Picotazos de Historia
El primero de los poetas malditos de Francia: François Villon, asesino y ladrón
Se cree que en realidad se llamaba François de Montcobier o de Longes. Unas versiones afirman que adoptó el apellido Villon, que era el de su padrastro, por ser fácil de recordar al rimar con la palabra «couillon»
François Villon (1431 – en algún momento a partir de 1463) está considerado como uno de los mejores poetas del medievo francés. Este individuo tuvo una vida de lo más agitada dejando una leyenda tras de si, al tiempo que una buena cantidad de magníficos poemas.
Se cree que en realidad se llamaba François de Montcobier o de Longes. Unas versiones afirman que adoptó el apellido Villon, que era el de su padrastro, por ser fácil de recordar al rimar con la palabra couillon ( no lo voy a traducir, no insistan). Se sabe que estudió y se licenció en la universidad de la Sorbona de París, en 1449, pero no sabemos nada mas de él hasta el año de 1455. Ese año, en la misma ciudad del río Sena, tuvo una pelea de borrachos que se saldó con un muerto por apuñalamiento. Fue condenado a destierro, pena de la que sería indultado por el rey Carlos VII.
Al año siguiente abandona París. El motivo fue que participó en el robo de la capilla del Colegio de los Navarros. Capturados algunos miembros de la banda y, tras un hábil interrogatorio con los refinamientos de la época, todos señalaron a Villion como su cabecilla. El poeta se cuidó mucho de asomar la nariz por París en donde fue condenado en rebeldía a destierro. Durante varios años estuvo desaparecido. Ignoramos completamente que hizo durante ese tiempo, hasta el verano de 1461 donde le encontramos ocupando una poco acogedora y nada fragante celda en la prisión del obispo de Meung sur Loire ( departamento de Loiret, Francia).
Desconocemos cual fue su crimen pero, afortunadamente para él, fue liberado por un indulto que se concedió con motivo de la entronización de Luis XI. Ese año escribió su obra El Testamento, considerado como lo mejor de su producción literaria pero estaba claro que a François le tiraba un tipo de vida algo más agitada de lo normal. En noviembre de 1462 lo encontramos de vuelta en París. No crean ustedes que aparece en documentación de la corte de algún alto noble o eclesiástico o en uno de los muchos colegios de la universidad. No, aparece en la relación de ocupantes de una celda en la prisión parisina de Chatelet, en la margen derecha del río Sena.
Villion vuelve a ser acusado de robo y durante la investigación se reactiva el asunto del robo de la capilla. Con intención de evitar males mayores, aceptó una pena de restitución de lo robado, pagó una fianza y pudo abandonar la prisión. No tardó mucho en volver a liarla y fue detenido durante una reyerta que se saldó con varios heridos. Al preso lo alojaron en una prisión del Tribunal de Apelaciones ( Parlement, en francés) de París.
Esta vez Villion sería torturado durante el interrogatorio. Uno de los heridos murió y esa persona era un fraile, motivo por el que el tribunal no fue nada clemente y lo condenó a morir en la horca, en sentencia de noviembre de 1462. Pero Villion tenía una suerte endiablada: en enero de 1463 un tribunal anuló la sentencia y la sustituyó por otra de destierro durante diez años. A partir de esa fecha no se volverá a saber nada del que se considera el primero de los «poetas malditos» franceses, pero a nadie le extrañaría que hubiera muerto apuñalado durante una pelea tabernaria.
Una de las obras más famosas de Villion es la titulada Freres humaine, aunque popularmente es conocida como La Balada de los Ahorcados. Se cree que fue escrita en la prisión, en 1463, una vez que el Tribunal de Apelaciones de París le había condenado a la horca. La balada, así llamada por repetir el último verso de cada estrofa, se compone de tres estrofas de diez versos decasílabos cada una y una de cinco versos, también decasílabos.
La balada no tiene título por ello es conocido por las dos primeras palabras del texto («Freres humaine»), como suele ser habitual en estos casos. La primera edición impresa es la de 1489, del editor y librero parisino Pierre Levet. En esta edición a la balada la ponen el título de Epitafio. En 1501, en El jardín del placer y la flor de la retórica, antología poética publicada en París por Antoine Verard, llaman a la balada «Otra balada». El nombre de balada de los ahorcados empezará a usarse, y hará fortuna, a partir del siglo XVIII.
La balada de los ahorcados
El texto tuvo un éxito inmediato por lo macabro del tema y su llamamiento a la caridad cristiana, tema muy en boga durante el siglo XV que todavía sufría las secuelas de la gran peste de 1348. La composición poética hace una descarnada, directa y cruda descripción de la descomposición del cuerpo humano de los ahorcados que contrasta vivamente con el llamamiento a la oración. Si no conocen esta pieza literaria del «pieza» de François Villon les recomiendo que la busquen y la lean.