
La batalla de Sinope del 30 de noviembre de 1853 tuvo una importancia decisiva en la entrada en guerra del Reino Unido y Francia
Del mar Negro al Mediterráneo, la ambición rusa que desató la Guerra de Crimea
El zar Nicolás I vio en la debilidad otomana una oportunidad para expandir sus dominios hacia el sur y lograr el ansiado acceso al mar Mediterráneo
Parece que la guerra en Ucrania es una cuestión del nuevo orden mundial, pero tiene antecedentes que se remontan a casi dos siglos atrás en la historia, e incluso más. A mediados del siglo XIX, en esa misma región empezó una guerra entre Rusia y una coalición formada por el Imperio otomano, Francia, Reino Unido y el Reino de Cerdeña. Aquel enfrentamiento que empezó en 1853 tenía protagonistas y un contexto histórico diferentes al actual, pero los motivos del conflicto siguen siendo casi los mismos, porque la historia tiende a repetirse.
Antes de avanzar, es necesario conocer los antecedentes. A mediados del XIX, el Imperio otomano era una potencia en declive, con un inmenso territorio difícil de gestionar y controlar. El Imperio ruso, gobernado por el zar Nicolás I, vio en la debilidad otomana una oportunidad para expandir sus dominios hacia el sur, para así lograr el ansiado acceso al mar Mediterráneo a través del estrecho del Bósforo y los Dardanelos. Sin embargo, las potencias occidentales, especialmente Francia y Reino Unido, vieron en Rusia una amenaza para el equilibrio de poder en Europa.
Francia y Reino Unido vieron en Rusia una amenaza para el equilibrio de poder en Europa
La «excusa» que utilizó el zar para iniciar el conflicto llegó en 1853, tras una disputa religiosa que afectó a los cristianos ortodoxos de Tierra Santa. Rusia reclamaba al Imperio otomano mayor protección y derechos para los ortodoxos, pero el sultán otomano, Abdulmecid I, decidió conceder mayores privilegios a los católicos, lo que provocó el enfado del zar. En consecuencia, Rusia reunió un contingente militar e invadió los principados danubianos de Valaquia y Moldavia. Y como un efecto mariposa, los otomanos respondieron declarando la guerra a Rusia en octubre de ese mismo año. El conflicto escaló rápidamente, la marina rusa destruyó a la flota otomana en la batalla de Sinope, en el Mar Negro, lo que hizo saltar todas las alarmas en las naciones europeas.
Del control de mar Negro a una puerta hacia el Mediterráneo
Francia y Reino Unido enviaron tropas en marzo de 1854 para apoyar a los otomanos, y un año después se sumó a la coalición el Reino de Piamonte-Cerdeña. Con todos los actores sobre el escenario, la guerra se trasladó a Crimea, que se convirtió en el epicentro del conflicto. Los aliados planearon capturar la base naval rusa de Sebastopol, clave para controlar el mar Negro.
El asalto al Malájov Kurgán, grabado de William Simpson (1855)
Así, en septiembre de 1854, unos 60.000 militares otomanos, franceses y británicos desembarcaron en Crimea. El asedio duró casi un año, mientras se sucedían otras batallas como la del Río Alma, que fue la primera gran victoria aliada, la batalla de Balaclava o la de Inkerman, un intento ruso de romper el asedio que sufría la ciudad. Las tropas rusas resistieron, pero once meses después, en septiembre de 1885, Sebastopol cayó en manos aliadas.
Rusia, que había movilizado a uno 700.000 soldados en el conflicto, se vio obligada a firmar la paz. La guerra de Crimea terminó con la firma del Tratado de París el 30 de marzo de 1856. El mar Negro quedó como territorio neutral, Rusia vio limitada su influencia en los Balcanes, mientras que los Otomanos recuperaron Moldavia y Valaquia, que consiguieron mayor independencia política dentro del Imperio.
Para Rusia la guerra supuso una humillante derrota, que evidenció el atraso militar y logístico que tenían respecto a los demás países occidentales. El Imperio otomano, aunque había salido victorioso, siguió debilitándose hasta que acabó desmoronándose a principios del siglo XX. Ante todo, la guerra de Crimea fue un conflicto que en el que se descubren acciones, motivos y estrategias que un siglo y medio después siguen de actualidad, dentro de un nuevo orden mundial.