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El motivo por el que Mary de Dinamarca nunca se divorciará de Federico
No es la primera vez que la sombra de la infidelidad aparece en el palacio de Amalienborg
El lujoso refugio de Genoveva Casanova en plena tormenta mediática por Federico de Dinamarca
La Casa Real danesa comenzaba hace unos días a tomar cartas en el asunto en el escándalo de las fotografías de su Príncipe Heredero con Genoveva Casanova. Amigo de los escándalos, Federico de Dinamarca ha visto cómo la imagen pública que tanto le ha costado construir en los últimos veinte años se iba a pique con un viaje a Madrid que acababa en la casa de Retiro de la socialité.
Mientras ella se ha convertido en una de las más buscadas y en su refugio de San Sebastián en el objetivo de la prensa, Mary de Dinamarca continúa su vida en palacio. Algo que, con toda seguridad no cambiará, dado que es prácticamente imposible que, de confirmarse la infidelidad, la Princesa se decida a pedir el divorcio. ¿El motivo? El acuerdo prenupcial al que fue obligada por su familia política.
Es una vieja tradición de la realeza que el acuerdo prenupcial sea una condición sine qua non para el matrimonio, y que estos pactos contemplen la total separación de bienes que evite que plebeyos sin títulos acaben con un palacio en la cartera. El escándalo se volvió a repetir en su segundo embarazo cuando la férrea mano de la Reina Margarita hizo acto de presencia en el día a día de su hijo. Estando en el cuarto mes de gestación, Mary se vio obligada a firmar unas nuevas capitulaciones matrimoniales poco ventajosas en las que renunciaba a un divorcio millonario.
Abandonaba cualquier posibilidad de recibir la altísima suma en concepto de indemnización si se disolvía el matrimonio –calculada en función de los años que habían pasado juntos y la situación económica de cada miembro– además de no poder elegir su residencia futura ni en Dinamarca ni fuera de ella.
La Princesa se quedaba a expensas de la Familia Real, que determinaría dónde iba a vivir en caso de separación y, a la vez, se ahorraba un cuantioso dispendio. La excusa de la Casa Real para que Margarita tomase la decisión fue evitar que se repitiese la situación del Príncipe Joaquín, quién sí tuvo que costear su separación de Alexandra de Dinamarca y proporcionarle una fortuna.
Sin embargo, la fama que precede a Federico podría haber sido el desencadenante principal de la medida. Uno de sus romances de juventud estuvo a punto de costarle el título. En la Nochevieja de 1992, la pareja fue detenida después de que ella condujese el coche de él en claro estado de embriaguez y a toda velocidad. La polémica llegó al Parlamento danés, donde se pidió que se despojase de sus derechos dinásticos. La siguiente relación del Príncipe turbo –como fue apodado a partir del entonces– tampoco causaba buena impresión en palacio al tratarse de Katja Storkholm, una modelo de ropa interior.
Años después, trece después de su boda con Mary, la revista danesa Her&Nu acusó al Príncipe de haberle sido infiel y haber pagado 7.000 euros para que la deslealtad no trascendiera a la esfera pública. Solventada la crisis , el Príncipe volvió a protagonizar un escándalo al ser fotografiado abrazado en actitud seductora a la actriz Flora Montgomery. Una vez más, su matrimonio era la comidilla del país y se llegó a apostar que dormían habitaciones separadas.