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14 de septiembre de 2024

Alegoría del terremoto de 1755, por João Glama Ströberle

Alegoría del terremoto de 1755, por João Glama Ströberle

Diez minutos de temblores, un tsunami y devastadores incendios: así fue el gran terremoto de Lisboa de 1755

El terremoto acontecido en la madrugada del día 26 de agosto, al sur de la ciudad de Lisboa, vuelve a traernos a la memoria el catastrófico sismo que tuvo lugar en la capital portuguesa en 1755 y que afectó también a España y a Marruecos

«Nunca se vio una mañana más hermosa que la del 1 de noviembre. Toda la faz del cielo estaba perfectamente serena y clara», anotó el reverendo Charles Davy en 1755, uno de los muchos extranjeros que vivían en Lisboa. «No había la menor señal de advertencia de ese evento que se avecinaba, que ha convertido a esta ciudad, una vez floreciente, opulenta y populosa, en un escenario del mayor horror y desolación». Con estas palabras rememoraba el gran terremoto de Lisboa de 1755, uno de los desastres naturales más mortíferos que el mundo haya contemplado.

No sólo destrozó la capital portuguesa, sino que los efectos del sismo también se sintieron en el sur de España, el norte de Marruecos e incluso en lugares alejados como el Caribe y Finlandia.

Ocurrió el 1 de noviembre, mientras Portugal y España celebraban oficios por la festividad de Todos los Santos. Los temblores comenzaron hacia las 9:30 de la mañana. Muchos pensaron al principio que era el traqueteo de muchos carruajes. «Pronto me desengañé, ya que descubrí que se debía a un tipo de ruido extraño y espantoso bajo tierra, parecido al estruendo lejano y hueco de un trueno», relata el reverendo Davy, superviviente de la catástrofe.

Según los registros de la época, se produjeron tres temblores, siendo el segundo el más grave. «En medio de la devoción, vino el segundo gran sacudón y completó la ruina de aquellos edificios que ya habían sido muy destrozados», describe otro de los supervivientes que buscó refugio tras la primera sacudida. El terremoto tuvo una duración de casi diez minutos. Investigaciones posteriores han deducido, gracias a los destrozos sufridos y las explicaciones de los supervivientes, que el sismo llegó a alcanzar magnitudes de 8,5 a 9 en la escala de Richter.

Un exvoto contemporáneo representa el rescate de un niño de tres años de debajo de una mampostería caída, bajo la atenta mirada de Nuestra Señora de la Estrella

Un exvoto contemporáneo representa el rescate de un niño de tres años de debajo de una mampostería caída, bajo la atenta mirada de Nuestra Señora de la Estrella

En aquel entonces, Lisboa era una gran metrópoli, una ciudad próspera y epicentro del comercio y la cultura, pero los temblores arrasaron con la ciudad: más del 80 % de los edificios fueron destruidos, entre ellos iglesias, el Hospital Real de Todos los Santos y el Palacio Real. Según algunos estudios, se estima que el número de víctimas oscila entre los 30.000 y los 40.000 personas solo en la capital. Otras fuentes elevan la cifra a 90.000 víctimas en total, incluyendo otras áreas afectadas.

Pero el seísmo no fue lo único que provocó esta tragedia, pues vino acompañado de un tsunami con olas que alcanzaron ente los seis y quince metros de altura. «Entró con espuma, rugiendo y se precipitó hacia la orilla con tal energía que corrimos de inmediato para salvar nuestras vidas tan rápido como pudimos», indicó Davy en su relato. Muchos de los supervivientes que consiguieron refugiarse en las plazas y muelles, lejos del derrumbe de los edificios, quedaron atrapados por las olas: esta gigantesca ola se llevó por delante el puerto y la zona central.

Grabado en cobre de 1755 que muestra Lisboa en llamas y un tsunami que arrasa los barcos en el puerto

Grabado en cobre de 1755 que muestra Lisboa en llamas y un tsunami que arrasa los barcos en el puertoPicasa

En su testimonio, el reverendo cuenta cómo «los horrores del 1 de noviembre» tampoco acabaron aquí: «Apenas oscureció, toda la ciudad pareció resplandecer, con una luz tan brillante que se podía leer en ella. Se podría decir sin exageración, que había incendios en al menos cien lugares a la vez y así continuó durante seis días, sin interrupción».

Terremoto, tsunami e incendios destrozaron Lisboa: «No hay palabras para expresar el horror. Tal situación no es fácil de imaginar por los que no la han sentido, ni de describir por los que la han sentido. Dios quiera que nunca llegues a tener una idea precisa de ella, pues sólo se puede tener mediante la experiencia», escribió otro testigo.

También afectó al sur de España y al norte de Marruecos

Aunque el epicentro fue Lisboa, el terremoto también tuvo impacto en el sur de España y en el norte de Marruecos. Los informes de la época registraron más de 5.000 muertos en nuestro país, siendo Ayamonte y Lepe, provincias de Huelva, las dos localidades más afectadas con 1.000 y 400 fallecidos respectivamente, además su flota pesquera fue casi completamente destruida.

El tapón de Matalascañas (Huelva). El terremoto hizo bascular esta torre vigía desde la parte superior del acantilado en el que se ubicaba y provocó la caída de los cimientos a la playa

El tapón de Matalascañas (Huelva). El terremoto hizo bascular esta torre vigía desde la parte superior del acantilado en el que se ubicaba y provocó la caída de los cimientos a la playa

En Cádiz también hubo víctimas, sobre todo en pueblos de la bahía y en poblaciones como Chiclana, Sanlúcar de Barrameda, Rota, El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera. La ciudad principal se salvó del maremoto gracias a las murallas de 20 metros de altura.

En otras provincias como Jaén, Sevilla y Córdoba, así como los municipios de Utrera y Écija, también notaron el terremoto y lamentaron daños materiales, pero sin apenas víctimas. Del mismo modo sucedió en Extremadura, León y ambas Castillas.

Por su parte, Marruecos registró 10.000 fallecidos. Además, el tsunami alcanzó toda la costa norte y oeste del país, provocando la inutilización del puerto más importante del país, el de Salé. Esto afectaría gravemente al comercio y a la economía local. Además, según informes de la época registran también maremotos en la costa inglesa, en Finlandia y en las islas atlánticas de Antigua, Martinica y Barbados.

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