El ángel de Budapest
Ángel Sanz Briz, el español que salvó a 5.000 judíos del genocidio nazi y que ERC ha tachado de «fascista»
Sanz Briz, apodado el ángel de Budapest, fue testigo de cómo los judíos desaparecían o eran asesinados. Pero no se quedó quieto ante la barbarie de las fuerzas alemanas y puso en marcha un plan para salvar a cuantos pudiese
El pasado martes en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados se discutió una proposición no de ley de Vox para «la conmemoración y homenaje a la figura de don Ángel Sanz Briz», embajador de España en Budapest durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial y que consiguió salvar a miles de judíos de una muerte segura proporcionándoles pasaportes y una vía segura para salir de Hungría.
Una propuesta que, según expresó el portavoz de ERC, significaba «defender el homenaje a un franquista. En definitiva, una iniciativa de Vox blanqueando el fascismo». Un argumento que ha creído suficiente para borrar la acción de este diplomático que, junto a Miguel Ángel de Muguiro, Raoul Wallenberg, Ángelo Rota y Carl Lutz, consiguió salvar más de 5.000 vidas.
En 1944, los nazis invadieron Hungría ante el temor de Hitler de perder el control de su influencia por el Este. Tras la ocupación, Adolf Eichman se traslada a este país para supervisar los planes de exterminio de la comunidad judía. Pronto comenzarían las deportaciones y el exterminio sistemático de los judíos húngaros. Cuando el Partido de la Cruz Fechada, de naturaleza pronazi y abiertamente antisemita, llegó al poder en Hungría la situación de los judíos se agravó enormemente.
Alrededor de 80.000 de judíos fueron conducidos a las riberas del Danubio donde serían asesinados fríamente y sus cuerpos arrojados al río. A finales de aquel año, durante el asedio soviético de Budapest, 70.000 judíos fueron confinados en un gueto en condiciones deplorables. Ángel Sanz Briz, diplomático zaragozano y encargado de la Legación de España en Budapest fue testigo de cómo los judíos desaparecían o eran asesinados. Pero no se quedó quieto ante la barbarie de las fuerzas alemanas y puso en marcha un plan para salvar a cuantos pudiese.
Para ello, se basó en un decreto de 1924 en el que Miguel Primo de Rivera establecía la posibilidad de recuperar la nacionalidad a los judíos sefardíes, es decir, los descendientes de los que fueron expulsados de España en 1492. Aunque la norma había expirado, el embajador entregó pasaportes no solo a sefardíes, sino a cualquiera que demostrara una mínima conexión con España y tras negociar con las autoridades húngaras recibió el consentimiento de otorgar dichos derechos a 200 judíos de origen español. Pronto ampliaría la cobertura a 200 familias y posteriormente continuó incrementando el cupo asignado de manera que llegó a generar series marcadas con letras.
Para asegurar su protección, Sanz Briz reubicó a los grupos de judíos en ocho edificios que él mismo alquiló en diferentes lugares de la capital húngara –más tarde se ampliarían a 11– indicando que eran anejos a la legación española y que gozaban de extraterritorialidad. Pero su labor fue a más: consiguió que la Cruz Roja Internacional colocase letreros españoles en hospitales, orfanatos y clínicas de maternidad para poder proteger a los judíos que allí se encontraban.
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Sanz Briz recibió instrucciones precisas de Madrid de abandonar Budapest, tras el avance de las tropas soviéticas dado que España era enemiga del régimen comunista de la Unión Soviética, y partió rumbo a Suiza el 6 de diciembre de 1944. No obstante, su labor continuó durante 40 días más hasta la liberación de Budapest por las fuerzas soviéticas el 16 de enero de 1945, gracias a la labor del italiano Giorgio Perlasca.
Apodado el ángel de Budapest, en 1966 fue nombrado por Yad Vashem (Centro Mundial de Conmemoración del Shoá) «Justo entre las Naciones», la más alta distinción que otorga el Gobierno de Israel a personas no judías. Pero el régimen franquista no lo autorizó a viajar porque no mantenía relaciones con el Estado hebreo.