El Juan Sebastián de Elcano, el buque-escuela en activo más antiguo del mundo
En los cruceros de Instrucción a bordo del Juan Sebastián de Elcano embarcan los alumnos guardiamarinas de tercer curso de la Escuela Naval Militar (Marín, Pontevedra) para seguir su formación
Con casi 100 años, el buque-escuela Juan Sebastián de Elcano es el buque más antiguo de la Armada española, pero también el velero (bergantín-goleta) en activo más antiguo del mundo. Sumando todos sus días en la mar, es como si hubiera navegado 42 años seguidos y a su proa lleva recorridas más de 1.880.879 millas, cifra que corresponde a 88 vueltas al mundo. Su misión en todos estos años ha sido formar a los futuros oficiales de la Armada y representar, como embajada flotante, a España en los países por los que pase. Pero ¿cuál es su historia?
Cuando se visita Elcano, los guardiamarinas –que guían por el buque– explican que los cuatro palos tienen nombres propios: Almansa, Blanca, Asturias y Nautilus, como recuerdo a los buques-escuela predecesores de Elcano. A principios del siglo XX, además de la corbeta Nautilus, que se dio de baja en 1933, la Armada adquirió el Galatea en 1922, un velero escocés de tres palos que permaneció en activo hasta 1982. Todos se utilizaron para adiestramiento, pero el ministerio de Marina quiso buscar un sustituto para adiestrar exclusivamente a los guardiamarinas. La propuesta inicial consistía en trasformar un viejo velero italiano llamado Augustella, en un nuevo buque al que llamarían Minerva, la diosa griega de la guerra, la navegación y la estrategia militar.
El ministerio de Marina sacó a concurso público la remodelación, que ganaron los astilleros Echevarrieta y Larrinaga en enero de 1923, con un presupuesto de dos millones de pesetas y un tiempo de ejecución de un año. Pero la idea se desechó porque el velero era muy pequeño y tampoco se adaptaba bien a las necesidades de instrucción de los futuros oficiales. Desde Marina se tomó la decisión de construir un nuevo buque, desde cero. Además, Horacio Echevarrieta, dueño de los astilleros, propuso a Primo de Rivera que el navío tomase el nombre de Juan Sebastián de Elcano, el marino español que consiguió circunnavegar la totalidad de la tierra por primera vez entre 1519 y 1522. Entendía que el espíritu de su hazaña era «ejemplo y estímulo para los jóvenes guardiamarinas que habrán de embarcar en él». Así, el 24 de noviembre de 1925 comenzaron las obras de construcción en los astilleros de Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz, según se había dispuesto en el Real decreto del 17 de abril de 1925.
Fue construido durante la dictadura de Primo de Rivera, navegó durante la Segunda República y permaneció en La Carraca sin moverse en la Guerra Civil
Con un presupuesto inicial de siete millones y medio de pesetas, el coste final ascendió hasta los ocho millones, que equivaldría a poco menos de 50.000 euros actuales. Elcano se proyectó en plano como un bergantín-goleta con un casco de acero y cuatro palos que sostienen 20 velas. El responsable de su diseño fue el ingeniero Juan Antonio Aldecoa y Arias, el director de los astilleros. Las partes más artísticas, como el mascarón de la diosa Minerva en la proa y otras tallas menores, son obra del escultor bilbaíno Federico Sáenz Venturini. Dos años después, el 5 de marzo de 1927 se realizó la ceremonia de bautismo del nuevo buque-escuela, que presidió Carmen Primo de Rivera, como madrina de Elcano. Formalmente, el bergantín-goleta se entregó a la Armada el 17 de agosto de 1928, pero no es hasta el 30 de julio de 1928 cuando se incorpora de forma definitiva a la flota, tras varias pruebas de mar. Antes, Elcano había comenzado unas pruebas de navegación y una primera singladura entre Cádiz y Málaga en la que embarcó el rey Alfonso XIII. Desde entonces, más de 22.000 marinos han pasado por Elcano en diferentes navegaciones.
Un buque en constante adaptación
La sede de Elcano siempre ha sido Cádiz. En concreto el Arsenal de la Carraca, situado en San Fernando. Allí regresa después de cada crucero, donde se repara y la dotación comienza a preparar la siguiente navegación, pero si los cambios que necesita son muy grandes se traslada a los diques del astillero de Navantia.
Se colocó una placa en el mamparo de proa de la Toldilla con la inscripción en latín «Tu Primus Circumdedisti Me» (fuiste el primero que me circunnavegaste)
A lo largo de sus casi 100 años, ha sufrido reparaciones de todo tipo, como el cambio del palo Mesana o la renovación de los sollados de cabos y marinería que se ha realizado este último año. Pero la esencia del original se mantiene, sobre todo en cubierta, con objetos que forman parte del buque desde sus primeros años. Por ejemplo, en 1933 se colocó una placa en el mamparo de proa de la Toldilla con la inscripción en latín «Tu Primus Circumdedisti Me» (fuiste el primero que me circunnavegaste), que recuerda el título que le otorgó el Emperador Carlos V a Sebastián de Elcano tras la gesta de la primera vuelta al mundo. Ese mismo año, los cuatro palos se rebautizaron con los nombres de los anteriores buques que habían servido como escuela flotante a los guardiamarinas.
Pero también ha formado parte indirecta de la historia de España, porque fue construido durante la dictadura de Primo de Rivera, navegó durante la Segunda República y permaneció en La Carraca sin moverse en la Guerra Civil. Además, durante la Segunda Guerra Mundial, en Elcano se pintaron grandes banderas nacionales en las aletas y los costados de la proa, para evitar ataques de los países en conflicto. Su cubierta la han pisado jefes de Estado y monarcas de muchas partes del mundo, pero además en él embarcaron como guardiamarinas el rey Juan Carlos I en 1958 y después, en 1987 su hijo, el Rey Felipe VI.