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Luis XIV

Luis XIV

El nefasto tratado de los Pirineos: Francia nunca fue un aliado, sino una fuerza de ocupación en Cataluña

La vida política de este rey francés está vinculada a Cataluña y a un tratado, el de los Pirineos, el cual aún hoy en día reivindica el independentismo catalán

En junio de 1654 en la catedral de Riems fue coronado rey de Francia Louis-Dieudonné de Bourbon y de Habsburg, conocido como Luis XIV, apodado el Rey Sol. Su madre, Ana, era hija de Felipe III de España. Se le representa como un icono del absolutismo europeo. La vida política de este rey francés está vinculada a Cataluña y a un tratado, el de los Pirineos, el cual aún hoy en día reivindica el independentismo catalán, alegando que esas tierras forman parte de la Cataluña norte.

La historia se inició en 1640, durante el reinado de su padre, Luis XIII, y su valido el cardenal Richelieu. Y el hecho se debe concretar en la conocida como sublevación de Cataluña o Guerra de los Segadores, que se inició en 1640 y finalizó en el 1652. El prólogo a esa guerra fue el Corpus de Sang que, como relató un personaje de la época «los nobles y verdaderos catalanes, a quien tocaba por derecho de fidelidad y de sangre la defensa de la justicia, de la patria y de la honra del Rey, estaban cubiertos de miedo en sus casas sin atreverse a salir».

Al frente de la guerra de los Segadores tenemos a Pau Claris, que era el presidente de la Diputación del General. El 7 de septiembre de 1640 se firmó el pacto de Ceret. Por parte catalana Francesc de Tamarit y Francesc de Vilaplana. Por parte de Francia el cardenal Richelieu. El pacto establecía que Cataluña recibiría apoyo militar de Francia, se separaba de la Monarquía Hispánica y quedaba constituida como república libre bajo la protección de Francia. Aquel pacto fue nefasto para Cataluña. Francia nunca se comportó como un aliado, sino como una fuerza de ocupación. Los mercaderes franceses compitieron con los catalanes, con la salvedad que los primeros estaban protegidos por Francia y los segundos no. Al final se dieron cuenta que se habían equivocado. Que con Luis XIII vivían peor que con Felipe IV.

Aquel pacto fue nefasto para Cataluña. Francia nunca se comportó como un aliado, sino como una fuerza de ocupación

El 17 de enero de 1641 los Brazos Generales –institución que aglutinaba los representantes de las Cortes catalanes, esto es el eclesiástico, militar y popular, que se convocaba de forma extraordinaria– proclamó la república catalana bajo la protección de Francia. El 23 de enero de 1641 proclamaron a Luis XIII como conde de Barcelona y ponían el Principado de Cataluña bajo la soberanía de Francia. Luis XIII falleció en el 1643, siendo nombrado su hijo, Luis XIV conde de Barcelona hasta 1652. El 27 de febrero de 1641 fallecía, envenenado con acqua di Napoli, un arsénico mezclado con hierbas. Y Pau Claris fue sustituido por Josep Soler, canónigo de la Seu d’Urgell.

Después de proclamarse la república catalana, el ejército franco-catalán se enfrentó al de Felipe IV en la batalla de Montjuic. Ganaron los primeros y protegieron Barcelona del enemigo «español». La evolución de la guerra fue un enfrentamiento entre España y Francia, siendo Cataluña el campo de batalla.

Los catalanes tuvieron suerte al firmarse el tratado de Westfalia. Con él se ponía fin a la guerra de los Treinta Años. Este se firmó en el 1648. Francia fue la gran beneficiada. Gracias a ello perdieron interés por Cataluña. Es en el 1651 cuando Felipe IV, teniendo en cuenta el malestar que había entre los catalanes, decidió contraatacar. Asedió Barcelona y esta se rindió en el 1652. Con aquella victoria Felipe IV volvió a ser reconocido como soberano, nombrando a Juan José de Austria –su hijo extramatrimonial con la actriz María Calderón– como virrey de Cataluña.

Ratificación del Tratado de Münster (Paz de Westfalia). Obra de Gerard ter Borch

Ratificación del Tratado de Münster (Paz de Westfalia). Obra de Gerard ter Borch

Con aquella proclamación de la república catalana, para los historiadores revisionistas del catalanismo, Pau Claris se convirtió en un ídolo. Nada de todo eso es cierto. Jaume Vicens Vives resume aquella guerra escribiendo que «si la monarquía española de mediados del siglo XVII hubiera tenido la décima parte de la fuerza que aparentaba su fachada, es indudable que el año 1714 se habría adelantado setenta años». Esta realidad muchos hoy la quieren ignorar.

El conflicto entre Francia y España se cerró con el llamado Tratado de los Pirineos, firmado en la isla de los Faisanes (Guipúzcoa) por Luis de Haro Guzmán, en nombre de Felipe IV, y el cardenal Mazarino, en nombre de Luis XIV. Francia consiguió el condado de Artois –menos Saint– Omer y Aire sur-la-Lys-, plazas fuertes en Flandes Henao y Luxemburgo. Se cedió los 33 pueblos de las comarcas catalanas del Vallespir, el Capcir, el Conflent, el Rosellón y la Alta Cerdaña, que hoy en día son el departamento francés de los Pirineos Orientales.

Estos pueblos pertenecieron al Imperio carolingio y se cedieron a la Corona de Aragón. Estas pueblos son los que hoy en día los independentistas llaman la Cataluña norte. Se perdió un territorio como consecuencia de una revolución inútil y estéril. La única localidad catalana que quedó en territorio francés fue Llivia, gracias a que Carlos I de España le concedió el privilegio de ser una villa.

También se acordó la boda de Luis XIV de Francia con María Teresa de Austria, hija de Felipe IV. La novia tenía una dote de medio millón de escudos de oro. En contrapartida Luis XIV renunciaba a sus derechos sucesorios del trono español. Se incluyó un indulto general y la restitución de los bienes de todos aquellos que habían sido perseguidos. Francia no cumplió mantener vigentes los Usatges de Barcelona y sus instituciones en esos 33 pueblos.

Todo eso fue derogado poco después, prohibiéndose el uso del catalán en el ámbito público y oficial. La guerra de los Segadores no fue una victoria contra la política descentralizadora de Felipe IV. Tampoco un soplo de libertad al proclamar la república catalana y convertirse en franceses. Como decía Vicens Vives, si se hubiera adelantado al 1659 la historia hubiera sido muy diferente para todos.

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