La revolución democrática de Irán: una realidad que ya no se puede negar
Las campanas de un inmenso cambio revolucionario suenan en Irán mientras que la comunidad mundial debería aceptar esta realidad lo antes posible y adaptarse a ella
Han pasado 50 días desde el comienzo del levantamiento del pueblo iraní. Cualquiera que conozca la historia contemporánea de Irán sabe que esta es la última etapa de los 100 años de historia de lucha de los iraníes por la libertad, la igualdad y la democracia.
Hace unos cuarenta años, la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán (OMPI) inició una resistencia nacional contra los mulás, y actualmente asistimos a su fase final, que se extiende por todo el país.
El hecho es que desde hace años existe una grave fisura entre la sociedad iraní y los mulás del régimen, lo cual ha creado las condiciones para una gran revolución democrática en Irán.
El problema quedó claro y manifiesto, especialmente durante el levantamiento nacional de diciembre de 2017 y enero de 2018, cuando los eslóganes de la gente apuntaron al régimen en su totalidad, sin distinguir entre facciones reformistas y fundamentalistas.
Sin embargo, en Occidente, y en Europa en particular, prevalecía la política del apaciguamiento. Esta se esforzó deliberadamente en ignorar la situación explosiva de la sociedad iraní y seguir centrándose en hacer tratos que acababan amparando al régimen de los mulás.
El levantamiento de noviembre de 2019, durante el cual el gobierno clerical masacró a 1.500 manifestantes indefensos en pocos días, mostró una vez más a las claras la realidad insostenible de la sociedad iraní. Pero los gobiernos occidentales siguieron considerando que la mejor estrategia era la indiferencia.
Sin embargo, ahora que la rebelión del pueblo iraní dura ya 50 días, el mundo se ha visto obligado a escuchar la voz de esta revolución, aunque todavía no ha tomado la decisión firme de ponerse de parte del pueblo y la resistencia iraníes.
Pero el régimen de los mulás no tiene sitio en la sociedad iraní de nuestros días. Tras pasar por sucesivos regímenes dictatoriales, los iraníes se identifican profundamente con los modernos sistemas democráticos.
Por eso los lemas de los manifestantes rechazan cualquier clase de despotismo, incluidos el del sah y el de los mulás.
Esta línea divisoria surgió por primera vez en la revuelta de enero de 2020 en las universidades de Teherán, para convertirse luego en nacional.
En el actual levantamiento revolucionario de 2022 es un eslogan frecuente, y está tan omnipresente que lo corean no solo los universitarios y la gente en las calles, sino también los alumnos de los institutos.
En un vídeo compartido ampliamente en internet, aparecen las estudiantes rompiendo fotos de Alí Jamenei y también del sah mientras corean el lema «muerte al opresor, sea el sah o Jamenei».
La estrategia de la revolución democrática es poner de relieve el derecho a la legítima defensa contra la violencia sistemática del régimen.
Es el mismo método y el mismo modelo que las Unidades de Resistencia de la OMPI han venido aplicando a diario contra los centros de represión durante los últimos años.
Por desgracia, la comunidad internacional ha sido incapaz en gran medida de reconocer la realidad de la oposición de los iraníes a las fuerzas represivas, así como el simple hecho de que esa oposición está organizada.
Las universidades han representado un papel destacado en este levantamiento. Por ser alguien que está en contacto constante con la comunidad académica, suelo oír a los estudiantes decir que las Unidades de Resistencia vinculadas a la OMPI MEK desempeñan una función clave en la organización de la rebelión.
Las mujeres tienen un papel central en esta revolución, como resulta evidente por su particular visibilidad en este levantamiento.
Este hecho no carece ni mucho menos de raíces históricas. A lo largo de los últimos 40 años, decenas de miles de mujeres han sido asesinadas por oponerse al régimen y defender la democracia, la libertad y la igualdad. Desde hace años, Maryam Rajavi, líder de la oposición, es un modelo para las activistas.
Ahora las campanas de un inmenso cambio revolucionario suenan en Irán. La comunidad mundial debería aceptar esta realidad lo antes posible y adaptarse a ella.
El primer paso es reconocer el derecho del pueblo iraní a plantar cara a los crímenes sistemáticos cometidos contra él.
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Aplicar verdaderas sanciones, cerrar las embajadas del régimen y abrir un diálogo con la resistencia iraní son los siguientes pasos prácticos para demostrar que Occidente ha decidido sintonizar su política con la inevitable realidad del derrocamiento de los mulás.
- Behrous Pouyan es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Teherán, en la que trabaja como profesor adjunto. Debido a que escribe desde Irán, su nombre se ha cambiado por motivos de seguridad