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Ramón Pérez-Maura
La campaña británicaRamón Pérez-MauraEnviado especial a Londres

La división de la derecha da al laborismo la mayor victoria en casi 200 años

La gran sorpresa de la noche fue Reform UK, el partido de Nigel Farage, que más allá del número de escaños conseguidos, ha encarnado la verdadera razón del descalabro conservador

Actualizada 12:31

Starmer celebra la victoria

Keir Starmer, líder de los laboristas, celebra la victoriaAFP

El Partido Laborista ha logrado el 4 de julio de 2024 la más grande mayoría parlamentaria obtenida en el Parlamento de Westminster desde 1832. Entonces los Whigs se impusieron a los conservadores por 224 escaños. La victoria laborista esta vez parece rozar los 290 miembros del Parlamento de diferencia. Los liberaldemócratas obtienen un excelente resultado de 71 escaños, el mejor desde 1923, y la gran sorpresa de la noche fue Reform UK, el partido de Nigel Farage, que más allá del número de escaños conseguidos, sólo 4, ha encarnado la verdadera razón del descalabro conservador.

Infografía resultados Reino Unido. NUEVA

Infografía resultados Reino Unido. NUEVA

Farage no solo consiguió un escaño por primera vez después de intentarlo en otras siete ocasiones. El número de votos que consiguieron los suyos por todo el país fue decisivo en muchos casos para la victoria de los laboristas. Un buen ejemplo fue Jacob Rees-Mogg, un fiel seguidor de Boris Johnson con el que fue ministro lider de la Cámara de los Comunes, que perdió su escaño en North East Somerset and Hanham por 5.319 votos. En esa circunscripción el partido de Farage, Reform UK, logró más de 7.000 votos. Y Rees-Mogg es de los diputados conservadores salientes que estaban más en sintonía ideológica con Farage.

En su conciso discurso de despedida a las puertas del 10 de Downing Street, Rishi Sunak, hizo un discurso conciso y ejemplar en el que había un mensaje claramente dirigido a Farage y sus políticas anti inmigración: reivindicó el ser el nieto de un matrimonio llegado a Inglaterra desde la India. Pidió perdón por sus errores y el resultado electoral, asumió toda la responsabilidad, reivindicó la mejora económica e hizo un elogio de su sucesor, sir Keir Starmer. ¿Se imagina alguien a Sánchez haciendo un elogio asi de Feijóo?

A mitad de la campaña el Partido Conservador cambió de estrategia y empezó a atacar a Nigel Farage y su partido Reform UK -quizá ya era tarde- y empezó a proclamar que había que impedir una mayoría arrolladora del laborismo. Es decir, el lamento del que se sabe perdedor. El resultado demuestra que la estrategia no sirivió para nada. El resultado de Reform UK ha sido muy superior a lo que nadie le adjudicó en las encuestas. Y es que desde que el primer ministro Rishi Sunak se fue de los actos conmemorativos del 70 aniversario del desembarco en Normandía, resultaba evidente que el Partido Conservador era como un pollo sin cabeza. Corría hacia cualquier parte. En concreto hacia el precipicio.

En términos proporcionales, el mayor desastre del día fue el del Partido Nacionalista Escocés. Querían convocar otro referendo por la independencia y resulta que en Westminster habrían pasado de 48 escaños a 9. No parece probable que sigan pidiendo la celebración de un nuevo referendo.

Con 121 escaños, el grupo parlamentario conservador queda cerca de no poder hacer una verdadera oposición. Tristan Garel-Jones, el genio conservador de Candeleda, fue vicejefe del grupo parlamentario conservador con Margaret Thatcher. Él explicaba que con menos de 150 parlamentarios en los Comunes era muy difícil hacer oposición por la cantidad de comisiones y frentes que hay que cubrir. Y afirmaba que en todo grupo parlamentario hay entre un 10 y un 20 por ciento de diputados que son perfectamente incompetentes, «cuando no están trastornados». Aplíquese esta regla a un grupo de unos 120 parlamentarios y podemos imaginar el resultado.

Este desastre sin paliativos del Partido Conservador, su peor resultado de la historia, es la consecuencia de catorce años en los que han tenido cinco primeros ministros haciendo cosas contradictorias entre ellos. Gente como Cameron que creía que lo de convocar referendos era un divertimento, olvidando la lección que dejó Margaret Thatcher a su país: «Referendums are an instrument for dictators» (Los referendos son un arma para los dictadores) Se atrevió a convocar uno sobre la independencia de Escocia diciendo que la victoria del «no» era una decisión válida para una generación y antes de pasar diez años los independentistas escoceses estaban de nuevo con la matraca. Aunque su enorme revés en esta elección tiene que ser un freno a sus pretensiones. Se creyó que aquel referendo lo ganó él, cuando todo indicaba que lo iba a ganar el «sí» a la independencia. Pero en realidad fue en el último minuto el predecesor de Cameron, el laborista escocés Gordon Brown, quien hizo un discurso electoral en favor de la unidad que tuvo un inmenso impacto.

Creyendo que lo suyo eran los referendos, Cameron volvió a prometer uno sobre la salida de la UE. Lo había prometido en 2010, pero el Gobierno de coalición con los liberaldemócratas impidió el cumplimiento de esa promesa electoral. Cameron asumía que no lograría la mayoría absoluta en 2015 y los liberldemócratas volverían a vetar esa promesa. El problema fue que sí la consiguió. Los hombres de Nick Clegg salieron por la ventana y el UKIP de Nigel Farage -sí, él ya estaba allí- le forzó a convocar esa consulta. Referendo en el que el mayor rival de Cameron fue, más que Farage, Boris Johnson, su odiado compañero de Eton. Eran dos alumnos de la elite que si no tenían una causa de discrepancia, la buscaban hasta que la encontraban.

Sumemos a esto el desastre de un Gobierno que apenas duró siete semanas: el de Liz Truss entre el 6 de septiembre y el 25 de octubre de 2022. En ese tiempo consiguió -además de enterrar a la Reina Isabel II y acompañar la llegada al trono de Carlos III- presentar un mini presupuesto que rebajaba los impuestos y aumentaba el gasto. Con tan genial iniciativa consiguió que los mercados estallaran y su propio partido la despidiera antes de que todo se fuera al garete. El partido Conservador pasó de ser considerado el partido en el que se podía confiar la gestión de la economía a ser el partido del caos. De hecho en esta campaña electoral había dos palabras que todos los partidos de la oposición al Gobierno repetían sin pausa: «Truss» y «caos». Y Truss todavía ha competido en estas elecciones diciendo que es la única verdadera conservadora. Los electores de King's Lynn & West Norfolk la mandaron a casa.

En términos de división de la derecha, el de Truss fue un caso más relevante que el de Jacob Rees-Mogg. El candidato laborista le quitó el escaño a Truss por sólo 630 votos. Y el candidato de Reform UK sacó en esa circunscripción 9.958 votos. Y ojo al dato: hay muy pocos casos de ex primeros ministros que hayan perdido su escaño en unas elecciones posteriores.

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