Delatando a los 'libertadores': cuando la realidad se impuso a las ambiciones de Bolívar y San Martín
Ambos soñaban con el poder virreinal y ninguno de los dos vio cumplidos sus sueños. Murieron lejos del poder y apartados por los que desde la segunda línea se auparon al mando
La independencia de América del Sur tuvo dos protagonistas por encima de los demás: Bolívar y San Martín. El primero tomó el testigo de Miranda e inició una larga guerra a la que se fueron sumando otros líderes surgidos al albur del éxito que iba coronando la empresa. Ambos vieron la oportunidad del poder por estar España invadida por Napoleón y, una vez liberada, sin recursos para combatir a los movimientos independentistas. Ambos habían leído a autores de la Ilustración, tenían ideas liberales y creían poder mejorar el sistema español en América. Los dos provenían del Ejército español y de las élites criollas. Habían aprendido ciencia militar en escuelas españolas. Los dos habían absorbido ideas masónicas y se valieron del secreto de las logias para crear estructuras en que fundamentar sus aspiraciones.
Fueron muy ambiciosos. Tenían una concepción cesarista del poder político y admiraban a Napoleón, el francés que sumió Europa en el caos y la destrucción, despobló su nación de jóvenes y cuyo imperio solo duró diez años de continua guerra. Aun así, lo admiraban como los franceses de hoy que mantiene el culto a sus hazañas porque hay países que aman su historia más que otros. Los dos tenían sangre mestiza.
Los dos impulsos que animaban a San Martín y Bolívar eran la ambición napoleónica, resentimiento mestizo
Esto puede explicar algunas cosas, en opinión de Salvador de Madariaga: «Lo que daba, pues tanto a Bolívar como a San Martín su fuerte pasión antiespañola era la etapa trisecular de desposesión de los indios que les venía a ambos en la sangre de sus madres respectivas; y su furia, mucho más vehemente que la de cualquier indio puro, procedía del choque de las dos sangres en sus seres; del duelo entre el opresor y el oprimido, entre el desposeedor y el desposeído, vivos ambos en su carne. Eran los dos impulsos que animaban a San Martín y Bolívar: ambición napoleónica, resentimiento mestizo. Por el primero iban a la dictadura; por el segundo a la emancipación de sus pueblos. Por el segundo eran hermanos de armas; por el primero, adversarios».
Lo que entendían como liberación de los pueblos no lo veían incompatible con la dictadura. Se suele confundir independencia con libertad. Creían ser providenciales y estar legitimados para mandar por encima de los demás. Y sabían que, debilitados los españoles por la falta de ayudas desde la península, los más poderosos enemigos eran algunos de los que combatían a su lado y estaban dispuestos a disputarles los privilegios del poder.
Lo que entendían como liberación de los pueblos no lo veían incompatible con la dictadura. Creían ser providenciales y estar legitimados para mandar por encima de los demás
Bolívar aspiraba a crear una gran nación en toda Sudamérica, una república imperial. San Martín defendía la independencia de Argentina con Perú. Y esas aspiraciones chocaron en Quito y su territorio. Ambos soñaban con el poder virreinal y ninguno de los dos vio cumplidos sus sueños. Murieron lejos del poder y apartados por los que desde la segunda línea se auparon al mando.
Los dos líderes se vieron en una ocasión, con la guerra ya casi terminada a falta de esa pantomima que ha pasado a la historia con el nombre de Batalla de Ayacucho. El encuentro tuvo lugar en Guayaquil en julio de 1822. El contenido de las conversaciones entre ambos es un misterio, pero está claro que no hubo acuerdo, que siguieron por caminos diferentes y que no acordaron ninguna política post-española común. Había una inevitable rivalidad entre ellos.
Bolívar era «El Libertador» y San Martín se limitaba a ser «El Protector del Perú». El historiador chileno Vicuña Mackenna, que conservaba en su familia una importante correspondencia entre San Martín y O’Higgins, señala en su libro El general don José de San Martín (Santiago 1863), la posibilidad de que San Martín, al comprender su condición secundaria prefiriera ser líder de una nación más pequeña a segundo en una confederación. Además, tenía ideas monárquicas, con un príncipe europeo, incompatibles con las de Bolívar. San Martín estaba ya, en aquellas fechas, muy enfermo y tuvo que sumar esta desilusión a la de verse abandonado por los chilenos y cuestionado por los argentinos. Los peruanos tampoco querían unirse a Argentina y Bolívar desconfiaba de él y de sus pretensiones sobre Quito.
En Guayaquil se acabaron los sueños de unión. Los dos líderes quedaron defraudados y nunca hablaron de los detalles
Es difícil creer que Bolívar aspirara a ser coronado. Bolívar se presentaba poderoso frente a San Martín que, de ser un gran estratega, pasó a verse en la conferencia sin un plan claro y muy debilitado. San Martín quería refuerzos para acabar la guerra en Perú, pero Bolívar no le dio sino tres 'batallonas'. Muy poco para el esfuerzo que restaba, quería todas las fuerzas de Colombia. A él se le debía llegar al Pacífico tras vencer en Maipú, Bolívar no lo habría logrado. Le debía los auxilios para conquistar Quito y se veía apartado. Los españoles ya solo resistían con fuerza en Perú.
Bolívar sabía que el pueblo podía cambiar de bando en cualquier momento y de ahí su obsesión por matar españoles y arrebatarles sus bienes y masacrar a los indígenas pastusos: crear un estado de miedo al nuevo gobernante. San Martín comprendió que su estrella brillaba menos de lo que creía. La conferencia acabó en un gran distanciamiento. «Desde el primer momento chocaron y cada uno mantuvo en sus tratos, salvando siempre las fórmulas diplomáticas, actitud de frialdad y de desconfianza, escribía el venezolano Carlos A. Villanueva en Bolívar y el general San Martín» (París 1911).
En Guayaquil se acabaron los sueños de unión. Los dos líderes quedaron defraudados y nunca hablaron de los detalles. Para conocer a San Martín, el perdedor, hay que acudir a su gran biógrafo Bartolomé Mitre (Buenos Aires 1890): quedó mortificado, y era asunto de que no le era grato hablar, habiéndose impuesto, por otra parte, el silencio como un deber de patriotismo para no dar armas al enemigo.
Mitre es duro con Bolívar y su obra: «La constitución bolivariana era el falseamiento de la democracia con tendencias monárquicas. El plan de la monocracia era una reacción contra la revolución misma… La insurrección americana había tenido por principal causa el absurdo de un mundo gobernado automáticamente desde otro mundo… La monocracia personal era la vuelta a otro sistema colonial, con otras formas, pero con inconvenientes aún más graves... El dominio del rey de España, fundado en la tradición y en la costumbre, era más tranquilo. Mejor se gobernaba a Bolivia y al Perú desde Madrid que desde Bogotá».
En definitiva, todavía queda explicar si la independencia llevó la prosperidad o la lucha continua. O si solo se produjo un cambio de élites dominantes.