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Juan Rodríguez Garat
Juan Rodríguez Garat

Israel y Hamás: la ley del más malvado

Paradójicamente, Hamás, que no respeta ninguna ley, confía en que sea el Derecho Internacional Humanitario el que le defienda de la respuesta israelí

Actualizada 04:30

Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam, el ala militar de Hamas

Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam, el ala militar de HamasTwitter

La seguridad de los ciudadanos es una responsabilidad indelegable de todo Estado. Ningún gobierno, ninguna sociedad puede sobrevivir si permite que quede impune un ataque como el que sufrió Israel el pasado 7 de octubre. Esa es la razón por la cual la Unión Europea ha reconocido desde el primer momento el derecho de Israel a la autodefensa, sin más límites que los establecidos por el Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Paradójicamente, Hamás, que no respeta ninguna ley, confía en que sea el DIH el que le defienda de la respuesta israelí. Su estrategia no es en absoluto novedosa: se protege entre la población civil y acusa a Israel de realizar ataques indiscriminados, que están explícitamente prohibidos por los convenios de Ginebra.

Miente Hamás, y puede demostrarse a partir de sus propios comunicados. Nos dicen sus portavoces que en los ataques israelíes han muerto más de 7.000 civiles palestinos. Una cifra en verdad devastadora que supone 3 de cada mil habitantes de la Franja de Gaza. También nos dicen que, a causa de las acciones indiscriminadas de la aviación israelí, han muerto 50 de los más de 200 rehenes. Uno de cada cinco.

¿Cómo explicar que un rehén tenga 70 veces más posibilidades de morir que un palestino?

Si los bombardeos son de verdad indiscriminados ¿cómo explicar que un rehén tenga 70 veces más posibilidades de morir que un palestino? 70 veces más no puede ser producto del azar. Solo hay dos posibles explicaciones. La primera, que Israel esté matando deliberadamente a sus propios rehenes. La segunda, que los bombardeos tengan como blanco objetivos de Hamás y los terroristas estén usando a los rehenes como escudos humanos.

No sé cuál de las dos explicaciones creerá el lector. Pero sí sé lo que creen los palestinos. Cientos de ellos, como confirma Hamás, se refugian en los saturados hospitales de la Franja. ¿Por qué iban a hacer tal cosa si de verdad creyeran que los israelíes los toman como blanco?

No solo miente Hamás. También lo hace parte de la prensa internacional y los intelectuales y partidos de la izquierda más rancia, que justifican las críticas a Israel con medias verdades. Mienten cuando reclaman el cumplimiento del artículo 12 del protocolo adicional a los convenios de Ginebra que protege a las víctimas de los conflictos armados —que prohíbe el ataque a los hospitales— y omiten el 13, que elimina la protección cuando se utilizan para realizar «actos perjudiciales para el enemigo».

No piden a Hamás que pare la matanza evacuando a los niños del campo de batalla, como es su obligación legal

Mienten, por último, aunque muchas veces sea por una buena causa, las ONG que nos alertan de que mueren demasiados niños palestinos —uno solo de ellos es, en verdad, demasiado— y exigen a Israel un alto el fuego humanitario. Mienten porque no piden a Hamás que pare la matanza evacuando a los niños del campo de batalla, como es su obligación legal —según el artículo 51.7. del protocolo— y moral; y como, sin ir más lejos, hace el gobierno ucraniano cuando una de sus ciudades cercanas al frente se convierte en objetivo del Ejército de Putin.

Alto el fuego por rehenes

Imagine el lector que Hamás decide encadenar niños o rehenes en cada uno de sus cuarteles, polvorines, centros de mando o puestos de tiro. ¿Habrá que aceptar que, protegidos por vidas inocentes, los terroristas pueden lanzar sus cohetes impunemente sobre cualquier blanco en Israel? No es ese, desde luego, el espíritu del Derecho Internacional Humanitario, que en situaciones como esta hace responsable de las vidas perdidas a quien las utiliza como escudo.

Un alto el fuego en la franja de Gaza sería una gran noticia para el mundo. Pero solo si es consecuencia del desarme de Hamás y la entrega de los rehenes. De lo contrario, vendría a certificar que las sociedades democráticas están inermes frente al mal. Y, si esto fuera cierto, serían estas sociedades las que, en defensa propia, terminarían exigiendo un estado diferente que las protegiera de otra manera. Algo de esto quizá esté empezando a ocurrir en el propio Israel.

No parece que ese sea el camino que llevará a construir un mundo mejor para nuestros hijos. Si mala es la ley del más fuerte que Putin intenta imponer en Ucrania, peor sería que fuera reemplazada por la ley del más malvado.

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