Día de la Victoria
¿Por qué la Alemania nazi tuvo que rendirse dos veces en la Segunda Guerra Mundial?
El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler se quitaba la vida en el búnker de la Cancillería sin querer presenciar cómo su Alemania nazi colapsaba. En los días siguientes el ejército soviético entraba en Berlín provocando la rendición de la ciudad el 2 de mayo, aunque los combates de resistencia continuaron.
En caso de morir Hitler había nombrado a Karl Dönitz como su sucesor. Este almirante naval y nazi convencido no tuvo más remedio que orquestar la rendición de Alemania y asumir la derrota. Pronto delegaría en Alfred Jodl, jefe del mando de operaciones de las Wehrmacht (nombre de las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi), la responsabilidad de negociar la rendición de todas las fuerzas alemanas con el general Dwight D. Eisenhower.
Aquellas negociaciones no eran más que un intento del almirante Dönitz de ganar tiempo para evacuar a todos los soldados y civiles alemanes posibles ante la amenaza del Ejército Rojo. También tenía la esperanza de convencer a los Aliados (Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia) de que volviesen la espalda a la Unión Soviética –de la que ya desconfiaban– para que así Alemania pudiese continuar con la guerra en ese frente. Sin embargo, Eisenhower, consciente del engaño, insistió a Jodl firmar un acta de capitulación sin negociaciones.
«El general Eisenhower exige que firmemos hoy mismo. De lo contrario, se cerrarán los frentes aliados contra cualesquiera personas que intenten pasarse y quedarán interrumpidas todas las negociaciones. No veo más salidas que el caos o la firma», rezaba el telegrama que Jodl envió a Dönitz. De este modo, a las 22:43 del 8 de mayo, en la ciudad francesa de Reims, (en Moscú ya eran las 00:43 del 9 de mayo debido al huso horario), Jodl firmaba un acta de capitulación militar incondicional y un alto al fuego que entraría en vigor a las 23:01 hora central europea del 8 de mayo.
Las exigencias de Stalin
Cuando Stalin supo que Alemania había firmado la capitulación incondicional de todos sus soldados en Reims, se enfureció. El mandatario soviético sostenía que la URSS había sacrificado más soldados y civiles durante la guerra y que por ello su comandante militar más importante, el mariscal Georgi Zhúkov, quien se encontraba en Berlín, debía ser quien aceptase la rendición de Alemania y no el oficial soviético Ivan Susloparov, que había sido testigo de la firma en Reims.
También exigió que la localización de la firma fuese Berlín y no Reims, pues, a su parecer, debía ser la capital del Tercer Reich el lugar de la rendición alemana y donde se pondría fin a la guerra que había asolado a Europa durante seis años.
Además, hubo una tercera objeción del dictador ruso. Este argumentó que al permitir que Alfred Jodl, que no era el oficial militar de mayor rango del país, se rindiese en nombre de Alemania se podría repetir lo que sucedió en el armisticio de la Primera Guerra Mundial. En aquella ocasión, en 1918 Matthias Erzberg, como nuevo secretario de Estado, firmaba el armisticio en Compiégne, por el que Alemania se rendía incondicionalmente, una decisión que pilló por sorpresa a todos los civiles alemanes que pensaban que su ejército estaba a las puertas de la victoria.
Stalin argumentaba que aquella capitulación poco autorizada había sido el germen del ascenso del nazismo al poder y de la Segunda Guerra Mundial. Por ello debía ser Wilhelm Keitel, como mariscal de campo y comandante supremo de las fuerzas alemanas, quien firmase personalmente el documento.
Estados Unidos y Gran Bretaña aceptaron las exigencias de la Unión Soviética. La segunda capitulación debía organizarse de manera apresurada. Se programó para el día siguiente en el cuartel ruso de Karlshorts, un suburbio de Berlín. Allí se trasladarían los mariscales Zhúkov y Keitel. Este último presentaría la rendición de la Wehrmacht el 9 de mayo de 1945.
La Prensa soviética ni siquiera informó de la rendición de Reims hasta un día después, lo que sugiere, según apuntan algunos expertos, que la segunda capitulación que tuvo que llevar a cabo la Alemania nazi fue un movimiento propagandístico orquestado para que Stalin pudiera atribuirse más mérito por poner fin a la guerra. Estrategia propagandística o no, lo cierto es que los rusos celebran cada 9 de mayo el Día de la Victoria, a diferencia que el resto del mundo que lo hace el 8 de mayo.