fresco olor a mar, el murmullo de sus olas y la rocosa desnudez de sus acantilados, la playa de Oyambre es esa clase de paisaje que nos hace soñar. Hasta las vacas que pastan en su sabrosa hierba pueden presumir de rumiar con las mejores vistas en este pequeño rincón privilegiado de la parte Occidental de Cantabria, junto a la desembocadura de la Ría de la Rabia, a tan solo 5 kilómetros de Comillas y 6 de San Vicente de la Barquera. Se trata de una de las playas mejor conservadas de la región, con sus dunas y marismas y la estampa de los Picos de Europa al fondo. Recién estrenado el verano, se convierte en ese paraíso soñado, especialmente para los miles de veraneantes mesetarios que hacen de nuevo suyo el antiguo mar de Castilla. Para todos es un paraíso, incluso para las vacas que tal vez ahora sienten más ajetreo del habitual, un paraíso que parece tener algo especial para quienes se acerquen a él.

Hay quien encuentra en la playa de Oyambre las olas que persigue con la tabla de surf, a quienes la pasean, la nadan o la bucean; hay quienes hacen por primera vez con sus hijos castillos en su arena, quienes juegan a las palas, los que se reúnen con sus familias o se reencuentran con sus pandillas de verano. Algunas playas españolas se convierten en verano en una especie de cuarto de estar colectivo. Para bien o para mal. En este caso, es un cuarto de estar donde impera la respetuosa convivencia con la complicidad que presta generosamente la naturaleza. La playa es espaciosa, el pronunciado juego de las mareas hace que gane hasta 300 metros y la relativa lejanía de los principales núcleos urbanos la aleja de esas estampas playeras en las que se observa con cierto horror que no cabe un alfiler. La declaración del paraje Parque Natural, en 1988, ha permitido salvaguardar este bellísimo rincón cántabro.

Pájaro Amarillo

Pájaro Amarillo

Si para casi todos es un paraíso, lo fue especialmente para los valientes tripulantes de la pequeña aeronave Pájaro Amarillo, un Bernard 191GR, que el 14 de junio de 1929, tras 29 horas de vuelo, y sin prácticamente combustible, realizó un aterrizaje de emergencia en la playa de Oyambre. Y de paso entraba en la historia de la aviación, al protagonizar el primer vuelo europeo que consiguió realizar con éxito una travesía trasatlántica sin escalas. El Pájaro Amarillo volaba rumbo a París desde Estados Unidos y por una serie de circunstancias rocambolescas, acabó tocando tierra en la vacía playa cántabra, donde bajaron sus cuatro ocupantes: el millonario Armand Lotti, promotor de la expedición; Jean Assolant, su primer piloto; René Lefévre, navegador, y un pasajero clandestino que se coló en el avión y se convertiría en el primer polizón aéreo de la historia, el norteamericano Arthur Schreiber.

Hay que entender el contexto de esta proeza que ha hecho que Oyambre figure de este modo en la gloriosa y particular geografía de los pioneros de la aviación. Dos años antes, Lindbergh se había convertido en el primero en cruzar el océano Atlántico, de Oeste a Este, uniendo el continente americano y el europeo en un vuelo sin escalas en solitario. Solo un par de semanas antes, L’Oiseau Blanc (Pájaro blanco), desapareció en pleno vuelo, junto con sus dos pilotos, los franceses Charles Nungesser y François Coli, durante el primer intento de realizar el vuelo entre París y Nueva York sin escalas. El triunfo de Lindbergh se vivió en París en un ambiente de indisimulada tragedia y desde entonces Francia tenía cierto deseo de quitarse la espinita. Los sucesivos intentos fracasaron, hasta tal punto que el Gobierno francés decidió prohibir los raids para cruzar el Atlántico desde Francia, dada la alta siniestralidad de los viajes fallidos. El millonario francés Lotti, fascinado con la historia de Lindbergh y desolado con la del Pájaro Blanco y tras sucesivos intentos fallidos, desmontó su pequeño aeroplano y lo llevó hasta Estados Unidos. Si el Gobierno no le deja volar desde Francia, lo haría desde América.

Casa Rumoroso

Casa Rumoroso

Partió desde la playa de Old Orchard (Maine), lo más parecido a una pista de aterrizaje, por su longitud y su arena lisa. Solo unos minutos después del despegue, los tres tripulantes del ‘Pájaro Amarillo’ se percataron de la presencia de un polizón a bordo, un buscavidas que busca compartir su fama si la expedición se convertía en un éxito y su triste destino, si fracasaba. El combustible que habían calculado para el viaje, se quedaría corto con el peso del intruso, Arthur Schreiber, al que Lotti obligó a redactar un improvisado contrato en pleno vuelo que prohibía al polizón publicar nada de lo que allí sucediera y que lo eximía a él y a sus pilotos de cualquier responsabilidad en caso de accidente. Una tormenta les desvió de su ruta inicial y el peso adicional del inesperado pasajero les impedía continuar su ruta hacia París. Y así fue como la playa de Oyambre se convirtió en improvisada pista de aterrizaje de emergencia de este épico vuelo que situó a Comillas, como puede verse en el archivo municipal, en el centro de interés informativo mundial. Un pequeño monolito en el que no demasiados veraneantes reparan, erigido en el mismo año 1929, recuerda la hazaña. Más concurrido es el chiringuito que lleva el nombre del avión, «El pájaro amarillo», y luce un vistoso toldo de este color, es el preferido por sus paellas, rabas y bocartes, aunque lamentablemente, está demasiado concurrido en esta época del año, por lo que es aconsejable ir con las necesarias dosis de paciencia o entretenerse en la espera con los numerosos pormenores de esta curiosa historia.

Casa Rumoroso

Casa Rumoroso

Pero si hay un sitio soberbio desde el que pensar en la proeza de los protagonistas del éxito de Pájaro amarillo, y en las cosas buenas de la vida, en general, y de esas historias que nos conmueven o nos hacen soñar, ese sitio es sin duda el balancín del porche de Rumoroso. La estampa de esta magnífica casa del Parque Natural de Oyambre se observa cuando se pasea por la playa, con indisimulada envidia. Un pequeño portón de madera de su jardín da acceso directo a esta arena dorada, a este murmullo, a esa agua clara. Su porche permite disfrutar de una de las mejores vistas de este espectacular enclave y como vecinos tan solo tiene alguna que otra vaca que pace y rumia en paz sintiéndose, tal vez, privilegiada. No, no es más sitio, seguramente hubiera sido muy del agrado del aventurero y acaudalado Lotti.

Construida antes de la ley de costas y de la declaración de Parque Natural de Oyambre, conforma la mejor atalaya de ese soberbio paisaje y de sus historias. Su extraordinaria ubicación garantiza total privacidad y su posición en altura ofrece una vista soberbia. No es exagerado afirmar que es una de las más singulares y privilegiadas de toda la costa española. La casa forma parte de Wishome, un cuidado sello de alquiler vacacional de lujo y alta gama que ha llevado a Cantabria un producto turístico de altísimo nivel con todos los servicios de lujo, la clase de residencia vacacional de alquiler que hasta ahora solo podíamos encontrar casi exclusivamente en destinos como Baleares, Marbella, Sotogrande o Costa Brava. Se trata de una empresa de capital español cuyo nombre salto a los medios de comunicación hace unos cinco años pues desde entonces Shakira y su familia se han alojado en ellas, tanto en Rumoroso, como en la vecina La Gaviota, también situada en la playa de Oyambre. Curiosamente, el estilo de ambas casas recuerda a las residencias de los Hamptons, construidas con láminas de madera blanca en disposición horizontal, tejados gris pálido y grandes terrazas corridas con sillones de madera Adirondack y balancines. El tipo de casas de la playa de Maine desde la que salió el Pájaro Amarillo con dirección a París. Curiosos bucles de la historia.

Playa Oyambre

Playa Oyambre

Como las mejores casas de los Hamptons, Rumoroso y La Gaviota tienen acceso directo a la playa desde sus agradables y muy cuidados jardines. El sueño de tantos veraneantes. El sello Wishome ha ido incorporando a estos espléndidos mimbres la clase de servicios que solicitan los VIP y no solo Shakira: transfers, niñeras, chefs, profesores de surf, paseos a caballo, visitas privadas con guías locales y una personalización y amor por el detalle de la que se encargan Laura e Isabel con la sencilla filosofía de hacer felices a sus clientes. Un objetivo que parecen conseguir dado el alto grado de fidelización de sus huéspedes (mayoritariamente familias, tanto españolas como extranjeras) y lo difícil que resulta conseguir una reserva en sus casas de Cantabria, convertidas en algunas de las villas de alquiler vacacional más reputadas y especiales de España.

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