El castillo de Eltz, la copropiedad familiar más antigua de Europa

El castillo de Eltz es una construcción medieval levantada sobre una prominencia rocosa entre el río Eltz y el Mosela, en el distrito de Wierschein, Renania-Palatinado, Alemania. El castillo, un conglomerado de torres y fortificaciones construidos a lo largo de los siglos, tiene un par de características muy notables: jamás fue tomado por asalto o en combate, ayudando a su gran estado de conservación. Además la fortaleza ha pertenecido y ha sido residencia –y sigue en la actualidad– de la misma familia desde hace más de 800 años.

La primera noticia cierta que se tiene del castillo es de principios del siglo XII y nos indica que debió construirse para proteger la ruta comercial que atravesaba el rico valle de Eltzbach. El río, del mismo nombre que el valle, fluye a lo largo de este y protege al castillo por tres lados. Encontramos esa primera mención en la escritura de donación hecha por el Emperador Federico Barbarroja al primer señor de Eltz.

En el siglo XIII el señor del lugar y castillo de Eltz tuvo tres hijos que formarían las tres líneas principales del linaje. Cada una de ellas adoptó el apellido del linaje con el que había contraído matrimonio. Así estaban los Eltz–Kempenich, conocidos como «los del león dorado» pues en su escudo de armas este animal se representaba en oro (en heráldica los colores se denominan esmaltes y metales, estos últimos representan el dorado y el blanco). Los Eltz–Rubenach fueron conocidos como «los del león de plata» ya que alteraron el metal de la figura de su escudo de armas para diferenciarse de los otros hermanos.

Los terceros fueron los Eltz–Rodendorf o «de los cuernos de búfalo» ya que usaron esta seña distintiva como cimera del yelmo en su escudo de armas. Cada unos de los hijos tenía castillos y territorios que habían recibido al contraer matrimonio con una heredera, por ello el viejo señor decidió constituir un Ganerbenburg, es decir, una copropiedad del castillo donde, de común acuerdo, se estructuraban y distribuían las secciones de este.

Las diferentes partes de la familia tenían la obligación de su mantenimiento y defensa. Como una multipropiedad pero limitada a las tres ramas marcadas. Con el correr de los siglos creció cada una de las ramas y necesitaron más espacio para alojarse. El área del castillo es muy limitada, recuerden que fue construida sobre una roca, prácticamente en medio del río, así que no les quedó más remedio que construir hacia arriba. Las torres tienen hoy hasta ocho plantas de altura.

Los años 1331 al 1336 fueron muy emocionantes. Balduino de Tréveris, arzobispo y Elector (príncipe con derecho a voto en la Dieta para le elección del Emperador del Sacro Romano Germánico Imperio) de esa ciudad chocó con los señores de esa zona, entre los que estaban los Eltz. Como el buen religioso no se andaba con tonterías construyó un castillo –el de Trutzeltz– que estratégicamente dominaba a los otros. Los Eltz, astutos políticos, inmediatamente se dieron cuenta que no tenían nada que hacer y que era más prudente someterse y pasarse al bando del arzobispo. Desde entonces fueron un puntal en la corte de los príncipes arzobispos de Tréveris.

A finales del siglo XVII, durante la llamada Guerra de Sucesión del Palatinado, gran cantidad de castillos de la región renana fueron destruidos por las tropas del Rey Luis XIV de Francia. Quiso la fortuna que, en el lado francés, un primo llamado Anton zu Eltz-Uttigen considerase su deber para con su linaje la preservación del castillo de Eltz. Cosa que consiguió. Es a finales del siglo XVIII que se completan las ocho torres, que llegaran a tener ocho plantas y más de cuarenta metros de altura.

En el año 1815, el conde Hugo zu Eltz, de la rama de los Kempenich (los del león dorado), adquirió la parte de sus primos los Eltz-Rubenach (los del león de plata). Como anteriormente, por herencia, habían adquirido la parte de la rama «de los cuernos de búfalo» ( Eltz–Rodendorf) los Eltz–Kempenich pasaron a ser únicos propietarios del castillo.

Durante el siguiente siglo se luchó para la conservación y restauración paulatina de las áreas más abandonadas. En 1920 tuvo lugar un terrible incendio pero se consiguió restaurar la mayor parte de los destrozos. Hoy es propietario del castillo Karl Graf und Edler Herr zu Eltz- Kempenich –hay nombres alemanes que llenan la boca–. Es la 34ª generación de propietarios de lo que puede que sea la comunidad de bienes, privada, más antigua de Europa. Si alguna vez pasan por la zona no duden en visitarlo.