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Con la bata puestaIsabel Rojas Estapé

¿Cómo quieres estar en Navidad?

Propóntelo: no hagas todo y perfecto, sino haz aquello con lo que disfrutas, y puedes, aunque hazlo siempre con cariño

Actualizada 17:31

Se acerca la época del año en el que más sentimos. La mezcla de emociones se sucede pasando de la alegría a la tristeza, de la nostalgia a la felicidad. Este enraizado de sentimientos nos hace más vulnerables, que unido al agotamiento acarreado, hace que estos días sean de gran calado emocional. Por eso es importante saber que podemos experimentar este coctel de emociones, nada raro, pero sí intenso, que nos puede hacer sufrir. Además, hemos de ser conscientes que uno llega a navidad agotado. Quizás físicamente, pero sobre todo psicológicamente. Llegamos a diciembre con un cansancio acumulado de muchas semanas de trabajo y de poco sol, que afecta directamente a nuestra forma de ser y, por tanto, de estar. Y para mayor inri, son fechas complicadas, pues es el cierre del año y por tanto hay que dar un último pero nuevo empujón en el trabajo. Con todo esto, nos encontramos aterrizando el 24 de diciembre con una salud psicológica quebradiza que no se recompone fácilmente, pues en navidad se desconecta, pero no se descansa.

¿Qué se puede hacer para no llegar de esta forma a estas fechas tan señaladas? Lo primero es conocerse. Quien no se conoce no puede gestionar lo que le pasa. Conocer cómo es mí forma de ser, qué cosas me afectan y al mismo tiempo cómo se transforma mi forma de ser. Además se deben conocer los factores de estrés. Es decir aquellas cosas, personas, situaciones que te desestabilizan. Aquí hago hincapié en tres que siempre afectan.

Los preparativos: es bonito siempre cuidar los detalles, esmerarse en que las cosas salgan bien. ¡Pero cuidado! Todos esos detalles (la decoración, las velas, los manteles…) tienen que estar a mi servicio y no yo al servicio de las luces, las servilletas o de una mesa impresionantemente bonita. No olvides que las navidades son para disfrutarlas y no para sufrirlas. De ahí que como sugerencia, a la hora de realizar los preparativos sepas poner límites, tanto a los tuyos como a ti mismo. Como, por ejemplo, cocinar aquello que te gusta o que te resulta más sencillo y no esa otra comida que se espera de ti. Propóntelo: no hagas todo y perfecto, sino haz aquello con lo que disfrutas, y puedes, aunque hazlo siempre con cariño.

Por otro lado, la Navidad es una época de relaciones. Se vuelven a ver a aquellos familiares que hace tiempo que no se ven y a esos otros que no apetece tanto ver, sin olvidar a los que ya no están. Por eso no se trata tanto de con quien estés, sino de cómo estés. Con los que tengas mayor conexión, disfruta, habla, y con aquellos que te cuesten mas, simplemente acéptalos. No intentes cambiar a esa persona que se te atraganta, sino acéptala, sabiendo que no va a cambiar sino cambias tu primero con ella. Por eso, que sea un buen momento para cambiar, estar con la gente pero poniendo cariño.

Y por último, saber que es el momento del año de mayor consumismo. Compramos sin parar pensando que eso llenará nuestro corazón. Pero no va de eso la Navidad. Comprar un regalo es fácil y más si recurres a internet. Pero el verdadero regalo es dar tu corazón, tu tiempo. Regala cariño.

Quiero terminar recordándote que la memoria es emocional. No recordamos por lo que hicimos (lo que comimos, los regalos que nos dieron o como estaba la mesa decorada) sino que recordamos por cómo nos sentimos. Que esas navidades pongamos cariño en todo y con todos, pues eso es lo que recordara mi cerebro y eso es salud mental.

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