El gran espectáculo del Mundo Antiguo: los gladiadores
Los tres minutos del tráiler de 'Gladiator 2' están dando la vuelta al mundo, pero la historia de estos luchadores y los espectáculos donde participaban van más allá de Russell Crowe o Paul Mescal
La figura de los gladiadores provoca en el público de nuestra época una enorme fascinación. El porqué probablemente está relacionado con el hecho de que el público reconoce inconscientemente muchas características de nuestros espectáculos de masas. Nos centramos mucho en el hecho de que dos esclavos o más, entrenados para luchar, peleaban en la arena del anfiteatro y el resultado de la pelea podía resultar en una muerte, normalmente de una manera sangrienta y espectacular, pero nos dejamos muchas cosas más que habría que conocer.
¿Pero cómo eran realmente estos espectáculos? Según el profesor de historia del deporte de la Universidad de Granada Alfonso Mañas, uno de los grandes especialistas españoles en los juegos romanos, (o como los llamaban ellos, los munera) estaban muy deportivizados, cosa a la que en nuestra sociedad estamos muy acostumbrados.
Los munera tenían tres partes. Por la mañana desde temprano hasta el mediodía el espectáculo principal era la venatio, una cacería de animales, llevada a cabo por cazadores profesionales. Su popularidad era tal que la demanda de animales llevó a la práctica extinción a especies como el león de Atlas y del elefante del norte de África. A veces, para hacerlo más espectacular hacían luchar unos animales contra otros: por ejemplo, los romanos sabían que normalmente el elefante ganaba al rinoceronte y el cocodrilo a la foca.
A mediodía, como preludio a los gladiadores, era el turno de las ejecuciones de condenados a muerte. Estas podrían ser llevadas a cabo por ellos mismos o por animales. Es decir, muchas veces obligaban a luchar entre sí a los condenados a muerte para dar espectáculo. Sí el reo estaba condenado a las bestias, se le daban armas y se le hacía luchar contra ellas; pero si el crimen por el que había sido condenado era especialmente denigrante, se le ataban las manos y se le arrojaba así a las fieras. Así eran liquidados también los reos de traición al Estado romano majestad, entre ellos los cristianos. A veces se empleaban en las ejecuciones métodos muy imaginativos basados en la mitología; por ejemplo, el emperador Nerón hizo arrojar desde las alturas a un condenado con unas alas de cera atadas a la espalda simulando el vuelo de Ícaro.
Pero el núcleo del espectáculo estaba por la tarde en el combate de gladiadores. Lo normal era oponer uno contra uno, pero en el caso de gladiadores nuevos a veces los ponían a combatir en grupo. Había diversos tipos de gladiadores normalmente divididos en dos categorías: pesados y ligeros. Normalmente a un gladiador pesado se le oponía uno ligero. Todos los tipos de gladiadores, el retiario, el murmillo, el secutor, etc.… tenían sus ventajas e inconvenientes basándose en los tipos de armas y armaduras que llevaban a la arena, y eran tan comentadas por los espectadores como hoy podrían comentar el tipo de coche de Fórmula 1 que utiliza Alonso.
También el organizador del espectáculo repartía pasquines informando del motivo del espectáculo, del número de gladiadores, en qué escuelas se habían entrenado, el número de victorias y si se iban a dar otros entretenimientos (si había acróbatas, púgiles músicos, toldo para el sol o para la lluvia, loterías, etcétera). A veces se utilizaban tipos de gladiadores más raros como los que peleaban con dos espadas, a caballo, los que tenían yelmos que no les permitían ver y peleaban a ciegas e incluso también, como producto exótico, gladiadoras.
Cuando un gladiador se rendía o no podía continuar luchando levantaba el dedo índice y arrojaba el escudo
También conocemos carteles pintados en las paredes dónde se ponían los nombres de los gladiadores y después del combate se indicaba con una abreviatura si habían vencido, si se les había perdonado la vida o si había fallecido en el combate. Cuando un gladiador se rendía o no podía continuar luchando levantaba el dedo índice y arrojaba el escudo. Entonces quedaba a merced de la decisión del presidente de los juegos, el cual solía acatar la decisión del público: si querían que al gladiador se le perdonase la vida, agitaban un pañuelo blanco o una parte de la toga; sí por el contrario querían que se le degollara, se llevaban el pulgar con el puño cerrado a la garganta, gesto que ha perdurado hasta hoy. Normalmente se emparejaban gladiadores similar destreza, lo cual hacía que tanto el combate cómo los apuestas estuviesen muy igualados.
Alrededor de los gladiadores hubo en la antigüedad un fenómeno «fan» similar a lo que ocurre hoy con nuestros deportistas. Cuando un gladiador ganaba cierto número de combates se le ofrecía una espada de madera, el rudus, como símbolo de que ya podía retirarse. Muchos lo hacían y solían dedicarse, ya como hombres libres, al oficio de guardaespaldas. Pero muchos otros, aun siendo libres se reenganchaban por la popularidad y el dinero que generaba el espectáculo. Conocemos varios casos de mujeres de senadores que dejaron a sus maridos y se escaparon con gladiadores.
Una cosa que también llama la atención es la existencia de árbitros profesionales que decidían cuándo parar el combate, así como auxiliares con látigos y hierros al rojo para animar a los gladiadores a pelear. Había también heraldos que hacían la función de megafonía, así como operarios que pasaban entre las gradas con grandes carteles con la información que el empresario de los juegos quería que el público supiera. La música era también una parte imprescindible del espectáculo habiendo una orquesta cerca de la arena. Y antes del combate en sí los gladiadores calentaban con armas de madera.
En definitiva, era un gran espectáculo, destinado a entretener a la población romana haciéndoles olvidar su situación de precariedad y su dependencia de las subvenciones del emperador, así como un recordatorio de lo que te podía pasar si ibas contra el Estado romano. Pero, teniendo en cuenta su parecido con nuestros espectáculos, deportes y medios de comunicación, quizá sería bueno reflexionar qué nos están haciendo olvidar a nosotros…